Hay veces en las que trabajar en lo que te gusta, en eso para lo que te has preparado durante media vida, no es suficiente. Hay ocasiones en las que la ilusión que supone ejercer tu vocación no puede con todo. Esa es la dura reflexión que se puede sacar después de leer el testimonio de un profesor de Geografía e Historia en un instituto de Elche, que ha contado en un hilo de Twitter los difíciles momentos que ha vivido este último curso.

El docente realiza en su publicación un resumen de su año académico, que define como "duro" y "difícil" y del que asegura que le ha llevado al límite. "He estado a punto de tirar la toalla", confiesa. Su relato, elaborado a lo largo de varios tweets, ha generado un importante revuelo con cientos de interacciones y un sinfín de comentarios, la mayoría de otros profesionales de la educación que comparten su visión y afirman sufrir circunstancias similares.

El profesor de Elche destaca por encima de todo la dificultad que se ha encontrado para cumplir su labor más elemental: dar clase. Pueyo detalla que ha tenido aulas con más de 30 alumnos, y que más de la mitad de ellos se dedicaban a hablar, molestar a los demás y a "reventarle" la clase. El profesional de la enseñanza continúa con su explicación y afirma que no se rindió al ver el panorama. "Pronto comencé con las sanciones: partes, algún expediente, etc.", pero estas medidas no sirvieron de mucho.

"La cosa no mejoró para nada. Al contrario", lamenta el docente. A pesar de contar con el apoyo de la dirección y de la jefatura de estudios del centro, la situación en su clase seguía siendo la misma por mucho empeño que pusiera, tal como él mismo indica. "Lo intenté todo: poner exámenes sorpresa, castigar sin patio a los que habían molestado...", relata el educador, que señala que incluso llegó a recibir insultos por parte de varios estudiantes. 

"Calvo", "cabezón" o "gilipollas", fueron algunas de las palabras que tuvo que escuchar en determinados momentos del curso. Sus autores camuflaron su voz entre la multitud y el alboroto del aula para mantener oculta su identidad, por lo que se desconoce qué alumnos fueron los responsables.

Los episodios no terminaron aquí. En uno de sus intentos por reconducir el rumbo de la clase, el profesor reconoce que cometió un error. Propuso una actividad en la que se requería el uso del móvil, eso sí, bajo su supervisión, pero se acabaron produciendo actos que escaparon a su control. El asunto terminó con la grabación de una profesora y el descubrimiento de que una parte de los alumnos compartían en un grupo de WhatsApp fotos del profesor que encontraron en las redes sociales. El tema terminó con dos expedientes y dos expulsiones, según expone el docente en su publicación.

Su testimonio va a más y el profesor apunta que él no fue la única víctima del mal comportamiento de parte de la clase. "Entre la de gente habladora, impertinente y malcarada, había también una minoría que quería aprender. A uno de ellos le cogieron manía y lo empezaron a insultar y acosar", manifiesta Pueyo, que no esconde su frustración al ver este tipo de situación y también al descubrir que esta mala conducta solo se daba en su materia. "Me di cuenta de que se portaban mal solo conmigo y con otra compañera pero no con otros profesores", reconoce.

Ante este contexto, no le quedó otra que comunicarse con los padres y tutores de los alumnos en busca de una solución que tampoco llegó por esa vía. "Tampoco funcionó demasiado: hubo expedientes, algunos expulsados, castigos, etc. Pero la tónica no cambió. Siguieron los alumnos que molestaban, que destrozaban la clase... llegaban tarde, no sacaban ni una libreta", cuenta el profesional, que confiesa decepcionado que algunos de los buenos estudiantes se han ido pasando al otro bando: "Más de uno se va a llevar un sorpresón con las notas finales".

El profesor llega a la parte final de su hilo a modo de conclusión en la que critica el estado actual de la escuela pública, a la que califica como una "guardería de gente malcriada y niños insolentes", y la poca colaboración de muchas de las familias: "Llamas a casa y te dicen que 'no puedo hacer nada' o 'haga usted lo que pueda'". Un cúmulo de factores que no deparan nada bueno, según su opinión: "Esta degradación que irá a peor con la nueva ley educativa que impide la repetición de curso".