El Cabezo Redondo de Villena es un referente en la arqueología valenciana para el estudio de la Edad de Bronce, que en breve podrá ser visitado para conocer con detalle como vivían nuestros antepasados. A escasa distancia del casco urbano de la ciudad, se sitúa este promontorio que el siglo pasado se utilizaba para la extracción de yesos. Esas canteras destruyeron gran parte del yacimiento, hasta que las intensas gestiones realizadas por José María Soler consiguieron que fuera expropiado por el Estado y en la actualidad se encuentre vallado en todo su perímetro.

Los habitantes que poblaban el Cabezo Redondo hace más de 3.000 años eran cazadores, pastores y ganaderos, y cultivaban trigo, cebada, pequeñas simientes parecidas al mijo, y hierbas que serían entonces consideradas como medicinales, aunque la alimentación fundamental procedía de la caza y de animales domésticos como cabras, ovejas y cerdos.

Mauro Hernández Pérez, catedrático de arqueología de la Universidad de Alicante, estuvo estudiando el yacimiento del Cabezo Redondo con José María Soler el yacimiento durante muchos años. Hernández continua "enamorado" de un yacimiento en el que, asegura haber "perdido pelo". Para él, "el Cabezo Redondo es un yacimiento excepcional por sus hallazgos, y lo continua siendo cada verano con los descubrimientos sorprendentes que enriquecen el patrimonio de toda la Comunidad, además de por ser el primer yacimiento prehistórico que se está poniendo en valor actualmente, enriqueciendo lo que se podrá ver y dando información con nuevas metodologías en la restauración".

Son varias décadas de estudio e investigación en este yacimiento arqueológico. Como ejemplo, en el año 1989, José María Soler hablaba sobre la vida económica en el lugar, comentando que se habían encontrado ya mas de 50.000 huesos de fauna, "de los que fueron analizados 30.500 por especialistas alemanes". El 75 por cien del total eran huesos de cabras y ovejas, además de conejos, toros, vacas, cerdos y, por cierto, solo 550 huesos de caballos. Para Soler, estas cifras ponían de manifiesto que la domesticación de la cabra, la oveja, el buey y el cerdo debió ser anterior a la del caballo, que en la economía de las poblaciones ya asentadas desempeñaba un papel muy limitado, ya que el buey era muy superior al caballo como animal de tiro.

Más perspectiva

Con el paso de los años los trabajos han aportado nuevos datos sobre la vida en este lugar y ahora un equipo integrado por arqueólogos y restauradores se centra en poner en valor el yacimiento para que pueda ser visitado. Según Mauro Hernández, "esperamos presentar a final de mes una primera fase que contemple toda la puesta en valor del yacimiento, con la construcción de un pequeño centro de interpretación que revitalice la vegetación de la laguna que está en el entorno, y conseguir que el Cabezo Redondo sea un referente de la arqueología valenciana".

Entre los últimos materiales aparecidos en el yacimiento, Mauro Hernández destacaba la gran cantidad de cerámica y objetos de barro y piedra. Como novedad, solo existían dos peines de marfil de la Edad del Bronce, uno encontrado en Almería y otro en Villena. Ahora ha aparecido otro medio quemado, además de cuentas de collar de vidrio. Pero sin duda alguna el hallazgo mas espectacular aparecido hasta ahora es el denominado "Tesorillo del Cabezo Redondo".

En abril de 1963, en el borde de una gran cantera abierta en el Cabezo, al vaciar en la cantera la costra terrosa que recubre el yeso, los obreros encontraron un lote de joyas de oro que, tras algunas incidencias, ingresaron en el museo local. Así lo contaba José María Soler, quién aseguraba que fue una ocultación en cualquier pequeña cavidad, dado el volumen que ocupaban los objetos encontrados, con un total de 35 piezas de oro y un peso total cercano a los 150 gramos.

Tras décadas de excavaciones, todos los implicados están de acuerdo en afirmar que el Cabezo Redondo guarda todavía muchas sorpresas que, poco a poco, irán saliendo a la luz.