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LA TRIBUNETA

Adiós en el C.P. Miguel de Cervantes

ADIÓS EN EL C.P. MIGUEL DE CERVANTES

Desde 2015, los estudiantes de 6º de primaria del «Miguel de Cervantes», que pasan al instituto Victoria Kent, dicen adiós a su colegio dejando su impronta en las paredes exteriores del edificio y los muros perimetrales del patio de recreo. De donde resultan los murales que año tras año emergen en el entorno escolar, proporcionando de paso un emotivo memorial de los alumnos del centro educativo. El ritual consiste en que cada estudiante de 6º, metido ya en sus 11 o 12 años, deje su huella en las paredes del centro pintando un simbólico «yo estuve aquí», traducido en un elemento pictórico previamente determinado. El conjunto de esos diseños temáticos conformará el mural representativo de cada curso escolar. El último mural, curso 2018-2019, se concretó en un refrescante «oceanográfico». Cada artista pintó «su» animal marino favorito y lo rodeó con su nombre y apellidos en la romántica idea de que el día de mañana pudiera ser identificado por sus hijos de tocarles el mismo colegio. El curso pasado, 2019-2020, quedó en blanco por la pandemia Covid-19 que se nos vino encima.

Para el mural de este año, curso 2020-2021, situado al lado mismo del oceanográfico, todavía sensibles con los estragos de la pandemia, se ha pensado en la representación de un descomunal «mariposario» que simbolice la esperanza y el renacer después de tanta angustia. Por otro lado, las mariposas siempre han sido elementos gráficos muy simpáticos y queridos por todos para la creatividad y la fantasía sin límites. Tres clases de 6º, cerca de 80 alumnos, se despiden de su colegio dejando tras de sí el rastro de una mariposa. Sus profesores los acompañarán. Y como siempre, toda la actuación se documentará y se guardará en el centro como «cápsula del tiempo».

Si bien los organizadores de los murales, la dirección del centro, docentes y agrupación de padres, siempre se han brindado a sanear convenientemente las superficies a pintar, por la filosofía de los murales, que se inspira en la libertad del grafiti espontáneo de toda la vida, se ha preferido pintar interactuando con los materiales constituyentes de cada tramo, ya sean ladrillos, bobadillas o piedras; aún a sabiendas de lo ingrato que resulta pintar sobre estos materiales tan toscos. Un guiño poético a las condiciones extremas donde la humanidad se ha expresado tantas veces movida por la imperiosa necesidad de autoafirmación, deseos de aceptación y de integración. A destacar los cuatro pizarrones de colores que los docentes han preparado en un fragmento de pared del patio para que los niños más pequeños experimenten garabateando, dibujando y escribiendo con tizas. Que, si bien dividen el «mariposario» en dos, no molesta en absoluto porque parece una introducción contextual que evoca los orígenes de la expresión espontánea que estamos considerando. Estupendo.

Más allá de la belleza plástica de los murales que van sucediéndose cada año, resultará enormemente gratificante deparar en la variedad de diseños personales dentro de cada mural, en donde prima la diversidad de formas en que se expresa la preadolescencia, a mitad de camino entre el dibujo esquemático, los cómics, los dibujos animados y el dibujo realista. Los artistas habrán elegido los diseños más chulos para plasmar en el mural. Pero más interesante y sorprendente habrá sido el giro dado a los trabajos acuciados por las situaciones imprevistas. No será lo mismo dibujar una mariposa en un folio que pintar esa misma mariposa en una pared sin preparar y con un pincel chorreando pintura. Esas desviaciones de lo «bien hechito», esas improvisaciones, esos hallazgos azarosos, serán la poética que más nos conmoverá cuando contemplemos los murales de estos chicos y chicas. Formas creativas que vienen a ensanchar gozosamente los vastos espacios del arte contemporáneo. Gracias por experiencias y oportunidades así. Continuará…

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