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Tribuna

A un mal gobernante

A un mal gobernante

A un mal gobernante hay que recordarle que: Los días nos presentan dificultades, y el tiempo es corto. Es pequeño el espacio entre lo que es correcto y las posibilidades de dejarse arrastrar por un ambiente materialista y el ego, la mayor de las veces disfrazado de buenas intenciones. Adornado del bien común y su pensamiento en los demás, va inflándose, engorda con tal ansia de poseer, que explota, con toda la amplia acepción de la palabra, descubriéndose la incapacidad para regir, gobernar y, sobre todo, cumplir su verdadera misión: SERVIR. Sólo sirve, quien SIRVE.

Rabindranath Tagore, dejó esta magnífica reflexión:

Yo dormía/ y soñaba/ que la vida era alegría.

Desperté/ y vi/ que la vida era servicio.

Serví/ y vi/ que el servicio era alegría.

Claro que para cierta clase de gente…

Aprovechan todos los momentos y circunstancias para reafirmar su yo, por encima de todo lo pasajero; no dejan huella y lo que se recuerda es una conducta deleznable, contradictoria, intentando ocultar el complejo de inferioridad, cual sicópata, cuya mirada únicamente la fija en demostrar que es superior a base de presentar su vanidad como trofeo.

No contemplan el presente con perspectiva de eternidad; ignoran lo que es verdaderamente importante en cada situación, en cada acontecimiento. El futuro sólo es una palabra que utilizan para la propia utilidad del presente, sin trascendencia en las obras, avanzando en cada actuación hacia su propio fin. Su horizonte se reduce a sí mismo, no es capaz de pensar en una existencia nueva, en dejar de ser una sombra, en limpiar las asperezas del camino, en la necesidad de comprensión y amor, en solucionar problemas, no crearlos. No respetan los sentimientos de los demás. Derrochan el dinero de los contribuyentes en obras que no son precisamente una necesidad perentoria, y quienes sufren necesidades ¡a CÁRITAS! para eso está la Iglesia para demostrar cómo siguen la doctrina de Cristo. Ese que colgaron en una cruz, que luego se les ocurre a los europeos colocar por todo el continente; hasta que llegan los «demócratas» y siempre por el bien del pueblo, mas con todo respeto a sus creencias, se las cargan.

En mi niñez, me gustaban ciertos personajes de los cuentos: Un Pepito Grillo que avisaba de las actitudes impropias; Un Pinocho, que cuando mentía le crecía la nariz… Tendremos que estar observantes a ver hasta dónde les llega.

Cordialmente.

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