«-El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos».

Casablanca (1942), película de Michael Curtiz.

Esto se hunde

Las bombas siguen cayendo sobre civiles inocentes en Ucrania, los precios continúan su descontrolada escalada, la huelga de transportistas ha puesto en jaque (aún más) la economía española, la amenaza de desabastecimiento atenaza a la acongojada población, llevamos una semana sin ver el sol y, además, aquí la tierra se hunde literalmente bajo nuestros pies. En la calle Mohamed Al-Shafra (raval de Santa Teresa), el Molí del Real (Parque Municipal), el colegio Ausiàs March (Casablanca), el Pont del Bimil.lenari, el monasterio de las Clarisas (el moderno) y ahora también en el barrio Porfirio Pascual. Eso de momento. Las autoridades competentes han tomado cartas en el asunto y van a hacer los sondeos, prospecciones y estudios pertinentes, pero la solución se antoja complicada (y cara).

Y mientras las laderas amenazan derrumbe aflora el asunto de la renaturalización del río Vinalopó. Ya saben: quitar el cemento del lecho del río, dejar que el agua fluya a su antojo formando caprichosos meandros e incluso canales anastomosados, acompañada de la flora autóctona y alguna alóctona inherente a este ecosistema fluvial. Algo así como lo que se aprecia al norte de la Rafa de Carrús y al sur del puente de Barrachina, pero incorporando plantas aromáticas (tomillo, romero, cantueso, lavanda...) por los efluvios indeseables. Y, por supuesto, con la fauna asociada: quizás no se logre reintroducir la nutria, como en El Hondo, pero se intentará con el fartet, el mújol y, evidentemente, la cerceta pardilla. Es decir, una vuelta al aspecto ancestral del río, si no el del Alebus de cuando se ahogó Amílcar Barca, al menos sí antes del hormigonado del lecho de principios de los 70, cuando no se pensaba en la sostenibilidad más allá de su aplicación a los pilares de los puentes.

Una propuesta renaturalizadora lanzada por colectivos ecologistas, a tenor de actuaciones similares en otros ríos, y apoyada efusivamente por el socio minoritario del gobierno local, Compromís, y su portavoz, Esther Díez, además de otras organizaciones y expertos en restauración fluvial. Sin embargo, al PSOE, con el alcalde a la cabeza, no le convence esta vuelta a lo salvaje en un cauce que, además (y sobre todo) es una rambla (DRAE: Lecho natural de las aguas pluviales cuando caen copiosamente).

Los partidarios de la reversión tendrán que conformarse por ahora con la renaturalización de la cola del río que anuncia nuestra consellera Mireia Mollà, i prou.

Con las laderas desmoronándose no quiere ni oír hablar de retirar cemento de la base, no vaya a ser que los taludes sigan cediendo y el cauce acabe extendiéndose hasta el Corazón de Jesús. No es el momento. ¿Ni siquiera hacer un estudio pagado con los fondos europeos? Ni siquiera. Los partidarios de la reversión tendrán que conformarse por ahora con la renaturalización de la cola del río que anuncia nuestra consellera Mireia Mollà, i prou. Algo es algo.

Igual no le falta razón a González y bastante pulmón verde tenemos ya en las laderas. Con tantos pinos, piteras, eucaliptos y matorral bajo quizás no necesitemos más productores de oxígeno puro. Por algo somos la ciudad de Europa con menos mortalidad atribuible a la falta de espacios verdes. Y es que los expertos (otros, no los de la renaturalización fluvial) advierten de que el exceso de este gas en la sangre (hiperoxia) puede ser nocivo para las células del organismo, ya que se oxidan y generan los radicales libres, capaces de originar enfermedades cardiovasculares o cáncer. O sea que oxígeno, el justo. Y eso por no hablar del nitrógeno ni de los gases nobles presentes en el aire que respiramos.

