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Análisis

El rey Sol o unos concejales sin brillo

Un alcalde más acaparador cada vez de los focos apenas da protagonismo a buena parte de sus ediles y parece que todo lo haga él

Carlos González, en su despacho de la Alcaldía. | ANTONIO AMORÓS

El alcalde de Elche, Carlos González, se ha mostrado una persona omnipresente en estos dos largos años de mandato, mucho más que en los cuatro que le precedieron. No hay acto al que no acuda o persona a la que no reciba a cualquier hora. Nos enteramos al cabo de diez minutos de a qué calle ha acudido para ver cómo se ponía un nuevo contenedor y nos preguntamos cómo tiene ese don de la ubicuidad que le permite estar en una protesta LGTBI para, a continuación, vestirse de actor y salir en una obra en Torrellano. Y de todo estamos puntualmente informados. A los periodistas nunca nos falta una declaración, aunque no haya estado en el meollo de la cuestión y a uno le pueda parecer que lo que nos está contando (con el esfuerzo que ha hecho para que sepamos su opinión) es tan insulso como esas declaraciones de los futbolistas al término de un partido en función del resultado, pero se lo agradecemos y de forma sincera.

La estrategia del regidor no es ni mucho menos compartida por algunos miembros de su grupo, aunque no sea una cuestión que nadie vaya a salir a criticarle, pero por desconfianza, por decepción o porque se encuentra cada vez más cómodo en el cargo, parece que haya terminado por construir un equipo de concejales que parece de segunda fila (con honrosas excepciones), de los que apenas sabemos si pueden brillar en la oscuridad de una pregunta. Aunque también se podría pensar que es lo que el partido le dio para gobernar, a él no le vale y el resultado de todo ello es lo que vemos.

La pandemia pudo hacernos creer que no había dado a los concejales de nuevo cuño la oportunidad de salir en público, como tampoco a algunos de los que seguían y habían tenido poca visibilidad, pero a medida que van pasando los meses nos preguntamos si habrá un mañana en el Ayuntamiento de Elche en el que Carlos González no continúe siendo un poco como el rey Sol. Ahora, en el tercer año de mandato y aunque algunos por los rincones digan que si esto sigue así se van, todos los que quieren es continuar, pero lo van a tener difícil cuando los méritos de cualquier cosa parece que hayan pasado más por la mesa de su despacho que por el trabajo de un equipo de gobierno unido.

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Hubo una época en que el alcalde aparecía para lo que era importante, para dar sentencias, como un juez y el resto del tiempo permanecía recluido en su despacho y sus ediles tenían mucha más presencia. Con Carlos González uno puede tener la sensación de que los días tienen 48 horas porque está en todo. Da la sensación de que es muy trabajador , pero ¿obtiene resultados?. Hacer tantos anuncios y promesas puede terminar porque no te des cuentan que a veces las repiten como un mantra, como si el resto nunca te las hubiera escuchado. Y eso es lo que a uno le pasa cuando un día sí y otro también está bajo los focos. Sólo hay que comprobarlo con la inquina con la que reitera que va a finalizarse en este mandato el instituto Vicente Verdú.

No es un regidor que se prodigue en València o Madrid, da la sensación de que tira más de teléfono o de contactos que de visitas a directores generales, consellers, secretarios y ministros para resolver los problemas de la ciudad. Y si él no viaja a pedir (irse a Milán dos días para apoyar al sector del calzado y de los componentes no es ir a reivindicar), sus concejales menos. Pero lo que no dudo es que cree que lo está haciendo bien y que le gustaría, y mucho, repetir.

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