El bailarín y coreógrafo eldense Antonio Gades fue un grande del folklore español en los años 60 y 70. Llegó a dirigir el Ballet Nacional, creó su propia compañía con la que recorrió los principales teatros del mundo, representó a España en la Exposición de Nueva York de 1964 y en Cuba fue acogido como un ídolo del flamenco recibiendo en 2004, año de su fallecimiento, la alta distinción de la Orden Nacional José Martí.

Antonio Gades nació en 1936 en una casa-cueva de Elda y es, junto al también fallecido cantante Pedrito Rico, el artista más universal de cuantos ha dado la ciudad en su historia reciente. Sin embargo, el parque inaugurado el 22 de abril de 1998 para recordar y homenajear su figura y trayectoria no parece estar a su altura.

Tras la última remodelación llevada a cabo en abril de 2011, con cargo a los fondos del Plan Confianza, este espacio verde del barrio de Las 300 ha caído en una espiral de abandono hasta ofrecer la imagen actual que muchos vecinos califican de "deprimente".

Los grafiteros no han respetado ni la placa con la cara del bailarín que preside el parque ni el resto del mobiliario urbano. Además, la falta de vegetación -seca en algunos casos- ha convertido la zona de tierra en un "pipican" gigante, los registros de las farolas permanecen abiertos, muchas papeleras "desaparecieron" hace meses y siguen sin ser repuestas tal y como ha ocurrido con los barrotes de algunos bancos, el riego por goteo está arrancando, la pista deportiva tiene boquetes por los que se sale el balón pero no tiene líneas en el suelo, a un columpio le falta un balancín y el pavimento de caucho de los juegos infantiles está lleno de tierra. Es la indecorosa imagen del jardín Antonio Gades donde tampoco faltan las ratas. Una imagen que contrasta con la escultura del bailarín en la plaza de la catedral de La Habana a la que los cubanos profesan admiración, respeto y cariño.