Lola Peiró: El antídoto para no confundir la música con el ruido
No había tenido la suerte de compartir aula con Lola. Sin embargo, desde aquella tarde de marzo, se acabó convirtiendo un poco en mi maestra

Lola Peiró en su época como articulista de INFORMACIÓN / INFORMACIÓN
Conocí a Lola en marzo de 2006. Por aquel entonces, estaba haciendo mi tesis doctoral, y Miguel Ors me recomendó que hablara con ella. Lola me podría contar del sector educativo en el Elche de los años sesenta y setenta, y, más importante aún, de cómo era ser mujer en aquellos tiempos. Para entonces, ya le había leído los artículos que había ido publicando en INFORMACIÓN.
Fue así como aquella tarde de marzo de 2006 quedamos en la cafetería del Centro de Congresos. Ahí me contó que se consideraba una afortunada; que había estudiado durante la posguerra; que se matriculó durante tres meses en Medicina hasta que se dio cuenta de que lo suyo era Filosofía y Letras; que se había ido muy joven a Londres con su hermana cuando eso no era habitual, sobre todo siendo mujer, dejando a medio Elche escandalizado; que empezó dando clases en La Asunción, el mismo centro en el que había estudiado, aunque luego llegarían las Carmelitas, las Jesuitinas y el Politécnico; o cómo conoció a Miguel, su marido.
Libertad
Ahora bien, sobre todo me contó que lo único a lo que había aspirado es a la libertad; que siempre había hecho lo que le había parecido; que nunca se había sentido discriminada porque tampoco lo habría consentido; que se sentía eternamente joven, y que no se sentía profesional de nada, sino amateur, porque eso es lo que le permitía continuar estudiando y creciendo.
No obstante, si algo me impresionó fue lo que me contestó cuando le pregunté que qué eran las personas para ella. “A partir de los 30 años, cada individuo es responsable de su cara”, respondió. “A veces, cuando me preguntan si conozco a la gente bien, les respondo: ‘Sí, no tengo más que mirarles’, porque me ha gustado mirarlos, porque yo quería ver personajes en ellos”, añadió. Una reflexión sabia que, desde entonces, me ayudaría mucho en mi día a día.
No había tenido la suerte de compartir aula con Lola. Sin embargo, desde aquella tarde de marzo, se acabó convirtiendo un poco en mi maestra. Charlas sobre literatura, sobre la libertad, sobre el pueblo… Daba igual, siempre acababa siendo todo una lección de vida. Por eso, cuando en 2017 decidimos buscar un plantel de colaboradores fijos para la edición de Elche de INFORMACIÓN, el nombre de Lola Peiró estuvo bastante claro desde el principio. Al fin y al cabo, era institucionalizar lo que ya estaba haciendo de manera esporádica. Empezó así a escribir dos sábados al mes, a veces algún domingo.

Lola Peiró en el Museo Escolar de Pusol / Museo Escolar de Pusol
La frase con la que acabó su primer artículo de la serie, que se titulaba Vamos a ver, aquel 22 de abril de 2017, confirmó lo que prácticamente todos sabíamos: lo necesarias que eran sus reflexiones. "Han pasado bastantes años desde aquello, pero desgraciadamente seguimos confundiendo la música con el ruido", sentenciaba en el cierre de aquel escrito dedicado al Mercado Central. Lola, como siempre, había dado en la diana y, sin querer, había plasmado lo que buscábamos con aquella serie: dejar de confundir la música con el ruido.
Del Mercado Central a la Dama
A lo largo de esos dos años, escribió del Mercado Central, del Museo de Pusol, de la Muestra de Teatro, de la Dama de Elche o del Café Marfil, pero también reflexionó sobre la irrupción del libro digital, la igualdad entre hombres y mujeres, el independentismo catalán o el Gobierno salido tras la moción de censura de 2018. En todos los casos, aderezados con referencias a Juan Luis Arsuaga, Edgar Alan Poe, Antonio Muñoz Molina, Santiago Ramón y Cajal, Celia Amorós, Emilio Lledó,Václav Havel o Stefan Zweig.
Artículos, en cualquier caso, que se podrían volver a publicar hoy en un diario, y que estarían de total actualidad, por esa agudeza que tanto le ha caracterizado siempre, pero también, en parte, porque, desgraciadamente, en muchos aspectos poco hemos avanzado siete años después. Sirva el Mercado Central como botón de muestra.
“¿Estábamos hablando de entenderse? Tal concepto parece haberse quedado últimamente inmóvil en las orillas del tiempo…”, concluía en otro artículo del 28 de octubre de 2017, titulado Del analfabetismo al libro digital. Y, por eso, para que el concepto entenderse no se quede inmóvil en las orillas del tiempo, ha sido tan necesario siempre leer y escuchar a Lola Peiró. Para entenderse, y porque sus palabras siempre fueron y serán el antídoto para no confundir la música con el ruido.
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