El Hondo en la encrucijada: caza o depredación en Elche

La cerceta pardilla sigue en peligro crítico pese a los esfuerzos institucionales, mientras cazadores y ecologistas continúan culpándose mutuamente

Suelta de cercetas pardillas criadas en cautividad y aclimatadas a El Hondo. | ANTONIO AMORÓS

Suelta de cercetas pardillas criadas en cautividad y aclimatadas a El Hondo. | ANTONIO AMORÓS

V. L. Deltell

V. L. Deltell

La cerceta pardilla, una de las aves acuáticas más amenazadas de Europa -y del mundo-, sigue sin remontar en su principal bastión de cría en el sur peninsular: el Parque Natural de El Hondo, entre Crevillent y Elche. A pesar de los programas de cría en cautividad, las liberaciones periódicas y las inversiones millonarias en proyectos europeos como el Life Cerceta Pardilla, el número de parejas nidificantes en la Comunidad Valenciana se mantiene en cifras bajas, como reconocen los ecologistas. En 2024, apenas se registraron 23 parejas en todo el territorio autonómico, una proporción menor frente a las expectativas creadas. Si los esfuerzos son tan grandes... ¿Qué está fallando?

La complejidad de la respuesta es tal que ni siquiera investigaciones científicas pueden determinar cuál es la principal causa. Podría estar en una variación global en las tendencias migratorias, en la mejora de otros espacios como Doñana como hábitats preferentes, en la falta de protección que tiene el ave en el norte de África, donde emigra, incluso en el cambio climático. Pero también puede haber otros motivos mucho más locales, como el empeoramiento de la calidad de las aguas, modificaciones en la gestión del carrizo en el parque, la caza o, por contra, la disminución de los cotos de caza, el fracaso del programa de reproducción en cautividad... Posibilidades hay muchísimas, más que posibles culpables.

Mientras los proteccionistas apuntan directamente a la presión cinegética como uno de los factores más determinantes, los cazadores redirigen la atención hacia la predación natural y a la vulnerabilidad genética y conductual de unos animales criados en cautividad que, según denuncian, no están preparados para sobrevivir en un entorno real.

Un antes y un después

La reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunidad Valenciana, que obliga a la Generalitat a suprimir la caza nocturna en los cotos de El Hondo y otros humedales del sur de Alicante, ha supuesto una victoria para Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA), el colectivo ecologista que interpuso el recurso. Esta modalidad de caza, que permitía disparar una hora después del crepúsculo civil vespertino, fue considerada «no selectiva» por los magistrados, debido a que las condiciones de visibilidad impiden diferenciar especies protegidas como la cerceta pardilla del resto de anátidas.

«Hasta un 50% de las cercetas liberadas podrían ser abatidas accidentalmente en estos cotos», denunció AHSA, citando estudios científicos aportados durante el proceso judicial. El fallo invalidaba los planes cinegéticos que contemplaban la caza nocturna y, hace unos días, la Conselleria de Medio Ambiente los eliminaba para acatar la sentencia e informaba de ello a los cotos de caza.

Una cerceta de cartón piedra es reclamo de visitantes en el centro de recepción de El Hondo. | ANTONIO AMORÓS

Una cerceta de cartón piedra es reclamo de visitantes en el centro de recepción de El Hondo. | ANTONIO AMORÓS

«Los enemigos, sin escopeta»

Desde los cotos cinegéticos, sin embargo, no ven con buenos ojos esta modificación. El malestar ya se venía gestando desde que se conoció la sentencia y algunas sociedades llegaron a amenazar con abandonar la gestión cinegética de El Hondo y Las Salinas, al considerar que no se estaba teniendo en cuenta su papel en la conservación del medio y el control del entorno.

