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Petrer

La naturaleza convertida en arte

La primera exposición fotográfica del naturalista Néstor Rico sorprende con la amplia fauna salvaje que habita en las sierras del Maigmó y el Cid

La exposición de las fotografías de fauna salvaje realizadas en la Sierra del Maigmó y Sierra del Cid podrá visitarse en el Forn Cultural de Petrer hasta el próximo domingo, de 18.30 a 20.30 horas. NÉSTOR RICO CAMPOS

Veinte años en el corazón de la sierra del Maigmó y del Cid ha permitido al fotógrafo naturalista Néstor Rico Campos captar impactantes imágenes de especies de fauna tan sorprendentes como desconocidas. El autodidacta de Petrer comenzó con 14 años a recorrer las 16.000 hectáreas que abarca este Paisaje Protegido, con la cámara al hombro, para mostrar la belleza de la vida salvaje en estado puro. Ahora que tiene 34 años ha decidido realizar su primera exposición tras miles de horas de estudio, seguimiento, observación, esfuerzo y, sobre todo, ilusión, paciencia y muchas ganas por experimentar nuevas emociones. El resultado es una colección recopilatoria con un centenar de fotos que está superando el récord de visitantes del Forn Cultural de Petrer.

Pero no es el único logro. Cuatro colegios ya se han interesado en desarrollar el proyecto de educación ambiental «Descubre tu entorno», tanto en las aulas como en la montaña, partiendo de una actividad con la que el grupo Land Lover ha conseguido convertir la naturaleza en arte. Y lo ha hecho con una muestra que ha generado una enorme expectación desde la semana pasada, y que también busca crear conciencia social para contribuir a la conservación de la Sierra del Maigmó y Sierra del Cid.

«Se protege lo que se ama y se ama lo que se conoce», dice el autor sin ocultar su satisfacción por estar contribuyendo a «potenciar el valor cultural y ambiental de un tesoro que debemos cuidar entre todos». Especialmente los municipios de Petrer, Agost, Tibi, Castalla y Sax por los que extiende este Paisaje Protegido en el que habitan 41 especies de mamíferos -17 son de murciélagos- y 122 especies catalogadas de aves, sin contar los anfibios, ofidios y reptiles.

Desde que a los cuatro años su padre comenzó a llevarlo al monte, Néstor Rico no ha abandonado una afición que en su caso se ha convertido en pasión. «Con 14 años comencé a fotografiar paisajes y animales y desde entonces ya no he parado. Pero eso sí -puntualiza- yo soy naturalista más que fotógrafo y solo intento reflejar lo que veo y descubrir lo que trasmite cada animal en situaciones incontrolables y sin ningún tipo de manipulación». No es tarea fácil. Horas de soledad y espera, siempre de noche, escondido en un pequeño habitáculo para no ser detectado por los animales, accediendo a zonas escarpadas e incomunicadas y, en más de una ocasión, pasando miedo y apuros. Todavía recuerda que estuvo a punto de sucumbir a la hipotermia por su empeño en fotografiar a una manada de arruí cuando tenía 16 años. «Quería captar la estampa anecdótica de cómo un animal procedente del Sahara se encontraba con la nieve en las montañas de Petrer. Me metí por barrancos y terminé perdiéndome en plena noche. Pero al final llegué a una pista forestal y pude regresar cuando ya no sentía los brazos por el frío», relata Néstor, obviando la regañina que se llevó de su padre: el hombre que le mostró el corazón de la sierra.

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