Judo para acabar con el bullying: un deporte de lucha contra la violencia
Un programa de la UMH en centros escolares utiliza este deporte para que interactúen víctimas y acosadores, invirtiendo papeles
Un deporte de lucha contra la violencia. Puede parecer, en cierto modo, contradictorio, pero nada más lejos de la realidad. El Centro de Investigación del Deporte de la Universidad Miguel Hernández (UMH) tiene en marcha un programa contra el bullying a través de la práctica del judo. Un deporte de lucha que fomenta los valores del respeto, el compañerismo, la tolerancia, la disciplina y, lo que es también muy necesario en el caso del acoso escolar, el control de los impulsos.
Los resultados están siendo excelentes en los centros educativos donde ya han implantado este pionero programa contra una lacra que sigue estando muy presente en colegios e institutos de toda la provincia de Alicante. «Hemos demostrado que desciende el acoso, aumenta la empatía, disminuyen los procesos de desvinculación moral, que les valían a los acosadores para justificar sus agresiones verbales o físicas, y aumentan los niveles de tolerancia y respeto, frente a los grupos que no participan», explica Carlos Montero, profesor de la UMH y uno de los artífices del programa anti-bullying «A-Judo».
No solo es una forma de inculcar mejores hábitos de los alumnos, sino de incentivar una sana convivencia y evitar el acoso escolar. El programa se ofrece a centros escolares de toda la provincia. La aportación más llamativa de «A-Judo» es que la actividad física y el deporte se constituyen como una herramienta fundamental para erradicar el bullying empoderando a las víctimas potenciales, fomentando el respeto y la empatía en los acosadores y la responsabilidad y las habilidades necesarias en los alumnos que presencian el fenómeno, los llamados espectadores, a los que también se dirige este programa impulsado desde la UMH.
«El bullying hay que atajarlo porque tiene consecuencias catastróficas, desde el aislamiento y la ansiedad de quien lo sufre, hasta los intentos de suicidio que, a veces, llegar a materializarse»
La iniciativa aúna la investigación científica, por parte del grupo de investigación del comportamiento motor del Centro de Investigación del Deporte de la UMH, que aportan sus conocimientos, con los profesionales del mundo del judo. «Se combina ciencia y experiencia», resume Montero.
De esta manera, el programa forma a profesores de Educación Física para que sepan actuar ante los casos de bullying, reconozcan los síntomas que evidencian una situación de acoso y aprendan nociones de judo, para que utilicen este deporte contra esta lacra. «Hay un agujero en el sistema educativo, los profesores no tienen formación específica para prevenir el bullying ni en programas antiacoso, así que nuestra iniciativa les alivia porque consiguen ser competentes para abordarlo, tras formarles», señala el profesor de la universidad ilicitana.
Empatía y respeto. Dos de las palabras que mejor definen la lucha contra el acoso escolar son la empatía y el respeto. Precisamente, son las que pretende fomentar el programa «A-Judo» que lidera el Centro de Investigación del Deporte de la UMH. Mediante la práctica de este deporte de lucha se empodera a las víctimas potenciales que pasen a tener un rol de dominio frente al acosador y ambos interactúan y trabajan en equipo.
La formación de los profesores es de 30 horas y la intervención dura entre 10 y 12 sesiones de 50 minutos. Todo lo que aprenden lo pueden seguir usando en años sucesivos.
Colaboración
Las características del judo son muy propicias para trabajar las cuestiones que son causantes de las conductas de acoso. Es un deporte en el que es necesario el contacto físico, un deporte de lucha, pero también de colaboración. Así que, mediante juegos, tareas y dinámicas, los alumnos trabajan unos con otros de manera directa.
Víctimas y acosadores trabajan en el mismo grupo, interactuando entre ellos. A quienes se sabe que están sufriendo un acoso se les pone a luchar con su acosador en una situación en la que se invierten los papeles, puesto que el acosado asume el rol de inmovilizar a quien lo acosa. «Ese papel le da seguridad y confianza a la posible víctima de acoso, al asumir que él es quien tiene sujeto a su posible agresor, que no se puede mover hasta que lo suelta, y genera una situación de agobio para el supuesto acosador, experimentando lo que supone ser acosado, y de dominio y superioridad a la víctima», explica Montero. Esto da pie a que el acosador reflexione sobre la importancia de empatizar.
El programa se está llevando a cabo con alumnos de 6º de Primaria y 1º y 2º de la ESO, por ser en las edades en las que más bullying se sufre. Los impulsores, además, utilizan estrategias motivacionales y se dan charlas a los estudiantes que permiten sensibilizar frente al acoso. «El bullying hay que atajarlo porque tiene consecuencias catastróficas, desde el aislamiento y la ansiedad de quien lo sufre, hasta los intentos de suicidio que, a veces, llegar a materializarse», alerta el experto.
El Ministerio de Educación acaba de conceder a «A-Judo» la realización de un programa antiacoso, a nivel nacional, centrado en las personas con discapacidad. «Le daremos un carácter inclusivo con especialistas en discapacidad», adelantan sus impulsores.
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