Esta mañana se ha confirmado el fallecimiento de Francisco Vilella, quien fuera durante 20 años jefe del Parque de Bomberos de Elche y una de las personas claves en la transformación de las instalaciones y en la profesionalización de un cuerpo que comenzó siendo municipal hasta que la Diputación Provincial se hizo cargo dentro de él, dentro del organigrama del Consorcio Provincial de Bomberos. Sus restos mortales se encuentran en el Tanatorio de l'Aljub. Está previsto que mañana viernes tenga lugar un sepelio en las instalaciones para despedirlo.

Se jubiló el día de San Juan de Dios de 2006, patrón de los bomberos, días antes de cumplir los 65 años y tras recibir la carta en la que se le informaba del cese por edad de jubilación. El próximo 22 de marzo hubiera cumplido 81 años. "Hubo una época en la que se veía la crisis del calzado desde el Parque de Bomberos", fue el titular de la última entrevista que dio a este diario, ilustrada con la misma foto que acompaña a estas líneas.

Paco, como todo el mundo lo conocía, era un hombre de otra época. Una roca. De voz ronca y sonrisa franca, tenía una fortaleza física que le acompañó durante toda su vida. Estuvo 42 años en el Parque de Bomberos por lo que de sobra sabía muy bien de qué hablaba en aquella entrevista. No le importaba dar entrevistas y contar su labor, atendía a todo el mundo de una forma franca si esperar a que un político le diera una orden. Cogió las riendas del parque en el año 1986 y las dejó en 2006; es decir, después de dos décadas. Asumió el mando en el desaparecido Parque de Bomberos junto a los juzgados, en la calle Sor Josefa Alcorta con José López Quereda, y lo dejó en las actuales y modernas instalaciones, junto al instituto Tirant lo Blanc, en la rotonda de l'Aljub. Un hombre que había pasado tantos años de trabajo y había visto tantas cosas, de hecho, comenzó a trabajar prácticamente sin ropa especializada o ignífuga, valoraba mucho cómo la tecnificación se había convertido en el mejor aliado de su trabajo, cómo antes tardaban 15 minutos en echar abajo una puerta y ahora en cinco minutos era suficiente. También la preparación con la que llegaban las nuevas hornadas de bomberos.

"Me gustaría que me recordaran como una persona honrada que siempre ha intentado cumplir con su trabajo no como un superclase"

De toda su vida de dedicación al Parque recordaba aquellos servicios en los que hubo vidas en juego y entre todos uno que sucedió en Escombreras, en el año 89, en el que estuvieron trabajando nueve días, "había pocos medios y nosotros llegamos en el primer golpe de fuego".

"Me gustaría que me recordaran como una persona honrada que siempre ha intentado cumplir con su trabajo no como un superclase, sino como alguien que eligió que una profesión que le gustaba". Descanse en paz.