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La búsqueda de los 14 fusilados en Elche saca a la luz restos con signos de violencia y balas

Las exhumaciones en el Cementerio Viejo llegan a su fin sin certezas de haber hallado a las víctimas pero sí con indicios esperanzadores en un osario común con miles de huesos

Trabajos de investigación realizados en un laboratorio de campaña instalado en la capilla del cementerio, una vez extraídos los huesos. | ÁXEL ÁLVAREZ

En más de setenta cajas llenas de restos óseos y en los últimos centímetros de una fosa común de cinco metros de profundidad se buscan respuestas. Las que llevan esperando más de ochenta años los familiares de 14 víctimas del franquismo de Elche, Crevillent y de Aspe que fueron fusiladas en 1939 y arrojadas al aljibe del Cementerio Viejo. La segunda fase de las exhumaciones en el camposanto están llegado a su fin sin certezas de haberlas encontrado, pero sí con indicios esperanzadores.

Fragmentos de huesos y de un cráneo, entre la ingente cantidad de piezas halladas. | ÁXEL ÁLVAREZ

Huesos que presentan signos de haber sufrido una muerte violenta, proyectiles de fusiles y cartuchos de pistolas son las evidencias que, en esta segunda fase de excavaciones retomada en mayo, se han encontrado los investigadores de la Asociación Científica ArqueoAntro. «Todas estas señales indican que estamos en el contexto pero no se puede asegurar nada porque queda la parte del análisis genético que hay veces que se puede alargar años y años», señala Miguel Mezquida, arqueólogo y fundador de esta entidad.

El descenso de uno de los investigadores al osario común. | ÁXEL ÁLVAREZ

Y es que la gran complejidad que lleva a aparejada los trabajos de búsqueda en este aljibe es la ingente cantidad de huesos hallados en lo que se ha utilizado durante más de un siglo como osario común. Ha sido en la parte final, donde los especialistas han hallado esas posibles evidencias, que son fragmentos de huesos con posibles traumatismos perimortem (periodo alrededor de la muerte).

Una de las setenta cajas con huesos extraídos de la fosa. | ANTONIO AMORÓS

«El inconveniente es que en este lugar medio improvisado se metieron personas que podían provenir de los llamados nichos de beneficencia», explica Mezquida. Los cementerios tienen una zona civil donde hay personas que han muerto por causas judiciales, ocupan nichos provisionales que si nadie los reclama, al cabo del tiempo se vacían y los restos mortales acaban depositados en osarios como el que ha sido exhumado.

Una de las balas encontradas en el osario común. | ÁXEL ÁLVAREZ

La pregunta que se hacen ahora los investigadores es si esos huesos que presentan signos de violencia corresponden con las víctimas o no, lo que tiene que determinar el estudio del ADN. «Nuestra duda es si son los represaliados del franquismo o los restos óseos con heridas pertenecen a otras personas con causas judiciales enterradas allí entre los años cincuenta o los ochenta», indica el arqueólogo.

El interior del aljibe del Cementerio Viejo, a cinco metros de profundidad, durante las exhumaciones. | ÁXEL ÁLVAREZ

Por ello, confirmar el hallazgo por ahora es imposible pese a haber encontrado esos huesos afectados porque hay una mezcla de restos tanto temporal como de conservación. Para hacerse una idea de la ingente cantidad de lo que ahí allí abajo, es como si cada año se vaciaran 200 nichos y se fueran arrojando los huesos a un mismo lugar. «El cementerio es de principios de siglo XIX y se habla de que el osario se dejó de utilizar en los años ochenta, por lo que puede haber restos de todo ese arco», puntualiza el arqueólogo y también fundador de la asociación, Alejandro Calpe, a pie de fosa.

Pese a estos indicios esperanzadores, los trabajos de exhumación han estado rodeados desde el principio por la incertidumbre y no solo por la complejidad de la intervención, ya que hay ciertas incongruencias en los testimonios de los familiares. Desde el equipo técnico ha trabajado con la principal hipótesis de los descendientes de los represaliados: que se estrenó el osario con los cuerpos de las víctimas.

Sin embargo, según los arqueólogos, hay otras familias que creen que igual en el cementerio ilicitano solo se enterraron a las seis víctimas de Crevillent porque a los seis de Elche se les dio sepultura de forma individualizada y uno de los dos vecinos de Aspe fue trasladado. Tampoco tienen claro del todo si los arrojaron a la fosa en 1939 cuando fueron fusilados o si se tiraron allí después. Otro relato con el que trabajan los investigadores es el de que los cuerpos de los 14 asesinados se enterraran en una capa por debajo a la de la fosa que ahora estudian.

Laboratorio de campaña

Para tratar de resolver todos los misterios que envuelven el paradero de las víctimas del franquismo, los investigadores trabajan a cinco metros bajo tierra y también en la capilla del cementerio. Calculan que el volumen de huesos extraídos del osario podría ser diez veces mayor al del año pasado cuando la anterior empresa realizó las exhumaciones durante dos meses y dejó la fosa excavada a algo menos de la mitad.

El trabajo que realizan se divide en tres fases. Primero, tiene lugar la extracción de tierra y de huesos; después, al lado del ajibe se hace un cribado y una selección al lado del aljibe para, posteriormente, en el laboratorio de campaña, forenses hacen una revisión y un primer estudio previo analizando, entre otras cosas, los traumas encontrados. Será ya, en una siguiente etapa cuando especialistas realizarán un genético para ver si esas piezas óseas corresponden con los fusilados. Un laborioso proceso cuyo desenlace es totalmente incierto.

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