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Explosión de vida en el Clot

Las lluvias de primavera elevan el nivel de las charcas a los 2,5 metros de profundidad y, con ello, la biodiversidad de este paraje, a pesar de las olas de calor - Ya se contabilizan más de 250 especies de aves y se espera una gran temporada de cría

Un hombre observa a un gran grupo de aves acuáti- cas en la charca natural del Clot de Galvany. antonio amorós | ANTONIO AMORÓS

El Clot de Galvany es un vergel. Las frecuentes precipitaciones de esta primavera, una de las más lluviosas que se recuerdan, han provocado el aumento del nivel de agua de las charcas y también más superficie sumergida en este humedal, lo que está atrayendo a un amplio número de especies, sobre todo de aves, que están colonizando este peculiar paraje natural rodeado de urbanizaciones de Elche y Santa Pola. A ello se une el agua regenerada de una depuradora de Aigües d’Elx que garantiza la supervivencia del espacio que hace 17 años la Generalitat declaró como el primer Paraje Natural Municipal de Elche.

Las lluvias también han beneficiado a la vegetación, como la que rodea a este búnker. Antonio Amorós

El Clot de Galvany es un auténtico paraíso para las aves acuáticas. Ya son más de 250 especies las que se contabilizan en este paraje, a las que se suma el medio centenar de mamíferos y reptiles. Tanto la charca natural que da nombre al espacio, y que en los 90 tuvo que ser llenada tras desecarse a finales de los 70 con la intención de construir allí una marina con grandes bloques de viviendas, y que el Ayuntamiento consiguió parar, como las artificiales (la última inaugurada en 2021) están a rebosar de aves acuáticas y de especies vegetales (hay más de 500 especies identificadas) a las que también les han favorecido las últimas lluvias. En la charca natural actualmente hay 2,5 metros de profundidad, nunca antes vista ya que normalmente es de poco calado. Las olas de calor tampoco han afectado.

Empleados del paraje muestran un galápago leproso antes de ser liberado en una de las charcas. Antonio Amorós

La consecuencia más positiva es que se espera que esta temporada de cría sea la mejor que se recuerda en este espacio natural, como señala el director del espacio y biólogo municipal de Elche, Juan Carlos Aranda. «Las aves tienen más espacio para alimentarse al haber más agua por lo que al haber más recursos esperamos que las aves saquen adelante más pollos», indica.

Una cerceta pardilla, especie en peligro crítico de extinción que vive en el Clot, emprende el vuelo. Antonio Amorós

Llovió tanto en primavera que, incluso, un de las sendas se inundó. La naturaleza vuelve a ganar así espacio en esta zona natural en la que casi parece un milagro que haya tanta vida animal a escasos metros de los enormes bloques de apartamentos de la que también es una importante zona turística. «Llevamos encadenadas dos DANA ya este año y al sistema no le da tiempo a absorber toda ese agua», explica Aranda. En marzo, el mes más lluvioso desde que se tienen registros, se recogieron en el paraje 150 litros de lluvia, cuando la media anual en la zona es de 279 litros, y con las precipitaciones de abril y mayo casi ya se ha llegado a lo recogido habitualmente en 12 meses.

No obstante, la principal fuente de agua de la que se sirve el paraje es el aprovechamiento de las aguas regeneradas a nivel terciario, tanto para abastecer las charcas como la cubierta vegetal del paraje natural ilicitano. La depuradora de Aigües d’Elx, empresa participada por Hidraqua y el Ayuntamiento de Elche, hace posible que haya una lámina de agua todo el año. Se ubica en Arenales del Sol y la inmensa mayoría de sus excedentes son aprovechados para el paraje, mientras que otra pequeña parte se dirige a algunos campos de cultivo de los alrededores. Una vez recuperada la calidad mediante un proceso con el uso de bioreactores de membranas, el agua llega diariamente al paraje natural entre la medianoche y las 8 horas a través de unas bombas sumergidas. La planta depuradora de Arenales del Sol es la encargada de tratar las aguas usadas de las pedanías ilicitanas de Torrellano, El Altet, Arenales, Perleta, Valverde y Balsares y también del parque industrial, entre otros puntos. Sin ese agua recuperada, las condiciones climatológicas de sequía acabarían secando este humedal.

