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Tribuna

Cuidadoras intradependientes, entre el amor y el conflicto

CUIDADORAS INTRADEPENDIENTES, entre el amor y el conflicto

Hoy, 5 de noviembre, será un día más del calendario para la gran mayoría de la población, pero para mí y también para muchas personas será un día para visibilizar y concienciar a la sociedad de la importancia de los cuidados en el entorno familiar, casi siempre realizados por mujeres sin remuneración. Pero no pasa nada, será un día normal, nada se parará y, a pesar de ser el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, seguiremos haciendo todas las tareas. Se les lavará, vestirá, les daremos la comida, la medicación y todos los cuidados que necesitan para vivir con dignidad, quizá algún medio de comunicación de la noticia de esta celebración el día en el que muchas personas dedican gran parte de su vida a cuidar a otras para que puedan vivir.

Incluso para mí este día era hasta hace unos años desconocido, normal, ¿para qué celebrar algo tan básico como es cuidar, qué importancia tiene cuidar? Es como algo consustancial para la gran mayoría de mujeres, incluso así lo piensan muchas, no se ha puesto aún de verdad sobre el tapete la socialización de los cuidados para darles realmente el valor económico y moral que cumplen en la sociedad. En muchas ocasiones, la vida de un familiar depende de ti, de tu generosidad, tu dedicación a sus cuidados. Quién sabe o sabrá nunca lo que dejas de lado en tu vida, tus renuncias.

Quien se preguntará si duermes bien, si vas alguna vez de vacaciones, de cena o al cine o simplemente que puedas decidir algo, aunque sea aburrirte o a no hacer nada, a tantas cosas que hace la gente casi de forma normal. Son tantas las renuncias, que ojalá sirva para hacer visible, el arduo trabajo que supone cuidar de personas enfermas todos los días, las 24 horas, sin descansos, sin suficientes recursos, sin apoyo psicológico y, lo peor, sin reconocimiento social.

Quizá este día sirva también, para que muchas personas cuidadoras sepan lo importantes que son, la nobleza de su esfuerzo y su papel del sostenimiento de la vida, que llenan de amor y dignidad esta sociedad a la que llamamos humana, pero en la que solo lo que es rentable admira.

Quizá para que la educación y en las instituciones públicas descubran que tienen una responsabilidad en esta empresa, aportando los valores que como humanidad nos deben identificar. Hoy seguiré cuidando de mi hijo con todo el cariño del mundo, ajena a los intereses económicos mundiales, al IBEX, a las guerras políticas del poder, porque sus necesidades vitales, sencillamente, no pueden esperar.

No quiero olvidar a quien trabaja cuidando personas, en la ayuda a domicilio, centros de día, residencias de mayores, etcétera. También son parte de este colectivo, que como profesión llevan dignidad a estas vidas, a estas familias, desde aquí me hago eco de su precariedad laboral, en relación al trabajo de esfuerzos físicos y dedicación tan importante que hacen.

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