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Presencia masiva de palomas en las terrazas de Elche: defecan sobre los clientes, comparten mesa con ellos y se meten hasta la cocina

Bares y restaurantes de la Glorieta detectan un considerable aumento de estas aves tras la eliminación del tráfico de la calle Corredora - Algunos establecimientos han colocado búhos simulados y buscan alternativas ante las molestias a sus clientes

Aves que acuden a las mesas en busca de restos de comida, en la Glorieta. | ANTONIO AMORÓS

Hosteleros con establecimientos en la Glorieta, en pleno centro de Elche, llevan meses sin saber muy bien cómo lidiar con una de las consecuencias más inesperadas a raíz de la peatonalización de la calle Corredora y de la Plaça de Baix. Y es que, según afirman, esta pacificación del entorno ha atraído y está propiciando la proliferación de palomas, algo que no está contribuyendo precisamente a sacar adelante sus negocios después de la crisis sanitaria y, ahora, tras la generada por la invasión de Ucrania.

Sobre estas líneas, uno de los búhos dispuestos con el fin de ahuyentar a las palomas, sin mucho éxito. A la derecha, un grupo de estos animales. | ANTONIO AMORÓS

Pero ¿cómo puede ser que este animal símbolo de la paz esté causando quebraderos de cabeza a los propietarios y clientes de bares, restaurantes y cafeterías?. Según explica Roberto Sánchez, el responsable del «100 montaditos» de la Glorieta, al cerrarse al tráfico de vehículos dicha vía, esto ha propiciado que estas aves hayan empezando a acudir cada vez con más asiduidad.

Era el tráfico de los coches lo que las espantaba, pero ahora, con la bajada de los decibelios, las colúmbidas se están «adueñando» de la zona.

Y así lo tienen comprobado porque durante las procesiones de Semana Santa, con el sonido de tambores y trompetas, estas no hicieron acto de presencia. Fue desaparecer los pasos y retornar las palomas.

«Esto es constante», insiste Sánchez, quien asegura que la presencia de estos animales se ha multiplicado casi por diez. «Han perdido el miedo a las personas. Incluso cuando está comiendo la gente en las mesas acuden y no se espantan. Se meten hasta la cocina», insiste este propietario.

Así lo confirman también en el bar de al lado. «Se meten a tomar café», bromean, al tiempo que certifican que las palomas se meten hasta en el interior de los locales.

Hasta dentro de la cocina

Las molestias han llegado a un punto tal que incluso han acudido a la Concejalía de Sanidad para ver qué se puede hacer. El Ayuntamiento sabe que desde 2018 el problema ha ido a más en varias zonas de la ciudad y por eso viene apostando por pienso anticonceptivo, medida que también han adoptado en un caso similar en plaza Cataluña, en Barcelona.

En la Glorieta, la situación es tal que incluso se han comprado unas réplicas de búhos a colocar en toldos e incluso llamar a empresas especializadas (de fuera, en concreto de Toledo, porque en la Comunidad Valenciana no han encontrado) para ver si, por ejemplo, pueden poner jaulas en los altos de los edificios, para liberarlas luego en otro lugar, o incluso recurrir a los servicios de un halcón, como ocurre en el aeropuerto de Alicante-Elche. Ambas ideas, no obstante, requieren de permisos municipales y no parece fácil conseguirlos.

Aunque al principio puede representar una estampa simpática, lo cierto es que la situación pierde su gracia cuando algunas de estas aves defecan en los clientes o se sientan a la mesa con ellos para compartir lo servido.

Algunos ciudadanos opinan que la culpa en parte la tienen también los propios establecimientos por dejar más tiempo de la cuenta los restos de comida en las terrazas, algo que rechazan desde los propios negocios que subrayan que las palomas parece que ya les dé igual que haya clientes o no. Y el problema, avisan, puede ir a más este verano en cuanto se retiren todos los paravientos.

Quién iba a decir que quitar el tráfico del centro iba a propiciar la llegada de palomas. Y es que en Elche la peatonalización ha traído consigo consecuencias que nadie se podía imaginar.

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