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Esperando a godot

Elche, ciudad orgullosa

Elche, ciudad orgullosa

Entre mis vicios inconfesables, que no creo que sean más, ni menos, que los que la mayoría de los mortales escondemos, hay uno que les resultará especialmente retorcido y que, aunque les parezca un oxímoron, les voy a relatar: soy un gran aficionado a la historia y los logros en el campo de la arquitectura y la ingeniería de la antigüedad clásica romana, así como a la utilización de locuciones latinas, que intento colar muchas veces en mis escritos e incluso, en un ejercicio que espero que no califiquen de pedante (procuro hacerlo en los contextos adecuados), en el lenguaje oral.

Elche, ciudad orgullosa

Una de esas locuciones, utilizada en nuestro idioma desde la Edad Media, es la que afirma que excusatio non petita, accusatio manifesta, es decir, que una excusa, manifestada sin que medie ninguna petición para formularla, señala al que la profiere como autor de la falta de la que se pretende zafar. Digo todo esto porque voy a expresar, a continuación, una excusatio que no quiero que se vuelva contra mí como una accusatio.

Por mis escritos, y por mis confesiones sobre mi pasado en anteriores entregas de esta sección, habrán inferido que mi ideología política es más afín a lo que podríamos calificar, dentro de un esquema tradicional, como de derecha o centro derecha. Si les hago esta confesión es porque voy a abordar un tema espinoso, el de los derechos de los colectivos LGTBI, en el que las personas que no somos de izquierdas parece que no podamos participar, pero en el que yo voy a entrar, huyendo de las posiciones políticamente correctas y dejando meridianamente claro, y ésta es mi excusatio, que soy un firme defensor de esos derechos, pero que no me gusta el cariz de opereta que, en ocasiones, los políticos imprimen a los actos que organizan para reivindicarlos.

De hecho, en los últimos días ha surgido una enconada polémica entre colectivos feministas y LGTBI, como consecuencia de la ley que Podemos pretende aprobar y a la que algunos sectores del PSOE se oponen. Debo reconocerles que yo en ese debate me pierdo totalmente, pero, por lo que se publica en diferentes medios de comunicación, la «ley trans» que inició su tramitación con su aprobación en el Consejo de Ministros el martes, elimina la necesidad de informes médicos y de otros requisitos para cambiar el nombre y el género del DNI. De aprobarse definitivamente la ley, bastaría con comparecer en el Registro Civil y solicitarlo, lo que se ha calificado como «autodeterminación de género». En ese punto, precisamente, es donde ha surgido el mayor escollo, personificado en la vicepresidenta Carmen Calvo, quien afirmó en una entrevista en la Cadena SER: «A mí me preocupa fundamentalmente la idea de pensar que el género se elige sin más que la mera voluntad o el deseo, poniendo en riesgo, evidentemente, los criterios de identidad del resto de los 47 millones de españoles». No soy ningún dinosaurio reaccionario (nueva excusatio), pero insisto en que no entiendo nada de nada. ¿No podría ser todo más sencillo? ¿No bastaría con educación y respeto para todos sin entrar en estas discusiones bizantinas? ¿Está en riesgo mi identidad?

Sea como fuere, toda esta controversia se ha enmarcado, más por causalidad que por casualidad, en la Semana del Orgullo. Nuestro Ayuntamiento, muy dado a los actos simbólicos, ya que actos palpables realiza pocos, se ha sumado con inusitada fruición a su celebración, declarando a Elche Ciudad Orgullosa. Si se toman la molestia de navegar un rato por las redes sociales del consistorio podrán comprobar, a parte de los comentarios protagonizados por los antediluvianos de extrema izquierda, de extrema derecha y de ignorancia extrema, los actos promovidos por el consistorio. Nada que objetar, salvo lo que les comentaba anteriormente: estos actos son tan teatrales (el PSOE últimamente es dado a organizar escenificaciones sobre el escenario, como la de Pedro Sánchez en el Liceu sobre los indultos) que ya no acude nadie, ni se toman en serio.

Que se trata de la «lectura pública de un manifiesto institucional por el Día del Orgullo LGTBI», ahí está el concejal que lo lee y los otros concejales, que al parecer no tienen otra cosa que hacer, que escuchan y aplauden. Eso sí, con «todas las medidas higiénico-sanitarias», faltaría más. A continuación, se «inaugura» un banco LGTBI y se sueltan unos globos «ecológicos» (los debieron de rellenar soplando a pulmón y el material con que están hechos es de piel sintética de cerdo de proximidad criado en granja sostenible).

Estoy profundamente convencido de que las personas podemos ser sensibles, tolerantes y abiertas sin necesidad de recurrir a tantas sandeces, de modo que, antes de decir algo que requiera una nueva disculpa no pedida, les dejo con el poema de un gran hombre, que amaba a otros hombres, y que escribía cosas tan absolutamente maravillosas como la Casida de la rosa, de Federico García Lorca:

La rosa

no buscaba la aurora:

Casi eterna en su ramo

buscaba otra cosa.

La rosa

no buscaba ni ciencia ni sombra:

Confín de carne y sueño

buscaba otra cosa.

La rosa

no buscaba la rosa:

Inmóvil por el cielo

¡buscaba otra cosa!

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