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La pérdida de playa en La Marina aviva el temor a perder concesiones

El litoral de la pedanía tiene más de 100 viviendas de aperos alegales tras ser anteriores a la ley de Costas y los inquilinos viven al día sin saber si tendrán que abandonarlas - Hosteleros piden soluciones para que el turismo no se resienta

La pérdida de playa en La Marina, en vídeo

La pérdida de playa en La Marina aviva el temor a perder concesiones Áxel Álvarez

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La pérdida de playa en La Marina aviva el temor a perder concesiones J. R. Esquinas

La pérdida progresiva de metros de playa en La Marina con el paso de las décadas, y tras los temporales de abril que han dejado hasta ahora zonas sin arena, ha avivado el temor que tienen los concesionarios de viviendas en primera línea y los restaurantes a que la administración les invite a desalojar la zona.

En el litoral de la pedanía ilicitana hay más de 100 viviendas de aperos que se construyeron en la década de los cuarenta para proteger las pinadas y más zonas residenciales de las dunas de arena. En la actualidad el porche de estas casas se separa entre uno y dos metros de las escolleras sobre las que impacta el oleaje, por lo que cuando hay temporal el agua acaba alcanzando buena parte de ellas, que hacen de muro de contención, y se han documentado varios destrozos.

Viviendas que se construyeron en la primera mitad del siglo XX en la playa de El Pinet, esta semana. | ÁXEL ÁLVAREZ

Tal y como indican a INFORMACIÓN inquilinos de esas viviendas, alrededor de 1946 se pactaron concesiones por 99 años. Si bien, estos permisos no llegarán a 2045 regulados porque hace prácticamente un lustro la Dirección General de Costas, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, dejó por 2018 estas construcciones en una situación de alegalidad al ser edificaciones anteriores a la ley.

Esas viviendas fueron utilizadas por pescadores en los inicios y después sirvieron de segunda residencia para veraneantes de municipios como Crevillent o Catral. En estos momentos es fácil observar familias al completo allí hospedadas que las alquilan por algunas semanas.

Los moradores viven con la incertidumbre de saber hasta cuando podrán estar allí porque la intención futura de la administración, y no solo en esta parte del litoral, es que se vaya despejando el dominio público marítimo terrestre. Este diario ha tratado de contactar con representantes de la Dirección General para conocer qué pasos se piensan dar, sin éxito.

Bañistas paseando en El Pinet donde antes había arenal. | ÁXEL ÁLVAREZ

Paco pasa sus días desde hace 11 años en una de esas casitas y reconoce que le preocupa el futuro del inmueble después de todos los recuerdos que atesora, ya que desde 1978 allí vivieron durante décadas también sus padres. «Con el empeño de tirarnos nos dijeron que nos mantenían la concesión hasta 2018», cuenta.

A partir de ahí remitió él y otros usuarios escritos para renovar permisos, y según este residente Costas está mandando cartas declinando esa renovación. Este vecino resalta que no hay ninguna de esas construcciones abandonada y defienden que «no le hacemos daño a nadie, no molestamos y encima nos preocupamos por mantener la playa», explica. Aunque algunas viviendas tengan una apariencia deteriorada, este residente señala que, al menos en su caso, está continuamente haciendo arreglos a pesar de que el viento se encarga de oxidar ventanas y bisagras.

Juan B.Quesada tiene unas vistas privilegiadas del mar. Reside en una de estas propiedades desde hace décadas y todos lo conocen por la zona. Cree plenamente que la inestabilidad con el nivel del mar se acrecentó con la construcción al revés del espigón de más de 500 metros de Guardamar en la década de los noventa. Tanto este residente como vecinos de la playa de Babilonia la Vega Baja también creen que aquella construcción del Estado trajo un problema ambiental que persiste para regenerar la playa y mantener las viviendas con garantías.

La situación de los negocios es similar. Según trasladan a este diario desde uno de los restaurantes, «a Costas no le interesa que sigamos». Explican que la concesión está afectada también por la ley y les genera desasoiego, pero, al tiempo, aclaran que siguen trabajando de forma legal porque no se les ha notificado el abandono del terreno, según María Gallego, responsable del Hostal Galicia.

Le gustaría que se permitiese ampliar las concesiones «pero Costas no quiere, y el motivo no sabemos cuál es porque somos una empresa que da trabajo a casi 20 personas durante todo el año, y más en temporada alta». Entiende que sin servicios como el suyo la playa estaría abandonada.

Sentimientos encontrados

Lo que está claro es que entre turistas y residentes hay ciertos sentimientos encontrados ahora que hay una regresión de la playa. Por una parte hay quiénes no ven con buenos ojos esas construcciones, de unos 115 metros cuadrados, tan cerca del mar, porque consideran que en su momento podían tener sentido pero no ahora, por lo que plantean que las playas deberían ser completamente vírgenes.

«La naturaleza es imparable y tenemos que convivir con ello, y diría que el cambio climático está detrás de estos cambios», apunta David Molinero, vecino de Santa Pola que frecuenta cada semana el entorno de El Pinet.

Si bien, otra parte considera que se trata de un icono cultural para la pedanía que debería preservarse y protegerse, al igual que los restaurantes que recorren la primera línea.

El presidente del PP en Elche, Pablo Ruz, esta semana se sumaba a la reivindicación de una parte planteando que se recuperen estas edificaciones para asegurar el turismo en la zona, y que se regenere la playa para llegar a los 200 metros de arena que había hace algunas décadas, señalaba.

Y lo hacía después de que la asociación vecinal Pinomar expusiera al alcalde, en el debate del estado de la ciudad, los servicios que siguen haciendo falta en La Marina.

El colectivo apunta que desde antes de la pandemia están tratando de entablar contacto con la Dirección Provincial de Costas para que les explique si hay soluciones para regenerar la playa y ganar metros de arena como antaño.

Al hilo, reprochan que desde el gobierno local no se está remando en este sentido para que la administración central escuche las preocupaciones vecinales. Como han expresado en multitud de ocasiones, sienten que esta pedanía, la más alejada del núcleo urbano de Elche, está olvidada y que no se hace promoción de sus recursos hasta el punto de que muchas veces hay medios que la relacionan con Alicante o incluso Santa Pola antes que con Elche, lamentan.

Carolina Sánchez, vecina y secretaria de Pinomar, reprueba que los titulares del dominio público marítimo terrestre están dando el silencio por respuesta a la pérdida de arena, sin que se haya anunciado alguna solución como dragar la zona. Asevera que la pedanía también vive del turismo y los negocios pueden verse afectados de esta incertidumbre. «Es como que hay una enfermedad y no te curo, al final te acabarás muriendo», cuenta esta usuaria a colación de que Costas no les responde ni plantea actuaciones en la playa.

Marisa Sánchez, representante pedánea de La Marina, expone que están pendientes desde el Ayuntamiento de una reunión con Costas para que informen de los estudios realizados y posibles soluciones. «Queremos tratar la regresión del litoral así como los demás problemas generados por el cambio climático, porque los temporales marítimos son cada vez más frecuentes», asevera.

Hosteleros ya pronostican que esta temporada de verano puede ser complicada. A pesar de que es el primer verano sin restricciones a causa de la pandemia de coronavirus, hay negocios que temen pérdida de clientes si no hay playa, ya que el bañista que se toma un refrigerio tras tomar el sol puede perderse porque hay tramos en los que no hay ni un resquicio para dejar la sombrilla y la hamaca.

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