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Juan Lerma. Exdirector del Instituto de Neurociencias

«La depresión y la ansiedad son una pandemia más grave que la del covid»

Junto a José Luis Rozas, Juan Lerma ha escrito el libro El cerebro y las enfermedades del alma, en el que se analiza un problema de salud mental que van a más.

Juan Lerma, exdirector del Instituto de Neurociencias.

Según se deduce del título de su libro, ¿el alma humana se encuentra en el cerebro?

El concepto de alma que planteamos en el libro no tiene que ver con la idea trascendente y religiosa, basada en la fe. Nosotros planteamos un concepto de alma para definir procesos y mecanismos del cerebro que son los que crean la conciencia de lo que somos: memoria, mente, inteligencia, la forma de sentir... Son procesos difíciles de definir con una palabra, por lo que hemos usado el concepto de alma para ello. Es lo que nos hace diferentes a unos de otros y, también, lo que nos aporta características comunes.

¿Existe mucho estigma en torno a enfermedades como la depresión o la ansiedad?

Las enfermedades que afectan a la mente, y que también afectan al cerebro, tienen repercusión en la personalidad y en la forma de ser. Nos cambian el comportamiento y la manera de interpretar la vida. Uno de los objetivos del libro es quitar el estigma que tienen estas enfermedades, que son físicas y, por lo tanto, ni son demoniacas ni vienen del más allá. Afectan a un órgano y se pueden entender y llegar a curar.

La salud mental es una preocupación y ocupa un espacio amplio en la agenda pública...

El concepto de salud mental ha cambiado a uno más amplio, el de salud cerebral. No hay dualidad mente-cerebro, la mente es el producto del cerebro. Sobre lo que hablábamos antes, hay enfermedades como la depresión o la esquizofrenia que se pensaba que eran provocadas por el demonio. Hay otro ejemplo, el de la epilepsia. En la Edad Media se consideraba que el que la sufría estaba poseído. Ahora sabemos que es una protesta del cerebro entre la excitación y la inhibición.

¿La respuesta a estos problemas pasa por avanzar en los tratamientos personalizados?

Seguramente sí. El problema de las enfermedades del cerebro es que sabemos muy poco de ellas, de cómo se originan y de cuál es su causa. Al no saber muy bien cómo se originan, cuesta trabajo desarrollar tratamientos para prevenir o curar. Los que disponemos actualmente funcionan bien para tratar los síntomas, pero no para las causas. Sin conocer mejor el cerebro, no le vamos a poder meter mano a este tipo de enfermedades mentales.

¿Qué les preocupa más?

La depresión es una cosa muy seria. Estar deprimido es estar triste, por la muerte de un ser querido, por un problema sentimental... Las depresiones de origen exógeno se pasan. El problema son las depresiones endógenas, sin causa evidente, porque no sabemos cómo se generan. Son muy serias porque la posibilidad de que una persona se suicide es elevada. No se cura con paseos por el campo o con palmadas en las espalda. Hay que tratarlo con contundencia, como se atiende al que sufre migrañas. También tenemos que entender que no pasa nada por tratarse.

Según la OMS, hay 280 millones de personas en el mundo que padecen depresión...

Esto nos habla de la magnitud del problema. Hay millones de personas con problemas de depresión y ansiedad, a los que hay que sumar los que tienen problemas de adicciones generadas por el cerebro. Por no hablar del alzhéimer, el párkinson, la esclerosis, los tumores... Por covid se han infectado unos 63 millones de personas y la mayor parte se han curado. Los problemas de depresión o ansiedad, en cambio, se curan mal. Forman una pandemia más grave que la del covid.

¿De qué manera afecta esto al conjunto de la sociedad?

El coste socioeconómico, por ejemplo, es muy elevado, ya que alcanza los 800.000 millones de euros al año. Equivale a todo el dinero que la Unión Europea ha destinado al plan de recuperación de la pandemia. Tratar de entender el cerebro para poner coto a las enfermedades mentales se ha convertido en un problema urgente y no hay que escatimar inversión en ello.

¿Cómo ha afectado la pandemia al problema de salud mental que arrastra la sociedad?

Los problemas de depresión y ansiedad han aumentado significativamente, en torno a un 7%. Es mucho porque esos datos se basan en la gente que ha ido al médico. Los que no lo han hecho no están contabilizados, por lo que el número de personas afectadas es todavía mayor. Los suicidios también han crecido, hay 800.000 al año en todo el mundo. Cuando el cerebro se afecta, estamos poniendo en riesgo la vida, por las consecuencias que puede tener en nuestros actos.

¿La inversión para hacer frente a todo esto es óptima?

En España hay buena investigación. El problema general es que hay poca ciencia, somos pocos científicos. En Francia nos duplican por cada mil habitantes y en Alemania nos triplican. En el extranjero estamos bien considerados porque tenemos gran tradición desde Ramón y Cajal. La ciencia española ha sufrido una debacle con las crisis económicas pasadas, con recortes tremendos. Nos estábamos empezando a recuperar con los fondos europeos, pero el contexto actual de guerra provoca que el futuro lo volvamos a ver con incertidumbre.

¿Cuál sería la solución contra la debacle que han sufrido?

Deberíamos seguir el ejemplo de Alemania, con un pacto para no reducir la inversión en ciencia en periodos de crisis. Tendría que ser al revés, cuanta más crisis, más inversión, para no perder todo lo que se ha ganado. Es lo que ha pasado en España. Restaurar eso va a costar mucho trabajo y tiempo. También tengo que decir que hay intentos de recuperar la ciencia en España, como el centro internacional que el CSIC va a abrir en Madrid y que voy a dirigir yo. Queremos que sea un revulsivo a nivel internacional y un tractor para España.

Al margen de los problemas de salud mental, el Instituto de Neurociencias que usted dirigió realiza un gran esfuerzo en la investigación del alzhéimer...

Al igual que con las otras enfermedades, con el alzhéimer tampoco se conoce su causa. Hay diversas hipótesis y la más avanzada, la de la proteína beta amiloide, está puesta en cuestión. La muerte neuronal y la degeneración puede que no estén relacionada con ella. Estamos a la espera de obtener nuevas indicaciones, con mucha gente estudiando. Insisto en que sabemos poco sobre cómo se generan las enfermedades del cerebro. Uno de los objetivos de la ciencia es hallar causalidades, no correlaciones.

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