El empresario ilicitano José Paredes Castaño, de 88 años de edad, falleció de forma trágica el miércoles haciendo aquello que más le gustaba, pasear por enorme finca en la población murciana de Sucina. Por causas que se desconocen, el fundador de Calzados Paredes sufrió un accidente con su todoterreno y acabó precipitándose al agua. Según fuentes policiales, los familiares se alarmaron al ver que no regresaba José Paredes y dieron aviso a las autoridades. El indicio de que se hubiese producido este suceso eran los vestigios de que un vehículo había chocado con el vallado de la propia balsa: había daños en la misma y se veían las ruedas. Todo apuntaba a que quien hubiese golpeado con el coche estuviese dentro.
Al lugar se movilizaron agentes de la Policía Local, efectivos de los Bomberos de Murcia, así como buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil. Los GEAS se desplazaron porque los Bomberos no contaban con los medios para localizar y extraer al difunto, una labor que duró horas. Los restos mortales está previsto que lleguen esta tarde al Tanatorio de l'Aljub. El fallecimiento provocó una enorme conmoción entre el empresariado de la ciudad porque hace más de medio siglo fue uno de los talentos que convirtió a Elche en un emporio del calzado. De la mano de sus deportivos, Paredes, y de una agresiva campaña que tuvo como estrella a un joven cantante norteamericano, Leift Garret, que grabó varios anuncios, lanzó sus zapatillas al estrellato.
En 1954, José Paredes Castaño funda Calzados Paredes en la localidad de Elche como fábrica de calzado para caballero.
Nació en la calle Cristóbal Sanz, hijo de Antonio Paredes Maciá y Clara Castaño. El matrimonio tuvo tres hijos, Antonio, Vicenta y José. José fue a la escuela hasta los ocho años y aun le dio tiempo a fugarse una semana las clases. Recuerda especialmente a su abuela, con un hermano salesiano, "muy beata y muy buena persona", que iba todos los días a misa. Su padre fue militante comunista. Trabajó en la fábrica de Casaqueta, cerca de Portes Encarnades, con una máquina de coser. Durante la guerra el Partido Comunista llevó a Elche una máquina de vainas de balas que no funcionaba y fue su padre el que la arregló y por ello se quedó como encargado de la fábrica de guerra. Eso permitió a la familia no pasar hambre por el racionamiento especial para los trabajadores de las fábricas de guerra. Cuando terminó la guerra "le pillaron enseguida los de derrechas". La abuela pidió entonces ayuda a un cura y lo soltaron, entre otras cosas porque "era un tros de pà" y había tenido a un cura escondido en su casa.
José pasó por las Graduadas y por un colegio cerca de la calle Solares. No le gustaba estudiar y a los ocho años ya estaba poniendo ojetes en la misma fábrica que su padre, la de Casaqueta, con más de cien niños, ojeteros, hasta los doce años, a destajo y por 14 pesetas a la semana. Así estuvo hasta los 12 ó 13 años. En aquellos años ya tenía claro que quería ser empresario. Siguió trabajando y por la noche fue a la Academia Orpa, frente a lo que hoy es el colegio de las Jesuitina. Allí se encontró a algún futuro empresario como Pérez Ibarra, uno de sus íntimos amigos. Siguió trabajando siempre a destajo y comenzó a ganar dinero. Antes de la mili ya cobraba sueldos de 80.000 pesetas. Un joven, recuerda él, sin vicios. Solo le gustaba ir a la sierra y la caza. En 1952, a los 20 años se fue un año a Rabasa para cumplir su servicio militar. A la vuelta, su madre le cedió el patio de su casa y allí comenzó a fabricar zapato de caballero. Él y con chiquillos de 14 años. Se hizo empresario en 1953. Con máquinas que le permitieron fabricar 1.500 pares diarios primero y hasta 3.000 pares al día. Con el tiempo llegaría a tener casi 800 obreros, como él dice, con casa propia, chalet en Santa Pola y casa de campo. Se casó con Genoveva Coves Hernández y el matrimonio tuvo seis hijos. Llegó a producir 14.000 pares diarios de deportivos con 12 fábricas, cada una produciendo 1.500 pares diarios, así hasta 25.000 o 30.000 pares diarios. Contrató a un modelista, Rafael Roselló, un mallorquín y buscó viajantes para la venta. Su relación con los bancos cambió mucho. Al principio, fue al Banco Español de Crédito y le ofrecieron, con el aval de los padres y familiares, 60.000 pesetas y más tarde otras 60.000 pesetas. Compró un solar por 128.000 pesetas y se dedicó a la fabricación de zapato de caballero con piso de suela, a 79 pesetas el par y un 5% de descuento con letras a ocho días vista. De esa manera ganaba un poco menos pero fabricaba cuatro veces más y dejó de tener problemas con los bancos, "los bancos venían a buscarme". Trabajaba un montón de horas al día y dedicaba una a jugar al tenis con su amigo Fermín Pérez Ibarra.
