José Luis Sastre: «Igual que Raphinha puede remontar en el minuto 96, el último momento de la vida también cuenta»

El locutor y articulista valenciano presentará hoy en Elche Las frases robadas, su ópera prima en la que habla de la relación de una hija con su padre en el lecho de muerte

La cita, dentro de las noches gastronómico-literarias de Ali i Truc, será a las 21 horas en el Hotel Port Jardín Milenio

José Luis Sastre en su podcast 'Sastre y Maldonado'

José Luis Sastre en su podcast 'Sastre y Maldonado' / Pablo Palacios

J. R. Esquinas

J. R. Esquinas

Uno de los mensajes del libro es aprender a valorar lo que tenemos como si fuera nuestro último día. Después de escribirlo, ¿tiene ese sentimiento? 

A mí el libro me ha cambiado muchas cosas en el sentido de que he conocido el mundo editorial, a mucha gente. Yo sabía cómo era la interacción con el oyente de la radio pero no sabía cómo era esa interacción con un lector o una lectora, que es un vínculo muy bonito, muy íntimo y demás. Ahora, en el sentido de que yo a partir de este libro haya sido catártico para cambiar mi manera de ver el mundo, en eso no. De hecho una de las cosas que quise hacer en el libro es plantear preguntas, pero no dar ninguna respuesta porque cada uno afrontamos las cosas que nos vienen en la vida en función del momento vital en el que estemos.

¿Es un defecto eso de ahondar en la nostalgia en lugar de reivindicar el presente?

La memoria muchas veces nos hace trampas porque recordamos las cosas de la manera en que queremos recordarlas. La novela tiene dos protagonistas principales que son un padre y su hija y él está en la tesitura de que le queda poco tiempo de vida. El mensaje que él le quiere transmitir es: «hija vive y no te quedes enganchada en los recuerdos» porque a veces los recuerdos son sitios y él, que está abocado ya solo a que le queda muy poco tiempo me interesa plantearlo en el dilema de bueno, ¿y yo qué hago?, ¿me quedo viviendo de los recuerdos o lo que mantengo de algunas vivencias o en cambio lo poco que me pueda quedar lo aprovecho todavía para vivir? y ese es uno de los hitos. 

Digamos que padre e hija hacen un ejercicio de conectar como familia después de haber estado perdidos

Mucha gente me pregunta si el libro va de la muerte, del verano. Va del vínculo entre un padre y una hija, con todo lo bueno y con todo lo malo. Esa relación se compone de una confianza y un amor que incluye cosas que no se dicen. Hay cosas que un padre no le dice a una hija o viceversa, y no significa quererse menos, significa entender la dinámica de la relación de confianza entre un padre y una hija en este caso.

Insiste en aclarar que a pesar de ser una despedida entre un padre y una hija no es un libro triste…

Me preocupaba mucho cuando la gente me decía que había llorado muchísimo con el libro porque yo no lo hice con ese propósito, deliberadamente yo quise hacer un libro en el que pese a una situación crítica como es la despedida entre un padre y una hija pudieran sin embargo celebrar la vida. Ahora ya no me afecta lo que pensaba antes porque entiendo que si se llora ese llorar es bonito y a veces hace falta, porque también la vida consiste en eso, pero que en esa situación se pudiera celebrar la vida o conservar la lucidez para celebrar aquello que has vivido. Yo quería que la novela no fuera un libro sobre el derecho a morir dignamente, sino que se entendiera que el derecho a morir dignamente es consecuencia de una vida que valga la pena ser vivida. El último momento de la vida también cuenta, es como en el fútbol, que en el minuto 96 resulta que Rafinha te puede remontar un partido.

Mayores en soledad

¿Ha querido también hacer un guiño a todos esos mayores que pese a tener familia viven una soledad no deseada?

Más que un guiño diría recoger distintas realidades, la realidad de una mujer que con 40 años se hace la pregunta de si vive la vida que quiere vivir, la realidad de un padre que estaba solo a pesar de que estuviera acompañado de gente, porque la soledad no siempre tiene que ver con el número de personas que te acompañan, la realidad también de los cuidadores que vamos a necesitar más en una sociedad cada vez más envejecida y a la que no se da la atención que necesita. Quise hacer un collage, un contraste entre varias realidades que a veces damos por hechas, lo que no quiere decir que les prestemos la atención suficiente. 

¿Le da miedo hacerse mayor?

Lo que me da miedo es que pase el tiempo y no lo sepa aprovechar, pero tengo curiosidad de saber cómo seré de viejo. 

Aunque ahora con la IA lo tiene fácil...

Eso de contrastar la expectativa con la realidad, mejor no hacerlo... 

Con la vorágine en Hoy por Hoy (Cadena Ser), como articulista en El País y en el podcast con Maldonado, ¿cómo fue dar el salto a la literatura?

La idea de escribir un libro siempre la tuve ahí, es verdad que la deseché varias veces entre otras cosas por el tiempo, porque hago muchas cosas como mucha gente. Una editorial me llamó, el editor generó un vínculo conmigo, pensé que si escribía novelas tenía que ser junto a él porque me permitió el lujo de poder escribir el libro que quisiera con el tiempo que quisiera. Es verdad que, o me organizo o acabo dejando las cosas en proyectos, y para ejecutarlo me puse plazos. Dediqué unas cuantas tardes y aparqué los libros que estaba leyendo y ese tiempo de lecturas en el tren de Madrid a Valencia lo dediqué a imprimir lo que tenía escrito e irlo corrigiendo y así salió la novela, es verdad que con un poco de disciplina y sacrificio, pero como tantísima gente.

Desconectar como periodista

Su nueva faceta de escritor, ¿ha sido una desconexión del papel de periodista?

Aunque abras paréntesis para hacer otras cosas no puedes desconectar ningún día, en el móvil voy viendo las alertas y antes de preparar la reunión de las 19 horas volveré a estudiar la actualidad del día, a repasar las cosas que se han dicho y no he podido seguir.

 ¿Cada vez cuesta más mantener de actualidad un tema? Pongamos de ejemplo la dana, de la que cada vez se habla menos

Los días de la tragedia no había otra noticia porque nunca nos habíamos enfrentado a una emergencia como esta. Ahora, el seguir atendiendo qué es lo que le ocurre a la gente, si llegan o no las ayudas o si tienen las explicaciones suficientes ese es nuestro trabajo. Ya no tenemos que dedicarle la atención de aquellos días porque eran programaciones monográficas, evidentemente ya no se habla como antes, pero nuestro trabajo consiste en intentar mantener el foco allá donde creamos que hace falta que lo mantengamos.

Polarización

 ¿Cómo lleva que el mundo esté tan polarizado y que incluso en redes sociales haya quienes lo amen o lo odien?

En eso yo sí que le doy siempre cierta distancia, eso que se dice de que las redes sociales no son la vida real lo he tenido muy claro. Sin embargo, es verdad que hay dinámicas de conversación de redes sociales que se han acabado contagiando a la conversación pública y que así como el algoritmo premia visibilizando al que más polariza esa lógica que se vivía en redes sociales se contagia más. ¿Significa que hablamos ya todos como se habla en redes sociales? No, pero sí digo que veo más grado de impregnación de esa dinámica de la burbuja de las redes sociales, en el conjunto de la sociedad de lo que había antes y eso especialmente ocurre en el universo político y en lo que tiene que ver con la conversación política. n

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