Último tren para recuperar La Encina

Villena avanza en la declaración de Bien de Relevancia Local mientras el poblado ferroviario languidece

PÉREZ GIL

La pedanía villenense de La Encina es el único poblado ferroviario puro que existe en la Comunidad Valenciana y forma parte del selecto grupo de los 14 que todavía se conservan en España. Llegó a superar los 1.500 habitantes aunque en la actualidad no llega a 200, y tanto las históricas infraestructuras como el patrimonio industrial que alberga parecen abocados al abandono, el olvido y la ruina.

Para evitarlo, la concejalía de Cultura de Villena ha dado un paso más en la solicitud de declaración de Bien de Relevancia Local, en el apartado de Espacio Etnológico de Interés, para el conjunto de infraestructuras de esta aldea situada en la encrucijada de Alicante, Valencia y Albacete.

Las gestiones que está llevando a cabo el Ayuntamiento forman parte del proyecto de recuperación del legado histórico de Villena, punto logístico y ferroviario entre Castilla y el Mediterráneo a lo largo de los tiempos. De momento ya se ha formalizado la contratación de una empresa especializada que recopilará, en las próximas semanas, toda la documentación necesaria para justificar la protección de la antigua estación del tren y las pintorescas escuelas, los pabellones de viviendas de la compañía MZA, las casas de la «Compañía Caminos de Hierro del Norte», los almacenes de vías y obras, el intercambiador de agujas -la plataforma giratoria donde se daba la vuelta a las máquinas de Alicante-Madrid y Valencia-Madrid-, así como los depósitos de agua. Especialmente el del Pabellón Norte por su historia y carga simbólica al ser utilizado por las máquinas de vapor.

Para la concejala Elena Benítez Tomás el primer nivel de protección supone «un atractivo turístico, una defensa de nuestro historia y seña de identidad, que tiene mucho que ver con el espíritu logístico y ferroviario tan vinculado a Villena». Por eso considera muy importante lograr la declaración, «porque nos permitiría contribuir en la preservación de este espacio y configurarlo como un complejo turístico y recreativo», añade.

Pero el último tren para la recuperación de La Encina se aproxima y la maquinaria de la burocracia circula con demasiada lentitud. El proceso para proteger La Encina ya fue anunciado en enero de 2019 por el anterior alcalde, el verde Javier Esquembre. Ha pasado más de año y medio y poco se ha avanzado desde entonces.

La estación de La Encina tiene su origen en el empalme de la línea construida para conectar Madrid con Alicante, abierta en 1858, con la conexión de Almansa con València, culminada un año más tarde. Promovida por el marqués de Salamanca y el de Rioflorido, la línea Madrid-Alicante fue explotada por MZA, mientras que la de Almansa hacia València acabó en la Compañía del Norte. La Encina surgió de la nada e inició su despegue poblacional en el siglo XIX con el inicio de la actividad ferroviaria, convirtiéndose en uno de los nudos más importantes de España con una población que llegó a alcanzar los 1.600 habitantes. Pero en 1970 empezó el declive con la modernización del tren, que conllevó una disminución de la mano de obra y el consiguiente despoblamiento de una aldea que, aunque sigue envejeciendo, todavía se mantiene como un museo vivo de la historia del ferrocarril.