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Institutos de Elche prohíben ya el uso del móvil en todo el centro para poner freno a la adicción

Los docentes detectan que el abuso de los teléfonos afecta no solo al rendimiento escolar sino al aislamiento de los estudiantes y admiten que hay jóvenes que piden ayuda para desengancharse

Alumnos con sus teléfonos móviles a las puertas de un instituto de Elche. | ANTONIO AMORÓS

Institutos de Elche han empezado a restringir el uso de los teléfonos móviles no solo en las aulas, sino en el interior de los centros e incluso en los patios. El Severo Ochoa ha comenzado con esta contundente medida este curso, al igual que lleva haciendo más de siete años el Cayetano Sempere. Entre otros ejemplos, en la La Asunción se requisan si usan en clase o por los pasillos y se devuelven al día siguiente y en el Misteri d’Elx preparan taquillas de móviles para que los propios alumnos los dejen guardados mientras asisten a clase.

«Desenganchar» a los menores de las nuevas tecnologías, al menos dentro del horario escolar, es el difícil reto que se han marcado los centros de secundaria donde en algunos casos los propios chavales son los están llegando a pedir ayuda a los profesores para atajar la dependencia que tienen a los smartphones.

La adicción a las pantallas está afectando al rendimiento escolar, hasta tal punto que hay docentes que advierten que se encuentran alumnos más dormidos en clase porque se acuestan muy tarde pegados a los teléfonos. A eso se suma que esta era digital está dejando estampas tan extendidas como la de jóvenes en los patios que solo atienden a sus móviles y que cada vez se relacionan menos cara a cara con sus compañeros.

La realización de fotografías y grabaciones de vídeo dentro del centro, el uso del teléfono para acceder a páginas web no educativas, el acceso a redes sociales durante las clases y durante el recreo y la utilización de los dispositivos electrónicos para copiar durante los exámenes e, incluso, fotografiarlos, son los problemas que se detectan en los centros de manera habitual.

Atajar el uso inadecuado de los dispositivos electrónicos está, por ahora, en el tejado de los institutos, ya que la Conselleria de Educación deja a los propios centros educativos que a través de sus regímenes internos puedan prohibirlos siempre que no sean necesarios para llevar a cabo las tareas docentes. Una decisión que no está resultando fácil para las direcciones y jefaturas de estudio por la dificultad de establecer unos límites, pero sobre todo, por lo complicado que es vigilar que se cumplan con las restricciones fuera de las aulas.

El Severo Ochoa es el último ejemplo donde desde este curso han decidido declarar el centro «libre de móviles». Y eso se traduce en que el alumnado no puede usar el teléfono en ningún lugar del centro, excepto en casos de emergencia y cuando tienen que hacer una llamada lo comunican a los profesores.

Su directora, Mercedes Valero, explica que lo que buscan con esto es «crear un ambiente más sano, queremos ver a los niños jugando y riéndose y no pegados a los teléfonos». Es por eso por lo que la dirección de este instituto decidió el pasado curso realizar una consulta al profesorado y votaron entre tres opciones, siendo la más puntuada la de prohibirlos en todo el centro. Después, la medida fue aprobada por el consejo escolar, en el que están representadas las familias y los alumnos.

«Estamos viendo en estas primeras semanas que están respondiendo bien, que se relacionan y que tienen su momento de desconexión. Además los familiares lo están agradeciendo», apunta la directora del Severo Ochoa.

Y no son solo los alumnos los que están teniendo que obedecer a esta medida, también son los docentes los que tienen que dar ejemplo. Por eso, en este instituto los docentes únicamente tienen permitido el uso de móviles en la sala de profesores.

Problemas por los vídeos

El Cayetano Sempere, probablemente el pionero en la ciudad en restringir de forma total los móviles, expone a los familiares y alumnos al inicio de curso esta norma, junto a otras del centro, en un formulario que tienen que firmar. Excepto autorización o actividad pedagógica que lo indique, el teléfono está prohibido en todo el centro, incluidos los patios, un lugar que como indica su director, Miguel Ángel Ferrández, «es donde más problemas puede haber por la grabación de vídeos, lo que está completamente prohibido».

Para controlarlo, los profesores que hacen la «guardia» en los patios se encargan de vigilar que nadie se saque un smartphone del bolsillo y en caso de detectarlos se requisan, hasta que lleguen familiares a recogerlos. En caso de que los alumnos se nieguen a esta orden se enfrentan a un parte disciplinario.

Conseguir un instituto libre de móviles es una medida que intentó poner en marcha La Asunción, pero finalmente, por lo complicado que resultó que lo cumplieran, tuvo que limitarlo al interior del edificio, donde si ven a alumnos con móviles se confiscan hasta el día siguiente y también son los padres los que tienen que ir a recogerlos, tal y como explica su director, Félix Arias.

El Misteri d’Elx es otro instituto de la ciudad donde los móviles tampoco se pueden sacar en clase, pero va a poner otro tipo de medidas con alumnos voluntarios: taquillas para guardar los teléfonos en horario escolar, un proyecto piloto que están probando para ver si funciona.

Su directora, Arantxa Martín-Martín, considera, no obstante, que merece una «reflexión profunda» cómo enfocar el uso del móvil en los centros, ya que, por un lado, es una «herramienta que tiene bondades como es el acceso a la información y, por otro lado, también genera un peligro por no hacer un buen uso».

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