A ocho metros bajo tierra se encontraba el toro ibérico de Elda junto a otros bloques de piedra caliza reutilizados por los lugareños como cimentación del molino de Senabre, en plena partida de El Chorrilo, entre los términos municipales de Elda y Sax. La pieza fue descubierta en 1904 por un grupo de trabajadores que realizaban obras cerca del río Vinalopó para reconvertir las viejas instalaciones del molino en una moderna fábrica de luz. Tres años más tarde el ingeniero y militar González Simancas visitó la comarca y plasmó el descubrimiento en uno de los cuadernos de campo que tiempo después le sirvieron de base para elaborar su catálogo del patrimonio histórico de la provincia de Alicante. El erudito llegó incluso a entrevistarse con el obrero de Petrer que sacó el toro a la luz y en sus anotaciones también aparece una breve descripción de la pieza e incluso un dibujo.

A partir de ese momento la escultura desaparece sin dejar rastro alguno. Durante cien años no se ha sabido nada más de ella hasta que hace unos días el Museo Arqueológico de Elda conseguía recuperar tres fotografías del toro - de las que ni siquiera había constancia - realizadas tras el descubrimiento. El artífice ha sido el director del museo, el arqueólogo Antonio Poveda, gracias a las gestiones realizadas meses atrás con la profesora de Prehistoria Teresa Chapa, especialista en arte ibérico y autora de una interesante tesis sobre esta materia. «Ella conservaba unas fotografías del bóvido de Elda que en su día le pasó el profesor Martín Almagro y que finalmente no utilizó para su tesis, por lo que no han sido todavía publicadas», explica Poveda. Todo este material gráfico ya ha sido cedido al Museo Arqueológico de la ciudad y va a ser utilizado para elaborar un panel dentro de la nueva museografía que se está preparando tras la remodelación de las instalaciones de la Casa de Cultura. Antonio Poveda también ha iniciado los primeros contactos con diversos colegas de Cataluña para tratar de encontrar la pieza. «Creemos que después del hallazgo fue trasladada a Barcelona y allí podría estar expuesta en algún museo o formar parte de los fondos del mismo», indica el arqueólogo visiblemente ilusionado.