Adiós a toda una vida «de revista» en el centro de Elche

Cierra el último quiosco tradicional en Elche, tras medio siglo dando servicio en el centro, por la jubilación de Vicenta y José Antonio, sus propietarios

Vicenta Sánchez y José Antonio Agulló junto a su quiosco esta pasada semana.  | ÁXEL ÁLVAREZ

Vicenta Sánchez y José Antonio Agulló junto a su quiosco esta pasada semana. | ÁXEL ÁLVAREZ / j.r.esquinas

J. R. Esquinas

J. R. Esquinas

Si volviera a nacer, ¿se dedicaría de nuevo a la venta de prensa? Sí». Esa es la contundente respuesta que Vicenta Sánchez dio a este diario hace treinta años en una de sus primeras entrevistas. Si a esta ilicitana le volvieran a repetir la pregunta respondería lo mismo, porque tanto ella como su marido, José Antonio Agulló, han construido toda una vida entre revistas y periódicos en el Paseo de les Eres de Santa Llúcia.

Sin embargo la aventura llegará a su final este martes, ya que ambos han anunciado la jubilación, lo que supone que cierre el último quiosco tradicional que quedaba en Elche. Este pequeño puesto de venta desmontable quedará vacío y todavía se desconoce si volverá a ser ocupado por alguien ajeno a la familia, ya que la concesión no se ha caducado y no hay relevo generacional a la vista.

El matrimonio muestra recortes de prensa de estas décadas donde aparece el punto de venta.  | ÁXEL ÁLVAREZ

El matrimonio muestra recortes de prensa de estas décadas donde aparece el punto de venta. | ÁXEL ÁLVAREZ / j.r.esquinas

Los vecinos, consternados

Lo que está claro es que desde hace días hay consternación en el centro y los clientes que se han enterado de la noticia del cierre lanzan la misma pregunta: «¿Y ahora qué voy a hacer yo?». Y lo cierto es que el quiosco se ha convertido en parte de la identidad de la zona y también ha conocido muy de cerca las consecuencias del declive del papel debido al protagonismo de las nuevas tecnologías.

Varios de los momentos de venta de periódicos en este quiosco hace más de dos décadas. | INFORMACIÓN

Varios de los momentos de venta de periódicos en este quiosco hace más de dos décadas. | INFORMACIÓN / j.r.esquinas

Los tiempos están cambiando a marchas forzadas y este pequeño punto de venta estaba resistiendo, gracias, sobre todo, a la clientela fiel, que conforme han ido pasando los años tenía una edad más avanzada.

Y es que, como anécdota, y tal y como comprobó este diario desde allí mismo, una buena parte de los jóvenes que se acercan al puesto, lejos de comprar una revista o incluso chucherías, piden que les den cambio. Digamos que Vicenta y José Antonio no sólo han sostenido un negocio, si no que han hecho cierto servicio público ya que han llegado a entregar en moto la prensa a centros sociales y zonas de la ciudad donde el vecino no tenía donde comprarla.

Adiós a toda una vida «de revista»

Adiós a toda una vida «de revista» / j.r.esquinas

Buenas amistades

Reconocen que los que hoy son sus mejores amigos empezaron siendo clientes, y terminaron siendo ambas cosas, hasta el punto que tal era la confianza de algunos que les dejaban las llaves en el puesto cuando se iban de vacaciones por si las perdían en el viaje.

«Tuve un puesto en el Mercado y siempre me llevaron la prensa. Tienen que acogerse a su derecho porque han estado muchos años pasando frío y calor, tienen que vivir la vida». José Rubio es uno de tantos amigos que el matrimonio ha logrado hacer en estos años de andadura.

Y es que la gente más cercana siente añoranza, pero al mismo tiempo una completa alegría por ellos, porque podrán vivir experiencias que el trabajo no les ha permitido, aunque están muy emocionados porque no saben cómo despedir una vida que iniciaron los fundadores, Paquita Macià y Antonio Sánchez, padres de Vicenta.

Una vida de sacrificios

Explican a INFORMACIÓN que han hecho muchos sacrificios porque no han faltado ni un día al puesto de lunes a domingo desde las 7 de la mañana y hasta la noche. No saben lo que son vacaciones ya que si hacían una escapada, como muy lejos a València o Granada, la vuelta era el mismo día para no desatender el negocio.

«Creo que al final no lo hemos hecho tan mal con tres hijos con sus carreras», resalta con orgullo Vicenta, en compañía de su hija Almudena, quien desde bien pequeña ha ayudado en el negocio como hizo su madre cuando apenas tenía doce años.

Ambas miran un completo dossier con decenas de recortes de prensa con recuerdos de aquellos tiempos dorados.

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