La caída de azulejos del palomar del Parque Municipal fuerza a actuar de urgencia

Un emblema del Parque Municipal de Elche en un momento delicado. El Ayuntamiento va a restaurar el palomar ubicado en pleno pulmón verde después de la caída de azulejos. Desde esta semana la infraestructura, que sirve de refugio para cientos de palomas, está acordonada por prevención, teniendo en cuenta que a diario suelen verse precisamente en este punto a decenas de niños realizando actividades escolares en esta zona.

Tal y como apuntan en la Concejalía de Espacios Públicos, el desprendimiento de una de las reconocidas baldosas verdes puso en alerta a los técnicos municipales, que tuvieron que analizar el estado general del inmueble y comprobaron que todos los azulejos presentaban mal estado, por lo que tendrán que reponerse.

Restauración

Los operarios, a través de la grúa con cesta, han retirado el forjado y se ha reforzado parte de la estructura que funciona como balcón donde se apoyan las aves. Aunque la previsión es completar los trabajos en los próximos días, al menos hasta las primeras horas de este jueves no se había intervenido en el lugar para dar este paso de restauración con el fin de que el palomar recupere su esencia.

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El paso del tiempo ha tenido un efecto sobre este espacio que se encuentra degradado. Ni al actual equipo de gobierno ni a los paseantes que tienen costumbre por visitar a diario el parque les consta que se haya intervenido en el enclave al menos en los últimos años. El palomar lo inauguró el alcalde Manuel Rodríguez hace más de tres décadas, concretamente en el 1991, y desde entonces se ha convertido en uno de los elementos claves del Parque Municipal que no se escapan en ninguna visita guiada.

Zona obligada

Junto al templete, que ha sufrido ciertos actos vandálicos como graffitis, el palomar siempre ha llamado mucho la atención entre las familias, ya que es una de las zonas obligadas para inmortalizar el momento en las fotografías porque se concentran multitud de palomas que los usuarios pueden incluso alimentar libremente sin temor a sanciones.

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Esta edificación y el palomar de San Antón son las únicas zonas en las que el Ayuntamiento permite para dar comida a las aves. En diciembre el equipo de gobierno estimó que en la ciudad hay unos 5.000 ejemplares y apuntaron que el reto era centralizar el número en ambos espacios habilitados para que dejen de ser una problemática en los barrios y para el patrimonio, ya que los excrementos de estas especies provocan corrosiones, con lo que han dado muchos quebraderos de cabeza al Ayuntamiento, así como a residentes en algunos barrios que han visto que sus viviendas se han afectado por las deposiciones.

Si el problema es latente en edificios lo es aún más en el propio palomar, ya que los excrementos también producen un desgaste de la infraestructura.