Elche
El mar da una tregua a La Marina
Las playas ilicitanas recuperan los metros de arena que se perdieron en verano aunque los vecinos insisten en que se trata de un «espejismo» y afirman que la situación sigue crítica porque Costas desoye sus reivindicaciones de invertir en la regeneración
Hace unos meses, en pleno verano, pasear por algunos puntos de las playas de La Marina podía resultar incluso una temeridad. El mar se comió prácticamente toda la arena, las olas golpeaban con fiereza los muros de casas y restaurantes, y dejar la sombrilla junto a la hamaca era arriesgar demasiado.
Si bien, con la entrada en el 2023 las riberas lucen mejor, ya que los paseantes han podido ganar metros de arena, aunque ahora el frío no acompañe demasiado para hacer caminatas por la franja litoral. A pesar de que echando un vistazo el mar haya dado una tregua a La Marina, los residentes insisten en que la pedanía necesita una solución urgente para que no se repitan capítulos como el de la pasada temporada alta que atenten contra el turismo y la convivencia, además de repercutir en el entorno natural.
Espejismo
Desde la asociación vecinal Pinomar son muy claros y, a preguntas de INFORMACIÓN, indican que el fenómeno que actualmente cualquier persona puede observar se trata de un «espejismo».
Isa Valentín, presidenta del colectivo, que precisamente hace unos días se concentró en Madrid para reclamar una Ley de Costas efectiva que apueste por la conservación, señala que actualmente las playas están más calmadas porque «cuando cambia el viento a Poniente parece que regresa la arena pero es que el mar se retrae un poco, no se la causa científica pero ha pasado históricamente en La Marina, pero arena hay la misma o menos».
La representante vecinal señala, además, que el viento de Levante es el que prima en la pedanía, «que es el que se va llevando arena y no se repone por falta de sedimentos porque el río Segura es un río muerto y no los aporta a la desembocadura».
Condicionantes
Desde la asociación explican, además, que la situación cada vez es más crítica y lo achacan también a la construcción de espigones como los del puerto de Guardamar y en playas de Santa Pola. «Hay muchos motivos, se han cambiado las corrientes y ya no hay aporte de arena en la playa».
Valentín reconoce que el problema tiene difícil solución pero cree que «hay paliativos porque se pueden hacer estudios, o incluso algún tipo de espigón para que el oleaje no sea tan agresivo».
Reprochan, por tanto, que la administración no está invirtiendo. «Costas y por ende el Ministerio de Transición Ecológica quieren que la naturaleza se encargue de hacer su trabajo y no van a actuar, las actuaciones están reservadas para puertos y empresas privadas pero para playas vírgenes como las nuestras cero inversión». Reprueban, también, que llevan un año y medio intentando reunirse con representantes de Costas, sin éxito.
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