Que las vacunas contra el coronavirus son, hoy por hoy, el mejor medio para luchar contra esta enfermedad parece estar bastante claro para todo el mundo, excepción hecha de negacionistas e iluminados como Miguel Bosé y similares. Que, en un tiempo record, la Humanidad disponga de vacunas efectivas contra el Covid-19 ha sido algo excepcional y demuestra de qué es capaz la Ciencia cuando se le destinan recursos suficientes para avanzar y asegurar el bienestar humano.

El éxito en la vacunación y el fulminante descenso en la mortalidad, especialmente evidente en las residencias de ancianos, ha provocado que los porcentajes de indecisos hayan bajado a niveles casi testimoniales. Aunque hay que insistir en sus ventajas frente a esos mensajes que se niegan a reconocer el avance que suponen.

Es cierto que en el tema de la disponibilidad suficiente de vacunas existe mucha confusión. Con ellas ha pasado como con todo lo relacionado con el Covid-19. Ha cogido a todo el mundo sin estar preparado para algo así. Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Con las farmacéuticas la acción de los Gobiernos, especialmente en la U.E., ha sido un fracaso. Han podido priorizar sus intereses comerciales frente al interés de la población. Han vendido al mejor postor. Se han aprovechado de la inacción europea. Ha faltado capacidad de reacción. Europa se ha limitado a quejarse y dar la impresión de que se le podría tomar el pelo sin mayores consecuencias. EE.UU. sí ha amarrado a sus farmacéuticas y les ha exigido que ellos sean los primeros en ser atendidos, como siempre pasa con los norteamericanos. También el Reino Unido ha provechado su influencia en AstraZéneca para resolver su problema. Curiosamente, estos días se ha publicado que el 97% de la inversión que ha utilizado esta farmacéutica para su vacuna es de origen público y, en cambio, los beneficios son privados y a su conveniencia. Curioso sistema éste.

Europa debería acelerar la admisión de vacunas alternativas, que ya están funcionando en muchos países, como podría ser la Sputnik V rusa o las chinas, y es poco comprensible la tardanza en su autorización y poder así aumentar la oferta.

Y aclárese el tema de las vacunas a poner, sus segundas dosis y las franjas de edad. Es increíble el lío entre las vacunas ofertadas. No creo que nadie conozca el nombre de la vacuna de la gripe que le vienen poniendo hace años pero, seguro, que todos hemos oído hablar de AstraZéneca, Pfizer, Moderna, Janssen, etc. Nos han metido en un lío de marcas que, lo único que puede provocar, es desconfianza. Debe aclararse de inmediato. Tal vez ahí esté la causa, como acaba de publicar INFORMACION, de que una de casi cuatro personas llamadas a vacunarse, estos días, en la Ciudad de la Luz no haya acudido a su cita

Igual pasa con los tramos de edad. A veces parece que se actúa a salto de mata. Se vacuna a gente con poco más de 60 años mientras no se ha terminado con los de 80 y se está empezando con los de más de 70. Y, mientras tanto, los de 65 a 70 parecen estar en un limbo. O no saben qué hacer con ellos o se les ha olvidado. Igual pasa con los que han recibido la primera vacuna y ahora les dicen que no saben si recibirán la segunda, si será de la misma marca y, en todo caso, cuándo será.

Y, a pesar de que todas las semanas oímos que van a llegar no sé cuántos millones de vacunas, la realidad es que no llegan las suficientes. El ejemplo es lo que está pasando con IFA. Se hace un despliegue impresionante centralizando la vacunación de varios municipios (lo que ha motivado lógicas quejas en Crevillent, Aspe, etc) y tienen que cerrar por falta de vacunas. Parecen medidas tomadas sin las debidas garantías de continuidad en el suministro.

Ahora que las vacunas han demostrado su eficacia y que la población ha asumido muy mayoritariamente su necesidad, que la Administración no nos falle.