Investigadores hallan al menos ochenta cráneos y cientos de huesos en uno de los aljibes que se utilizaron como fosa común en el cementerio viejo de Elche, aunque no hay ninguna evidencia por el momento de que alguno de estos restos pueda tratarse de víctimas del franquismo, ya que tras la Guerra Civil el foso se utilizó como osario donde se arrojaron múltiples huesos de sepulturas abandonadas. Se cumple prácticamente un mes desde que comenzaron en el camposanto los trabajos de exhumación de los cuerpos de una quincena de represaliados. La documentación histórica apunta a que fueron fusilados y sus cuerpos arrojados a un estrecho aljibe de más de cinco metros de profundidad.
Allí están trabajando desde entonces arqueólogos y antropólogos contratados por el Ayuntamiento en una operación financiada por la Generalitat. Los investigadores ya adelantan que esta exhumación es una de las más complicadas a las que se han enfrentado porque no es una fosa común al uso.
Las indagaciones apuntan a que las decenas de cráneos y múltiples restos óseos que se han hallado pertenecieron a personas fallecidas anteriormente al conflicto, incluso datadas del siglo 19. Hay que tener en cuenta que después de que el aljibe se utilizase como fosa común también tuvo este uso de osario entre la década de los sesenta y setenta. Ello supone que se han encontrado con una capa de huesos, tierra y restos de otros materiales como trozos de lápidas que complican aún más el rastreo.
Por ello la primera misión ha sido vaciar y limpiar la zona, así como mejorar el acceso al lugar. De igual forma, se está combinando el trabajo de campo con el de laboratorio. De entrada se descarta que los primeros hallazgos tengan relación con aquellos hombres que constan en las partidas. Según explica Jorge García Fernández, codirector de los trabajos de exhumación que está realizando la empresa Drakkar consultores, no han encontrado una conexión anatómica ni tampoco signos de violencia entre los restos.
«A todos los cráneos que se están recuperando se les hace estudio antropológico para ver si coincide con la edad de los represaliados, que tendrían entre 20 y 50 años y sexo masculino, se ve si tienen signos de violencia porque después de fusilarlos solían darles un tiro de gracia en la cabeza», apunta el experto.
Al hilo, se cree que los cuerpos quedarían en posición anatómica con el brazo para arriba o abajo al tirarlos al foso tras el fusilamiento, mientras que lo que se han encontrado hasta ahora no tiene esa vinculación. Ello evidencia que los restos arrojados al osario no lo hicieron en las mismas circunstancias porque ya estaban esqueletizados cuando se lanzaron. Para determinar el origen, se está estudiando cada cráneo y los coxales (pelvis), ya que ambos huesos son los mejores indicadores para saber la edad y el sexo, según los expertos. De igual forma se van documentando con análisis las patologías y en caso de que alguno de los cráneos tenga signos de violencia se podría realizar un cruce de análisis de ADN de los familiares para confirmar que los represaliados están en este aljibe.
El foso puede tener una profundidad superior a los cinco metros y por ahora se ha llegado a una cota intermedia de tres metros y medio, por lo que estaría más cerca el nivel en el que se espera encontrar los cuerpos. En estos días han visitado los trabajos de exhumación algunos representantes políticos como el director general de Calidad Democrática, Iñaki Pérez, la secretaria autonómica de Cooperación y Calidad Democrática, Toñi Serna, así como Marga Antón, edil de Cultura, que en el arranque de la campaña hizo un llamamiento a posibles familiares que quieran contactar para contar su caso.
Los expertos han diseñado un diario de seguimiento del desenterramiento y recuerdan que los primeros días tuvieron que adecentar la zona para la prospección. La boca por la que se accedía al aljibe era muy estrecha y tenía unos bordes muy irregulares, por lo que suponía una traba para los investigadores ya que podían sufrir golpes o rozaduras con las paredes a pesar de ir equipados.
El acceso ya se ha asegurado ampliando la entrada y poniendo un encofrado de madera para facilitar ascenso y descenso. Narran que también ha sido complejo sacar todo el material del interior del foso con una boca de entrada tan pequeña.
La exhumación se está realizando con una subvención de 32.000 euros de la Generalitat que plantea la indagación, localización, delimitación, exhumación e identificación. Como explicaron en su momento a nivel municipal, los trabajos están siendo acometidos por arqueólogos, antropólogos e investigadores del Laboratorio Forense de la Universidad Autónoma de Madrid, con el apoyo del arqueólogo municipal, la jefa de la sección del Archivo Municipal y el director de la Cátedra Pedro Ibarra, Miguel Ors.
Los fusilados eran de Elche, Crevillent y Aspe
Los archivos guardan documentación de 14 víctimas del franquismo entre 20 y 43 años que podrían estar en esta fosa. La mitad militaban en el PCE, uno en el PSOE y otro en el CNT. Todos fueron fusilados entre julio y octubre de 1939. Seis de ellos eran de Elche (Rafael Pérez Santos, Manuel Campello Maldonado, José Quirant Fuentes, Antonio Macià Bernabéu, José Canals Jaén y Manuel Clement Macià). La mayoría eran zapateros.
Otros seis eran de Crevillent (Ramón Alcolea Villalba, Adolfo Cortés Madera, Pedro Illán González, Manuel Mas Mas, José Penalva Alarcón y José Sánchez Monchón) que eran hiladores, tejedores o carreteros. De Aspe consta Francisco Alemany del Socorro y José Maciá Castell.
«La gran cantidad de restos humanos hace muy difícil el proceso de análisis»
Los testimonios apuntan al enclave donde se trabaja como el más próximo al paredón de fusilamiento
Arqueólogos y antropólogos reconocen que las prospecciones en el aljibe del Cementerio Viejo no están resultando nada fáciles porque no se trata de una fosa común al uso por lo que ya pronostican que los trabajos puedan dilatarse como mínimo un mes mas. Este pozo centenario es anterior incluso a la construcción del propio camposanto y el hecho de que funcionase como osario complica por completo el proceso de análisis ya que son múltiples los huesos descubiertos.
«En una fosa común normalmente puede que encima haya enterrada gente pero salen los cuerpos enteros, lo limpias, levantas, excavas y debajo sale el represaliado», apunta Jorge García Fernández como codirector de los trabajos.
Se está trabajando sobre este aljibe porque las pesquisas de los historiadores locales apuntan a este enclave por ser el más próximo al paredón de fusilamiento. E incluso los familiares de víctimas siempre han acudido allí por lo que decían las fuentes orales y en base a registros de fusilamientos del archivo militar. Cerca hay otros dos aljibes aunque por ahora se descarta que pueda actuarse en ellos. Uno está bajo los nichos actuales y su acceso sería peligroso mientras que el otro está totalmente colmatado.