Compró unas zapatillas Adidas y en la misma tienda las desarmó. Le sirvió como modelo para fabricar zapatillas de hombre y mujer. La campaña publicitaria con el cantante Leif Garret le costó 14 millones de pesetas. Los deportivos Paredes iban sobre todo al mercado nacional. Sí exportaban los zapatos: a toda Sudamérica, Estados Unidos, Italia, Francia. Con los deportivos ocurrió que llegó Nike "y nos hundió". Fue Brasil, donde compraba la piel a mitad de precio respecto a otros mercados, quien se quedó con buena parte de la clientela. Hoy, desde su finca de caza cerca de Murcia, con sus cerca de 90 años, sigue acudiendo a la fábrica, dedicada a las botas de seguridad, los lunes "para pegar un vistazo".
Entrevista de Miguel Ors Montenegro a José Paredes Castaño, 8 de abril de 2019.
Observaciones:
La creación de la marca Paredes, primero como zapato deportivo para luego reinventarse en zapatos de montaña y de seguridad, fue como consecuencia de un emprendedor como José Paredes Castaño, que le gustaba practicar deporte y no encontraba un calzado adecuado para practicarlo, al menos en España. Así en 1954 fundó la firma Paredes fabricando el tipo de calzado de caballero que siempre encontraba fuera de la península. En 1973 lanzó una colección de calzado deportivo que se convirtió en la primera marca ilicitana en diseñar ese tipo de producto en España. Sus zapatillas no solo captaron el interés de los deportistas, sino que se convirtieron rápidamente en un calzado habitual de tiempo libre y, sobre todo, de una nueva seña de identidad para los jóvenes. El éxito fue tal que dio origen a una eclosión de marcas nacionales, muchas de ellas ilicitanas y todavía activas. Paredes fue líder nacional de ventas en calzado deportivo hasta mediados de los 80, en una época en que las grandes marcas extranjeras todavía no habían irrumpido con fuerza en el mercado español. Los spots en televisión y en todo tipo de publicaciones, con el refuerzo promocional de la entonces fulgurante estrella juvenil de la canción Leif Garrett, colocaron a la marca ilicitana en unas cotas de popularidad impensables hasta entonces por ninguna firma española de calzado. Actualmente sus muestrarios están formados por unos 200 modelos de calzado deportivo, 15 de caza y 80 de seguridad. La fabricación se realiza principalmente en Asia, aunque en los últimos años están relocalizando buena parte de la producción en Elche y alrededores, sobre todo moda y calzado más personalizado, de tiradas más pequeñas. Decir 'Paredes' en los años 70 y principios de los 80 era decir 'deportivos'. La marca ilicitana llegó a ser tan popular y vendida que no solo definía sus artículos, sino que se convirtió en un genérico de este nuevo tipo de calzado, que irrumpió con fuerza en la España del tardofranquismo y la Transición.
Pero la familia Paredes no sólo tienen como modelo empresarial el calzado, a través del Grupo Paredes Holding se dedican a la construcción y la automoción. Con respecto al modelo de negocio automovilístico, tienen concesionarios para la zona de Elche, Alicante y Orihuela con el grupo Fiat, que incluye también Jeep, Alfa Romeo, Volvo y SsangYoung además de Fiat industrial. En el sector del calzado la familia Paredes además de tener su marca también distribuyen en Europa la marca brasileña Boaonda, especializada en un tipo de calzado fabricado con materiales plásticos y plantillas de confort.