La postura de los cazadores es clara: el verdadero peligro para la cerceta pardilla no es la caza, sino la depredación por especies oportunistas como los zorros, jinetas, gatos asilvestrados o jabalíes, que habitan el entorno de los humedales. Alguna especie, como el jabalí, está proliferando, además, cada vez más. Argumentan que estos animales aprovechan la torpeza de unos patos criados en condiciones artificiales, en granjas, que carecen del instinto de alerta y las capacidades de defensa necesarias para sobrevivir. También se comen sus huevos si llegaran a progresar y a emparejarse.

«No tienen sensación de peligro. Son animales sin preparación para lo que se van a encontrar fuera», señalan representantes del colectivo, como su presidente Manolo Sabuco, o el ambientólogo Borja Pérez, que aseguran que muchas cercetas son cazadas por depredadores incluso antes de llegar a volar. También hay quien acusa al programa de cría de no estar adecuadamente ajustado a las condiciones del medio y de generar aves demasiado débiles.

¿Cautividad o condena?

El origen cautivo de la mayoría de estas aves es uno de los puntos más controvertidos. Según los cazadores, la cerceta pardilla no progresa porque su reintroducción se basa en ejemplares que no desarrollan adecuadamente sus capacidades migratorias ni defensivas. Algunas incluso mueren a los pocos días de ser liberadas, por su fragilidad física o por no saber reconocer los peligros del entorno.

No obstante, se han dado casos puntuales que alimentan la esperanza. Como ocurrió con uno de los pollos criados en cautividad que sí logró migrar a África, rompiendo la tendencia general de desaparición prematura. Pese a ello, los cazadores insisten en que las condiciones fuera de España también les condenan: «En el norte de África no existe legislación que proteja a estas especies, así que muchas pueden ser abatidas sin consecuencias», subrayan. A diferencia de España, donde la cerceta pardilla goza de la máxima protección legal, en países como Marruecos o Argelia la situación es muy distinta.

Una lucha por la hegemonía

Detrás del debate sobre la cerceta se esconde una lucha por la gestión de los espacios protegidos del sur de Alicante. Por un lado, los ecologistas reclaman medidas más estrictas para garantizar el éxito de la conservación, como el fin total de la caza en zonas sensibles como El Hondo, o el cumplimiento íntegro de sentencias que hasta ahora se habían intentado esquivar con acuerdos parciales con las sociedades de cazadores.

Por otro lado, los cazadores reivindican su papel como agentes activos del medio rural, cuya presencia ayuda a prevenir fuegos, controlar superpoblaciones, retirar residuos, conservar las charcas con el nivel de agua adecuado para la cría de las aves. También resaltan que ellos las alimentan con piensos. En definitiva, su trabajo es fundamental para preservar la biodiversidad. «Hemos sido parte del equilibrio del ecosistema durante décadas. Ahora se nos quiere expulsar sin valorar nuestro trabajo», lamentan desde las sociedades afectadas.

¿Soluciones compartidas?

El futuro de la cerceta pardilla sigue siendo incierto. El fin de la caza nocturna puede suponer un pequeño respiro para la especie, pero difícilmente será la solución definitiva si no se aborda de forma más integral. La falta de coordinación entre administraciones, técnicos, cazadores y ecologistas está marcando el rumbo de una estrategia que, por ahora, no da los frutos esperados.

Mientras tanto, el proyecto europeo Life Cerceta Pardilla entra en su recta final. Y, aunque ha logrado éxitos a nivel estatal, los resultados en la Comunidad Valenciana siguen siendo decepcionantes, como admiten los propios ecologistas. El sur de Alicante, pese a concentrar uno de los hábitats más importantes para la especie, no consigue consolidar una población estable.

El debate está lejos de cerrarse. Pero la cerceta pardilla, como símbolo de este conflicto entre modelos de conservación, no puede permitirse seguir siendo víctima de la desconfianza mutua. Porque si algo parece claro es que el tiempo se agota para una especie que ya camina al borde del abismo y que necesita que la polémica en torno a la caza no disuelva el verdadero fin del programa: la conservación de la especie más emblemática del parque natural de El Hondo y de todos los humedales del sur de la provincia de Alicante.

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