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El niño milagro cumple un año

Un recién nacido recibe las atenciones del personal sanitario, en una imagen de archivo. | INFORMACIÓN

La Organización Mundial de la Salud conmemora el 17 de noviembre el Día Mundial del Niño Prematuro, un día para dar visibilidad a las criaturas que vienen al mundo antes (demasiado antes) de la fecha adecuada para adaptarse a la duras condiciones de la vida extrauterina. Uno de cada 10 bebés en España nace antes de las 37 semanas de embarazo. 32.000 cada año y las cifras siguen en aumento.

La capacidad de coraje, fuerza y supervivencia de estos peques es extraordinaria. Sorprende ver un cuerpo «sin acabar», con gran inmadurez, lleno de sondas, electrodos y tiritas minúsculas dentro de la incubadora, un laboratorio hospitalario que es su nueva casa, hasta que dejen de ser vulnerables y frágiles. Y esperar, solo esperar a que tengan efectos los cuidados.

Nuestro niño milagro cumple un año, y ello ha sido gracias a la capacidad de actuación y de resolver urgencias, la preparación, el tesón y los cuidados que le dieron los equipos humanos (en su mayoría mujeres) de obstetricia y neonatología, enfermería, matronas, auxiliares, celadoras, servicios centrales, farmacia, laboratorio, y toda una infraestructura imprescindible suficientemente engrasada como la que tiene el Hospital General Universitario de Elche.

La mamá y el papá del niño milagro asumieron que se irían a casa sin el peque, que su nuevo hogar ahora era la incubadora, y que ahí tenía una familia que cuidaría de él. Debían entrar y salir de la UCI Neonatal por turnos (en época COVID-19) y daban las novedades a la familia a través de fotos y vídeos captados con sus móviles. Su mundo se reducía a verlo a través de un cristal, y poder tocar el pequeñito cuerpo a través de dos ventanitas. Pronto se acostumbraron a escuchar los monitores, a interpretar las alarmas, a intercambiar ánimos, a compartir miedos con otras madres y padres que también dejaban allí a sus peques, y que ahora son también de su familia. Las frases estaban plagadas de vocabulario técnico: cuántos gramos habían cogido, si la eco salió bien, cómo iba la saturación y la desaturación, y cuándo empezarían a hacer el piel con piel o el método canguro: abrazar a su peque el máximo tiempo, darle calor, que sintiera su corazón, su presencia, y susurrarle… adelante campeón, nos vamos a ir a casa pronto.

El coraje y la fuerza del niño milagro, del equipo sanitario, de la madre, de toda la familia,.. siempre estuvieron. La lactancia materna contribuyó como la auténtica panacea que es: el mejor alimento, el mejor medicamento y la mejor manera de inundar al peque de amor. Su madre lo sabía y a cualquier hora del día y de la noche realizaba extracción e incluso, gracias a su generosidad, realizó donaciones al banco de leche para proveer a otros prematuros.

En esta historia hay un héroe, nuestro pequeño bebé, heroínas, como su madre y la médica que le llamó bebé milagro y otro héroe, el papá, que condujo el coche a toda velocidad para que fueran atendidos con la máxima urgencia. Hay recursos, equipos, personal e investigación y tecnología de última generación. Hay comisiones clínicas que orientan, que deciden y sugieren nuevas pruebas sin escatimar gastos. Hay madres y padres y familias esperanzadas en el momento del alta y quienes os damos hoy las gracias de todo corazón. Sabemos que la sanidad pública hace milagros de este tipo todos los días pero hoy hace un año fue para nuestro pequeño, porque al ser un sistema redistribuidor de la riqueza y solidaridad da más a quien más lo necesita, no a quien pueda pagarlo.

Falta mucho por mejorar, como la atención psicológica a las madres, la estimulación precoz, las instalaciones, las condiciones laborales, sin duda, y más .. Pero hoy queremos reconoceros y animaros para que sigáis haciendo tan bien vuestro trabajo, sin caer en la desmotivación, porque dar cuidados para el mantenimiento de la vida es de las pocas cosas de la vida por las que de verdad, de verdad, de verdad, vale la pena luchar y eso nos lo dice la sonrisa y vitalidad de Salva, un niño con luz.

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