¿Cómo afrontan este año la Semana Santa tras el parón obligatorio por la pandemia?
Con mucha ilusión. Vamos a poder volver a las calles y celebrar las procesiones. También gran parte del calendario de actos de la Cuaresma. Somos conscientes de que la vuelta a la actividad como la conocíamos va a ser complicada. Los dos años de pandemia han hecho mella en muchas cofradías y hermandades a nivel de participación. Ya no hablamos de la gente que, por desgracia, ha fallecido. Lo hacemos de los cofrades que se han desenganchado y que va a costar recuperar este año. Estamos alegres pese a estas dificultades.
¿Qué otras huellas les ha dejado la etapa de crisis sanitaria?
Hay personas que, por ciclo vital, ya se encontraban en 2019 cerca de acabar su vida como costaleros. Ahora, dos años después, estamos peor. Se ha producido un enfriamiento de la vida cofrade y hemos perdido unión. El principal momento es la procesión y, tras dos años sin ellas, se produce una desvinculación. Es una realidad que se está notando en todas las cofradías que han comenzado a ensayar. Tienen dificultades y los números no son los de antes de la pandemia.
¿La falta de costaleros es el principal problema que tienen?
Siempre he dicho, antes de la pandemia, que no hay un problema de costaleros en sí. Hay cofradías y hermandades que tienen problemas y otras que no. Podemos decir que no era una cuestión generalizada. Ahora sí que nos la vamos a encontrar de frente. Ya no hay listas de espera para salir de costalero. Toda la familia cofrade nos lo vamos a tener que tomar a una, sabiendo que somos miembros de la Semana Santa de Elche. Es el año de ayudarnos entre todos. Tenemos procesiones grandes e importantes que requerirán de una adaptación para salir a la calle. El equipo de organización, que hace un gran trabajo, va a necesitar que echen una mano todas las hermandades.
¿Qué se puede hacer desde la Semana Santa para atraer a las generaciones más jóvenes?
No creo que sea un problema generacional. Con quien más hemos trabajado los últimos años ha sido con los jóvenes y existe un movimiento importante para motivarles. Muchas cofradías y hermandades han formado grupos de jóvenes. Somos conscientes de que el futuro se prepara desde hoy y de que los adolescentes de ahora serán los protagonistas de la Semana Santa del día de mañana. Hay confianza y esperanza porque vemos un interés en implicarse. Hacía falta dar un pequeño empujón en ese sentido y el resultado es muy positivo.
¿Las ganas de volver a encontrarse con la Semana Santa serán superiores al miedo en la calle a los actos masificados?
El público percibirá que estamos cumpliendo con las recomendaciones sanitarias. Las autoridades han establecido un marco para la celebración de las procesiones. Somos responsables y eso trasladará seguridad a la gente. Aquí no hay descerebrados ni pretendemos volver a la situación de 2019. Viviremos una Semana Santa adaptada, con recorridos en los que se evitarán las calles estrechas. Nos gustaría hacer el recorrido tradicional pero este año no es lo importante.
«Hay que adaptarse a la realidad, con la precaución necesaria. Es un engorro ponerse la mascarilla pero sería peor no poder salir»
¿La adaptación de estas medidas supone un contratiempo?
Es un inconveniente, como lo es hacer los ensayos con la mascarilla puesta. Pero somos conscientes de las circunstancias y de que hay que tomar precauciones. Siempre es mejor ponerse la mascarilla que no poder salir.
¿Han preparado novedades?
Algunas cofradías están avanzando en las realizaciones de sus pasos y los tallados de las canastillas. Este año la gente está concentrada en volver y recuperar cierta normalidad. Han sido años en los que los ingresos de la cofradías se han reducido. Todas las inversiones que se hacen son con mucho esfuerzo, poco a poco, vendiendo papeletas. No se esperan grandes novedades, por lo tanto. Sí que se desarrollarán proyectos que ya estaban en funcionamiento previamente.
¿Qué le dicen en la calle?
Hay un estudio de 2018, encargado por la Diputación, que demuestra que la Semana Santa de Elche es la que más impacto económico tiene de toda la provincia. Hay una gran actividad económica ligada a ella: hostelería, confección, floristerías... Mucha gente me pregunta por la calle si va a haber Semana Santa este año. Lo hacen los que tienen que coser, por ejemplo, que esperan arreglar vestidos y mantillas. Muchos talleres están trabajando ya y no cogen más encargos. Las floristerías se juegan un dineral porque en Elche hay 45 pasos. Y, si llenamos las calles de gente, el consumo en la hostelería se disparará. Estamos hablando de que hay millones de euros en juego.
Usted es presidente de la Junta Mayor desde finales de 2020, ¿cómo ha vivido esta etapa?
No venía de nuevas, ya estuve cuatro años junto a Gaspar Agulló y, anteriormente, fui ocho años vicepresidente con José Pérez. Conozco la casa y gran parte del equipo que me acompaña es continuista. Menos mal que son personas experimentadas y el año pasado nos pudimos volver a inventar con una programación intensa de actividad cofrade. Mucha gente me dice que vaya estreno he tenido. Las cosas hay que tomarlas como llegan y esto no se lo esperaba nadie. Yo vengo de dentro y he podido dar continuidad a lo que hacíamos antes.
«Hemos conseguido tener personalidad propia de Elche y poso. Una mezcla como la de la gente de aquí que ha venido de otros sitios»
¿Está será una Semana Santa de transición o volverá a dejarnos un sabor especial?
Nuestra Semana Santa se viene celebrando de la misma forma desde hace cientos de años. En 2032 se cumplirán 500 años de la procesión de las Aleluyas. Sí que es cierto que, tal como la conocemos, con esta forma estética y de expresarse, tiene su origen en los años setenta. Hemos conseguido tener un poso importante y una personalidad propia de Elche. No es la Semana Santa de Levante ni de Andalucía ni de Castilla. Es una mezcla de todas ellas, como somos los ilicitanos, que hemos venido de muchos lugares, con su forma de ver las cosas. Hemos trasladado esto a la celebración como a otros aspectos de la vida.
