El acuífero de la Sierra de Crevillente del que extrae agua un amplio número de regantes del Medio Vinalopó, fundamentalmente de la localidad de Hondón de las Nieves, está al borde de la salinización porque la profundidad de los tres pozos que quedan operativos se sitúa ya entre los 500 y los 600 metros. "Moribundo" es el término que el presidente de la Junta Central de Usuarios del Vinalopó, l'Alacantí y el Consorcio de Aguas de la Maria Baja, Andrés Martínez, ha elegido para definir el estado en el que se debate un acuífero que desde el año 1986 mantiene, junto al de Villena-Jumilla, la declaración provisional de sobreexplotación por parte de la Administración competente.

"Esta masa de agua que abastece a buena parte del Medio Vinalopó está agonizando desde hace años y asiste a la crónica de una muerte anunciada que, por desgracia, es la antesala de lo que puede terminar ocurriéndole al resto de acuíferos del Vinalopó en un periodo de entre 15 y 30 años si no se toman lo antes posible las medidas adecuadas para evitarlo", advierte Andrés Martínez.

Las aguas subterráneas de la Sierra de Crevillente son explotadas desde hace décadas por la Galería de los Suizos y las sociedades agrarias de transformación Virgen de las Nieves y Riegos de Hondón.

Los sondeos que todavía no han sido clausurados se encuentran en los parajes Umbría, Cuesta y Rebalso pero, de todos ellos, los denominados pozos del Tolomó son los más diezmados con una diferencia más que apreciable. De hecho, en algunos casos el nivel de las aguas se halla a 550 metros pero las perforaciones alcanzan ya los 600 metros bajo tierra. Unos niveles de extracción que para el presidente de la Junta Central de Usuarios suponen "el récord mundial de profundidad para poder sacar agua".

Pero afortunadamente no todos los sondeos del Vinalopó se encuentran en esta situación si bien los expertos consultados coinciden en señalar que todos ellos están sobreexplotados aunque no hayan obtenido la declaración oficial. Según ha explicado a este respecto Andrés Martínez, por término medio las aguas se están extrayendo en el Alto y Medio Vinalopó a una profundidad de entre 180 y 200 metros. "Lo cual puede ayudar a cualquiera a hacerse una idea de la barbaridad que es alcanzar los 600 metros bajo tierra para obtener agua", añade. En estos casos hay un problema añadido. El agua termina perdiendo calidad por los índices de salinidad y conductividad tan elevados que posee y, además, aumenta su precio de explotación porque a más profundidad es necesario emplear más energía para que las bombas extractoras funcionen a pleno rendimiento. Además, con el fin de controlar su calidad, los usuarios se ven obligados a realizar continúas analíticas que garanticen un correcto abastecimiento. Algo que no ocurría hace 50 años cuando el agua del acuífero de la Sierra de Crevillente era poseedora de una calidad óptima y se podía extraer a una profundidad inferior a los 100 metros.

Todo ello ha contribuido al cierre de pozos en un acuífero que aporta el 10% de las aguas procedentes de sondeos del Vinalopó pero que se ha convertido en el símbolo de la sobreexplotación.

El trasvase del Júcar es la solución provisional y el del Ebro la definitiva

Los responsables de la Junta Central de Usuarios del Vinalopó, l'Alacantí y el Consorcio de Aguas de la Maria Baja consideran que la solución provisional para combatir la sobreexplotación de los acuíferos del Alto y Medio Vinalopó pasa necesariamente por el trasvase del Júcar. "Esa es la solución transitoria pero la solución definitiva -dice el presidente de la entidad- es el trasvase del Ebro porque en estas tierras llevamos muchos años, demasiados años, pidiendo agua de calidad y agua a un precio razonable, a un precio que podamos pagar, pero esa agua nunca llega y la gente está decepcionada y desesperada". Los agricultores también se muestran escépticos. "Nadie se cree ya por estas tierras que el agua vaya a llegar finalmente y sea buena y también barata. A quienes trabajamos la tierra toda la vida nos prometieron los políticos que el trasvase estaría finalizado en 2008. Han pasado casi tres años y aquí seguimos esperando sin ver un triste resultado", comentó a este diario uno de los afectados prefiriendo mantener su nombre en el anonimato. Otro de los problemas a los que se deberán enfrentar las sociedades de usuarios es al cierre obligatorio de sus pozos cuando las aguas del Júcar, ya sean éstas caras o baratas y de buena o mala calidad, comiencen a regar sus cultivos.