Familiares de los hermanos Sebastián Verdú Berenguer y Juan Verdú Berenguer siguen luchando por recuperar sus restos. Ejecutados el 19 de octubre de 1939, son dos de los 26 fusilados que acabaron en la fosa de Monóvar. «Nos gustaría recuperar esos cuerpos y enterrarlos junto a mi abuelo. Creo que eso es hacer justicia y cerrar de verdad la herida». Así se expresa la bisnieta de Sebastián, Lourdes Pastor, durante una entrevista con este diario a la que acude acompañada por su madre, Remedios Verdú.

Madre e hija conocieron dónde fueron enterrados sus antepasados casi por casualidad, tras años de silencio impuesto por el miedo y gracias a la labor de un investigador. «Empecé a estudiar Historia y a indagar, a hablar de temas que me gustaban pero de los que no se hablaba. Conocí al profesor Glicerio Sánchez y, a partir de ahí, de forma un poco accidental, leí un libro suyo donde venían las iniciales de Sebastián y de Juan. Y dije? creo que aquí pasa algo. Lo hablé con mi familia y acabamos sabiéndolo», cuenta Lourdes, que es exconcejala de Memoria Democrática en Monóvar.

Hoy conocen gran parte de las historia de sus familiares, quiénes fueron y cuál fue su triste final. «Lo que pasó con la familia era lo mismo que le pasó a muchas familias que sufrieron la represión y estuvieron condenados a ocultarlo, a callarse, a agachar la cabeza y trabajar mucho. Mi bisabuela lo único que pudo hacer por salir adelante fue callar y olvidar. Nunca jamás sus hijos e hijas han sabido que su padre está aquí, en la fosa. Se ha ocultado por ese miedo, por ese silencio que impuso la represión. Seguramente ni ella sabía dónde estaba el cuerpo de su marido y su cuñado», prosigue. «No hace falta tener un represaliado en tu familia y haber vivido esto para empatizar con esas personas que desean recuperar esos cuerpos. Lo que estamos deseando es cerrar ese herida que la Guerra, la represión y la Transición no cerraron bien», concluye.