Presión humana y urbanística

Las charcas artificiales, o de contacto, se dispusieron para liberar de presión humana a la natural. Están situadas cerca del centro de recepción «y hacen de gancho para que la gente, de forma cómoda y sin andar mucho, vea los patos y aves y evitar que se acerque mucha gente a la charca natural», explica Aranda. Una de ellas, la del Carabassí, se destinó a las aves zancudas, aunque ahora se ha aumentado el calado y gran parte de la misma alberga otras especies. Otra de las charcas se diseñó para gestionar el agua sobrante y se hizo aprovechando una extracción ilegal de tierras que hasta 1996, cuando el Ayuntamiento comenzó a gestionar el paraje, era un vertedero.

Pese a ubicarse entre zonas urbanizadas, el Clot del Galvany alberga algunas de las especies de aves más valiosas de la península Ibérica, como la cerceta pardilla (en crítico peligro de extinción) y la malvasía cabeciblanca, ambas especialmente protegidas. De hecho, el Clot de Galvany participa con la Conselleria de Transición Ecológica en un proyecto europeo de reforzamiento de las poblaciones naturales de cerceta pardilla. La Generalitat tiene un centro de cría en cautividad, de referencia internacional, y después las plantas se liberan en zonas donde pueden desarrollarse, como esta. «Es el tercer año en el que colaboramos y se sueltan 30 ejemplares al año», señala el biólogo municipal.

También destacan las cigüeñelas, la focha, el pato colorado o el azulón o las gallinetas. El valor del Clot de Galvany no se reduce al aspecto ornitológico ya que hay anfibios, reptiles (culebras y galápago leproso), pequeños mamíferos como jinetas, liebres, zorros y jabalíes, y una gran variedad de insectos, así como numerosas especies de flora.

El Ayuntamiento de Elche está trabajando con la Conselleria de Transición Ecológica para ampliar el paraje con las parcelas adyacentes, impidiendo los desarrollos urbanísticos en sus inmediaciones, incluyendo el Fondet de la Senieta. El objetivo es duplicar la zona de salvaguarda y pasar de las 366 hectáreas actuales a casi 800. Todo, en un espacio dunar combinado con loma mediterránea y saladares que también alberga otros valores culturales e históricos, como restos de la época romana, concretamente una granja de entre el siglo I antes de Cristo y el IV d.C., y otros vestigios posteriores, como una ermita del XVII y media docena de búnker y trincheras de la Guerra Civil. El Clot cuenta con un Aula de la Naturaleza y un vivero con ejemplares arbóreos autóctonos.

Éxito del proyecto para introducir el amenazado nenúfar blanco

El Clot de Galvany logra la floración de la planta acuática en un cercado especial para protegerla

El programa para recuperar e introducir el nenúfar blanco europeo (Nymphaea alba) en el Clot de Galvany está siendo un éxito. Los primeros ejemplares ya han florecido tras ser plantados hace un año en una de las charcas artificiales y protegidos con un cercado especial. Se trata de una nueva incorporación de flora que se une al ya largo listado de especies que habitan en este espacio natural. Los ejemplares proceden de los viveros de la Generalitat y se trata de un programa de introducción de esta planta acuática en la Comunidad Valenciana, donde era muy abundante y cuyas poblaciones se han visto reducidas en los últimos años a causa de diversas amenazas como la desaparición o transformación de sus hábitats, la contaminación de las aguas, la eutrofización, la recolección abusiva para uso ornamental o la proliferación de especies exóticas invasoras.

Los nenúfares blancos, especie catalogada en peligro de extinción, están encerrados en unos jaulones con redes para evitar ser el alimento de las especies animales que allí conviven y permanecerán allí hasta que adquieran un tamaño considerable los rizomas. «El año que viene ya introduciremos los ejemplares en el paraje», explica el director del espacio y biólogo Juan Carlos Aranda. El objetivo es que la especie pueda reproducirse a medio plazo por todas las charcas.

Los ejemplares han superado el primer año, el más crítico. «Una vez superada la invernada, cuando pierde hojas y es un momento delicado, vemos que se ha adaptado y ahora con la floración está casi lista para soltarse», indica Aranda.

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