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Huerta Nueva, de origen agrícola y con raíces obreras

Su nombre se remonta al siglo XVIII y en la actualidad es un referente en las Fiestas de Fallas

Huerta Nueva, de origen agrícola y con raíces obreras

En la margen derecha del río Vinalopó a su paso por Elda. Ahí está la Huerta Nueva. Un barrio obrero y periférico surgido tras la Guerra Civil, a finales de los años 40, en torno al camino rural que comunicaba el casco urbano con la Casa Colorá para dirigirse a El Pantano. Su nombre, según explica el cronista oficial Gabriel Segura, se retrotrae a un momento del siglo XVIII cuando se amplía el riego en el municipio mediante el establecimiento de la llamada «Acequia de Bolón». Una conducción que permitió convertir las hasta entonces tierras de secano en tierras de regadío. Es en ese momento cuando frente a la huerta tradicional, de origen andalusí, y la partida del Huerto, en la periferia urbana, surge un nuevo espacio irrigado: la Huerta Nueva.

El posterior emplazamiento de diversas instalaciones industriales y fábricas de calzado en torno al camino de la Estación, como la histórica firma Hormas Isidro Aguado, fue acompañado, al finalizar la contienda bélica, con la construcción de viviendas a espaldas de aquellas. Pero hubo que esperar a la década de los años 50 y 60, con el auge del calzado por la hiperactividad de las compañías americanas y la crisis agrícola que afectó a toda España, para que el barrio comenzara a crecer y urbanizarse con gentes procedentes, mayoritariamente, de localidades de La Mancha. Sobre todo de Yecla.

El «Tío Paco», el dueño de la vaquería del barrio, comenzó entonces a vender las parcelas donde las familias fueron construyendo sus humildes viviendas empleando todos sus ahorros. Casi todas de planta baja y un piso, y en muchos casos de autoconstrucción o con la única ayuda de un maestro de obra de la época. Así se ha moldeado un paisaje urbano singular si bien, en las últimas décadas, ha mudado sensiblemente con la construcción de algunos edificios de mayor altura.

Resulta curioso que todo el callejero lleve por nombre los ríos españoles siendo el eje principal el vial Río Vinalopó. Solo hay una excepción: la calle Albacete. Son alrededor de 1.500 vecinos «y todas las familias se conocen de prácticamente toda la vida». Así lo indica Emilio Gisbert, hijo del barrio y presidente de Mosaico, la Asociación en Defensa del Patrimonio Histórico y Cultural de Elda.

Vive en Huerta Nueva gente muy arraigada e identificada con un hábitat separado del núcleo urbano. De hecho todavía se utiliza la expresión «Me bajo al pueblo» cuando alguien se dirige al centro de la ciudad. No es zona de paso, hay que ir a propósito, los niños todavía juegan en la calle, en verano se mantienen las tertulias nocturnas «a la fresca» y sigue siendo un granero de votos para los partidos de izquierda.

Aunque de origen humilde, el barrio está bien considerado por los eldenses y es muy conocido por su relevancia y participación en las Fiestas de Fallas. Sus verbenas, actividades infantiles, pasacalles, la plantà y la cremà atraen a mucho público de toda la ciudad y de municipios vecinos cuando llega el mes de septiembre. Además su comisión fallera, fundada en 1974 tras escindirse del vecino barrio de La Estación, es una de las que más socios tiene al superar el centenar, la que más presupuesto destina al monumento -12.000 euros en 2019- y la que más galardones ha logrado en la historia de la celebración. La fuerza que la fiesta del fuego posee en Huerta Nueva se refleja, incluso, en el nombre con el que se conoce el espacio neurálgico en torno al que gira la vida social de sus vecinos: «la replaceta de la falla». Así la han «bautizado» popularmente por ser el lugar donde se instala cada año el monumento que acaba reducido a cenizas.

Unido al tren

El ferrocarril también forma parte de la historia del lugar. No es de extrañar que muchos vecinos se sepan de memoria los horarios y los trenes que cruzan las vías que lo delimitan con el otro barrio vecino de La Torreta.En las viviendas más cercanas a la vía el paso de un convoy se siente como si de un temblor de tierra se tratara. Más de un visitante se ha llevado un buen susto al no estar acostumbrado a la vibración que produce la ida y venida de los trenes. Sin embargo los moradores están tan acostumbrados que ni siquiera se dan cuenta.

A pesar de la proximidad de la línea férrea no se recuerda ninguna desgracia en las últimas décadas. Niñas y niños cruzaban las vías cuatro veces a diario para dirigirse a El Seráfico, el colegio público que cerró años atrás por falta de alumnado. Ahora acuden al Santo Negro si cursan Primaria o al instituto La Melva o El Monastil quienes estudian Secundaria o Bachillerato. El instituto de referencia era el Valle de Elda hasta que en el curso 2016/2017 pasó a convertirse en un centro integral de FP. Nunca hubo ningún centro educativo en Huerta Nueva. Únicamente una academia -la Virgen Niña- que hacía las funciones de guardería para los más pequeños.

En estas calles nacieron y pasaron su juventud el exalcalde socialista Juan Pascual Azorín, el torero y banderillero Juan Rivera y los hermanos Emilio y Antonio Gisbert, activos investigadores y defensores de la cultura y las tradiciones eldenses. El edificio más emblemático es la Casa Colorá. Un monumento de estilo academicista, catalogado como Bien Inmueble de Relevancia Local debido a su elevado valor arquitectónico y paisajístico. El adinerado Joaquín Amat la mandó edificar a finales del siglo XIX como chalé de recreo para su hija, que padecía una afección pulmonar y falleció antes de finalizar la obra.

Posteriormente, fue casa de labor, construyéndose contiguamente un corral, con su cuadra y pajar y una bodega. También se conserva en la calle Bidasoa la antigua factoría de muebles de Pedro Amat Pomares. Durante la Guerra Civil fue confiscada para fabricar tanquetas destinadas a la lucha urbana utilizando motores de camiones. Expertos en siderurgia de Sagunto y del Grao de València se desplazaron a Elda con tal fin.

La proximidad del río Vinalopó también ha forjado el carácter del barrio. Todavía permanece en el recuerdo la riada de 1982 cuando el torrente se llevó por delante un grupo de humildes casas situadas junto al cauce, en la parte baja de la avenida de la Ribera. Así es la Huerta Nueva. Un barrio de origen agrícola con raíces obreras.

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