La familia y los amigos de Justo Zarate se derrumbaron cuando le comunicaron que sufría cáncer de pulmón, sin posibilidad de operación, con metástasis en el riñón y el bazo. El diagnóstico no apuntaba nada bien pero desde el primer día él decidió afrontar la situación con una extraordinaria entereza. En ningún momento se ha dejado derrotar moralmente por uno de los cánceres más agresivos -la tasa de supervivencia a cinco años para los hombres es del 16%- y a sus 68 años está combatiendo la enfermedad con un espíritu optimista que le está ayudando a mantener una buena calidad de vida. Pero su lucha contra el cáncer tiene un doble propósito. Lo hace por él y por el resto de pacientes que sufren la misma patología. Por eso se ha ofrecido a los oncólogos del Departamento de Salud de Elda para someterse a nuevas terapias experimentales con las que seguir avanzando en la cura de esta enfermedad. Lleva cinco años sometiéndose a sesiones de radioterapia y quimioterapia con las que los médicos están consiguiendo controlar el tumor y la metástasis. «Siempre es positivo y está convencido de que los nuevos fármacos que le suministran le van a ayudar a mejorar. No tiene ninguna duda de que va a ser así y también piensa que si los nuevos tratamientos le van bien a él, también puede irle bien a otras personas que están en su misma situación», explican su mujer Pilar Moya y sus dos hijas Pilar y Mónica Zarate.

La familia está muy orgullosa de su determinación. «Nos está dando un ejemplo a todos de cómo afrontar la enfermedad y nos parece admirable su generosidad para que prueben con él una nueva quimioterapia y que la ciencia siga adelante con sus investigaciones contra el cáncer», añaden.

Justo, sin embargo, le quita importancia a su altruismo. «Alguien tiene que hacerlo y yo espero llegar a los 80», dice sonriendo.

Justo Zarate en su casa, con su perrita Estrella, tras una sesión de quimioterapia. ÁXEL ÁLVAREZ

«Lo más duro es perder a compañeros de la quimio»

La Unidad de Oncología de Elda participa en investigaciones y ensayos clínicos de primer nivel

La vida es dura, y a veces cruel, pero hay que caminar siempre hacia adelante

JUSTO ZARATE - ENFERMO DE CÁNCER

«La vida es dura, y a veces cruel, pero hay que caminar siempre hacia adelante, animarse y no dejarse llevar nunca por los malos pensamientos ni dejarse derrotar por el cáncer», comenta Justo Zarate ofreciendo su experiencia personal como un ejemplo para quienes se enfrenten a una enfermedad que tiene cada vez más pacientes pero también más supervivientes. «Si yo estoy saliendo adelante, y cada vez me encuentro mejor, pienso que todos podemos conseguirlo». Para él «lo más duro es perder a los compañeros con los que comparto las sesiones de quimioterapia en el Hospital de Elda» y anima a los fumadores a dejar el tabaco. Él fumaba dos paquetes diarios desde su juventud hasta que a los 55 años lo operaron de la cadera y tiró la cajetilla de cigarrillos al cubo de la basura.

La Unidad de Oncología del Hospital General Universitario de Elda ha cumplido este mes diez años. INFORMACIÓN

Está muy agradecido a los profesionales de la Unidad de Oncología del Hospital General Universitario de Elda que, precisamente este mes, cumple diez años. Este servicio registra más de 600 ingresos hospitalarios al año, aunque aproximadamente el 90% de la asistencia a los pacientes oncológicos es realizada de manera ambulatoria en el Hospital de Día y en las consultas, llevando a cabo además 14.000 consultas al año y atendiendo 5.513 pacientes en Hospital de Día. El servicio desarrolla una importante actividad investigadora, tanto en publicaciones científicas en revistas de alto impacto como participando en ensayos clínicos de primer nivel. Estudios que contribuyen a los avances en el diagnóstico y el descubrimiento de nuevos tratamientos como la inmunoterapia.

Me hace sentir bien poder ayudar a otras personas que están en mi misma situación

JUSTO ZARATE - ENFERMO DE CÁNCER

«En mi caso cuando me preguntó mi doctora si quería probar un nuevo tratamiento le dije que sí. Sabía que me arriesgaba a que me produjera una mala reacción pero la verdad es que me va fenomenal, y me hace sentir bien poder ayudar a otras personas que están en mi misma situación», señala Justo. «La verdad es que no deja de sorprendernos. Se va a la quimio silbando en el coche, regresa con mucho apetito y después de comer se va al campo a labrar. Ha conseguido ignorar la enfermedad y le ha ayudado mucho su confianza total en los médicos y en los avances científicos», explica su hija Pilar con la voz quebrada por la emoción.