Por no hablar de otra derivada de la propuesta renaturalizadora: la eliminación de la solera del cauce se cargaría de un plumazo el artístico mural del Víbora, pintado por artistas internacionales y españoles en 1991 cuando era alcalde el socialista Manuel Rodríguez. Obra colectiva que entró en el libro Guinness de los récords, dando a Elche un nuevo y singular atractivo cultural y turístico, además de otra seña de identidad (por desgracia, nadie reclamó que fuera BIC). En 2014 se renovó y amplió el mural, con la popular Mercedes Alonso en la Alcaldía y Pablo Ruz de coordinador de Cultura, ya ven. Juan Llorens, uno de sus promotores, aún confía en una tercera edición, aunque sea renaturalizada. También el arte nos oxigena cuerpo y mente, proporcionando bienestar a las personas sensibles (número 3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU).

No es este el primer intento de mejorar el aspecto del cauce en los últimos 40 años. Ya en tiempos del alcalde Ramón Pastor, en la década de los 80, un concejal de UCD propuso hacer represas para crear pequeños embalses y habilitar en ellos un servicio de barquitas para pasear, tipo estanque del Retiro madrileño. Propuesta que, inexplicablemente, no prosperó. Por esa época, la escuadra Bárbaros de Pobladores, con el luchador Marcos al frente, organizaba galopadas de caballos junto al canal del río. Una versión de andar por casa de las carreras y persecuciones de coches que hemos visto en tantas películas de Hollywood (Grease, por ejemplo) sobre el lecho hormigonado del río Los Ángeles, en esa ciudad californiana (donde, por cierto, hay en marcha un ambicioso y millonario plan de renaturalización del cauce, aunque eliminando solo algunos tramos de la solera de obra).

Por esa época, la escuadra Bárbaros de Pobladores, con el luchador Marcos al frente, organizaba galopadas de caballos junto al canal del río.

La publicación satírica L’Encarnella desvelaba en 1983 de un supuesto concurso de ideas de mejora del río, en el que se habían seleccionado cuatro propuestas. «A la Platja, Il.licitans!» proponía un nuevo cauce en línea recta desde el pantano hasta el Lago de Elche (la frustrada urbanización proyectada en el Clot de Galvany), incluyendo un ferry entre los dos puntos; «Retorno» contemplaba una gran estación de bombeo a la altura de Carrús para enviar el caudal de nuevo hacia el pantano; «Horizontes Lejanos» planteaba el desvío hacia Crevillent a la altura del barrio de Casablanca, con un canal navegable por la avenida de Corts Valencianes. Finalmente, el ganador «Higiene y Salud» sugería colocar una gran tubería elevada sobre el cauce por la que fluiría el agua, y que estaría perforada en varios puntos formando duchas comunales y riego aéreo para jardines. Se desconoce por qué no llegó a ejecutarse este proyecto, tal vez por problemas de sostenibilidad (de la tubería).

Sin embargo, la propuesta más ambiciosa para transformar el cauce urbano del Vinalopó llegó en 2010. El equipo de gobierno PSOE-Compromís, con Alejandro Soler a la cabeza, convocó un concurso (esta vez de verdad) para convertir el trazado urbano del río en un parque lineal. Ya entonces se planteaban medidas de mejora del cauce: una laguna con simpáticas plantas macrofitas para mejorar la calidad del agua, un lago con un bosque húmedo con tarays que actuaría como filtro biológico y hasta un estanque con bosque de chopos ilicitanos para ralentizar el caudal y tamizar los sólidos en momentos de crecida. Además, las laderas se mejoraban sensiblemente e incluso se preveía la instalación de quioscos con sus terracitas y zonas de asueto. Eso es lo que tenía Soler, que no atascaba en sus visiones para la ciudad. Lo que se atascaba era su materialización.

Las laderas se mejoraban sensiblemente e incluso se preveía la instalación de quioscos con sus terracitas y zonas de asueto.

Como era de prever, de aquel magno proyecto solo se ejecutó (con fondos estatales del Plan E) la primera fase: la red de senderos y las dos pasarelas de El Valle Trenzado. Pese a los reconocimientos nacionales, la llegada del PP al gobierno municipal y la galopante crisis económica enviaron las restantes fases al baúl de los proyectos perdidos, donde ya criaba malvas y margaritas la noria-mirador del Palmeral, la otra gran ocurrencia frustrada de Soler.

Como puede verse y comprobarse estos días, en el asunto del río llueve sobre mojado. Y si lo hace con intensidad, siempre nos quedará el cauce hormigonado. Mientras, atentos a los socavones.