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Laura Freixas Escritora

«La educación aún da la idea de que las mujeres no importan»

La Casa de la Dona trajo este martes a Elche a la escritora y crítica literaria Laura Freixas (Barcelona, 1958) para participar en la entrega de los premios del IV Certamen Literario por la Igualdad

La escritora Laura Freixas, este martes en Elche. | ANTONIO AMORÓS

La entrega de los premios del IV Certamen Literario por la Igualdad le ha traído a Elche...

Son necesarios este tipo de certámenes porque vivimos dentro de una cultura patriarcal que fomenta la desigualdad. Está tan enraizada que no nos damos cuenta. En los libros con los que estudiamos en las escuelas solo se habla de lo que han hecho los hombres y parece que las mujeres ni existen ni importan ni han hecho nada por la humanidad. Para contrarrestar esta cultura que fomenta la desigualdad es necesaria una acción por parte de las instituciones, con políticas públicas que hagan ver que la igualdad es necesaria. Esto no se consigue con el paso del tiempo, sino trabajando por la dignidad.

Usted fundó en 2009 Clásicas y Modernas, asociación para la igualdad de género en la cultura, ¿está contenta con los resultados que han obtenido?

Sí, porque se percibe un avance hacia la igualdad en el mundo de la cultura, aunque queda mucho camino por recorrer. Somos conscientes de que no hay igualdad y que hay que trabajar para cambiar la situación. No se está consiguiendo con la creciente incorporación de la mujer a la educación. Desde hace 30 años, en España hay más licenciadas universitarias que licenciados. Esto es fruto de la acción de una serie de asociaciones que han nacido en muchos países, no solo aquí. Podemos estar contentas con lo que hemos conseguido.

Señalaba que queda mucho camino por recorrer, ¿qué es lo primero que hay que hacer?

Lo primero que hay que hacer es corregir los libros de texto. Si en la etapa de formación de la ciudadanía, de educación obligatoria, aún se inculca la idea de que el mundo lo hacen los hombres y que las mujeres no tienen ningún papel, esa idea será difícil de modificar. Tenemos que demostrar que las mujeres han participado, participan y todavía deben participar mucho más. Una educación así nos da la idea, aunque sea inconsciente, de que las mujeres no importan. Lo que dicen los libros de texto no es verdad, falsean la realidad.

En el contexto que estamos mencionado, ¿cómo ve el caso de Carmen Mola?

Creo que la lucha por la igualdad en el mundo de la cultura es algo serio e importante. Beneficia a toda la sociedad porque aspiramos a una cultura amplía y variada, en la que tenga voz todo el mundo. Tradicionalmente, media humanidad ha hablado en nombre de toda la humanidad. Han utilizado esta lucha cuando se habla de ella, cuando hay un público de mujeres, entre las que me incluyo, que quieren leer a mujeres. Que alguien utilice esta lucha para hacer una operación mediática, aumentar las ventas y mercantilizar en provecho de una editorial o de tres señores me parece, como poco, una frivolidad.

Este martes también tuvo lugar en Elche la mesa redonda «Las otras violencias a la mujer», ¿cuál es su postura?

La cultura dominante legítima la violencia contra las mujeres presentándola como historias de amor. Lo vemos en películas de Almodóvar como ¡Átame! o Hable con ella, por ejemplo. También se presenta de forma humorística o asociada a la belleza y el glamur. Yolanda Domínguez, artista y crítica cultural, analiza los anuncios de moda en los que muchas veces aparecen chicas vestidas con los modelos que se promocionan y siendo presentadas como víctimas de malos tratos, violaciones o asesinatos. Como si estuviéramos tratando algo glamuroso.

Podemos concluir que la violencia no solo ocurre cuando el hombre pega a la mujer...

La violencia se prepara en el cine, en la publicidad o en la poesía, como ocurre en la obra de Neruda. Esto se hace de forma consciente y genera un contexto que legitima la violencia de los hombres a las mujeres. Muchas veces se nos presentan imágenes femeninas sin cabeza. Casi siempre que se habla del embarazo y la maternidad, se ilustra con fotos de mujeres sin cabeza. O en los carteles de las películas de Hollywood. Fomenta la idea de que somos objetos pasivos, inertes, sin sentimientos, que estamos a disposición de los hombres.

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