En 1895 Almacenes Parreño abría sus puertas en la calle Salvador. En un principio se dedicaron a la venta de tabaco y de cerillas, pero más tarde ampliaron su actividad a los sectores de la mercería, paquetería y perfumería. Su especialidad fue la venta de juguetes en la época de Navidad. Esta es solo una breve reseña de todo lo que fue y significó el edificio situado en una de las calles más antiguas y comerciales de la ciudad que después de tres décadas vacío y degradándose a marchas forzadas ha pasado definitivamente a la historia. La demolición de la fachada del inmueble ya es un hecho consumado después de una semana de obras. Tan solo queda el primer piso y la planta baja en pie, y así ese quedará al menos durante dos años, el máximo tiempo que tienen los dueños por ley para construir en el solar. Los operarios se centran ahora en el derribo del interior del edificio.
Pese a su pasado, su ubicación en el Núcleo Histórico Tradicional, la singular estructura de este piso de finales del siglo XIX, su balconada y sus sillares, la demolición ha sido autorizada por el Ayuntamiento porque la construcción carece de protección alguna para poder conservarlo. Algo que han reclamado estos meses, tras conocer que iba a tirarse abajo el inmueble, tanto Compromís, que votó en contra de sus socios de gobierno (PSOE) autorizar la licencia, como el PP, Vox y colectivos defensores del patrimonio ilicitano.
¿Y por qué ha sido inevitable la pérdida de este inmueble histórico? Porque en Elche hay un catálogo de edificios protegidos que el bipartito está en vías de actualizar porque el actual data de 1998 y no incluye el lugar donde se ubicaron los Almacenes Parreño. Según la concejal de Urbanismo, Ana Arabid, no existe ningún informe técnico que diga que ese edificio hay que protegerlo y el Ayuntamiento «no puede saltarse un acto reglado y negarse a dar una licencia a un propietario, lo que supondría prevaricación».
La actualización del catálogo, que lleva años siendo una asignatura pendiente del Ayuntamiento, persigue evitar que se pierdan los edificios con un valor patrimonial y el de Almacenes Parreño cumplía todas las papeletas, aunque ya es tarde para saber si se podría haber salvado del derribo.
