La décima y penúltima sesión del juicio por el crimen de Patraix contra María Jesús M. C. y Salvador R. L. por el asesinato de ocho cuchilladas del marido de ella, Antonio Navarro, en su garaje de la calle Calamocha, 14, de València, tuvo por protagonistas varias de las conversaciones que la Policía Nacional grabó en las intervenciones telefónicas de los sospechosos.

El audio más importante, porque supone la incriminación de la acusada en el trazado de la coartada de cara a una posible detención por parte del grupo de Homicidios, es el que la policía obtuvo durante el encuentro entre ambos en una cafetería del centro comercial Las Américas de Torrent, seis días después de que ambos se pusieran nerviosos al saber que los investigadores ya tenían un sospechoso y que estaban a punto de cerrar el caso.

Ese encuentro fue grabado con la ayuda de un micrófono ambiental y, pese a que el sonido registrado es de baja calidad, los jurados pudieron escuchar cómo ambos tratan de pactar qué decir en torno a cómo Salva pudo disponer de la llave para entrar al garaje a primera hora del 16 de agosto de 2017 para matar a Antonio.

Los jurados ya habían escuchado el contenido de esa conversación en el juicio por boca del segundo jefe de Homicidios, quien estuvo sentado en la mesa contigua a la de los acusados durante todo el encuentro, y dispondrán además de la copia transcrita de la conversación. Pero ayer pudieron escucharla con las voces de sus protagonistas y percibir cómo el motivo central de esa conversación gira en torno a lo que entendían como un cabo suelto: la llave y cómo llegó a manos de Salva.

Maje llega a preguntarle qué debe decir sobre la llave: «Vale. Entonces, ¿tú? ¿Que me la quitaste tú?». Salva le responde: «Sí. Tú y yo vamos a decir que desapareció y a tomar por culo». A lo que ella replica: «¡Pero yo eso no lo dije!». Y más adelante ella vuelve a pedir instrucciones: «¿En qué mes? ¿Abril, junio o que ya no me acuerdo?».

Ambos vuelven a especular con que la policía debe tener un «chivo expiatorio» —«yo espero que sea un reincidente», llega a aventurar Salva— y Maje insiste en que eso supone «una injusticia. La Justicia no existe», tras lo cual se ríe. En la conversación, que en los momentos más delicados es en susurros, mencionan frases como «no entraba en los planes», «es por tenerlo todo controlado» o «solo hay una duda que tengo, que es la llave».

Durante todo el encuentro, Salva garantiza a Maje en varias ocasiones que «pase lo que pase, tú no tienes nada que temer» y «a ti no te va a pasar nada, no, nada, nada». Seis días después fueron detenidos.

Los jurados también escucharon la conversación telefónica anterior a esta y que provocó el encuentro personal para cerrar esa coartada, tal como declaró en el juicio el propio Salvador, o la que puso a la policía sobre la pista del autor material, y que ha había sido oído en la sala de vistas. Fue registrada el 8 de noviembre y puso en alerta al grupo de Homicidios cuando ella respondió gritando «¿¿qué dices?? Salva, no hagas locuras, ¿eh?» cuando él le anuncia que «ha llamado a la policía» porque «está de bajón».

Juicio por el crimen de Patraix | Conversaciones entre Maje y Salva: "Para que yo sienta mariposas en el estómago me tienen que acribillar"

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«¿Hacemos un amorcete?»

Las tres conversaciones íntegras fueron reproducidas a petición del fiscal, Vicente Devesa, quien también pidió la exhibición a los jurados del chat de Telegram mantenido el día del asesinato de Antonio entre Maje y Jose, el amante con quien había pasado la noche anterior al crimen y quien desconocía incluso que ella estaba casada.

María Jesús M. C. se vio con Salva entre las 13.31 y las 15.30 de ese día en casa de su hermana, en Blasco Ibáñez, aprovechando que la dueña estaba ausente, para que el autor material le contara el crimen, según dijo él mismo en el juicio. Las horas están establecidas a partir del registro de las antenas de telefonía móvil de esa zona de València. Ambos apagaron los datos durante esas dos horas de encuentro para no ser ubicados, pero Maje sí tuvo actividad, como prueba el chat con José, al estar bajo la cobertura de la red wifi de su hermana.

Así, cuando Salva ya le había contado cómo había matado a su marido, la acusada continuó el juego de palabras terminadas en ‘ete’ que había iniciado con Jose horas antes. Fue a las 14.02, cuando llevaba 31 minutos con Salva, cuando le escribió a Jose: «¿Hacemos esta noche un amorcete?». El juego con risas y bromas prosiguió. A las 15.13 le envió «Jope» y «Meeec». Solo un minuto después, a las 15.14 sería cuando le enviaría el último de los cuatro mensajes que le dedicó ese día a su marido, entre las 10.58 y esa hora, supuestamente buscando una coartada. Y lo hizo desde otra aplicación, Whatsapp: «Nene?». Para entonces estaba a punto de salir hacia su piso de la calle Calamocha sabiendo ya que su marido había sido asesinado.

EL ACUSADO, AL BORDE DEL COLAPSO AL ESCUCHAR SUS DIÁLOGOS CON SU EXAMANTE



El acusado, tembloroso y cabizbajo, mostró vergüenza ante los diálogos y risas con la presunta inductora


La reproducción de los audios de las conversaciones entre Maje y Salva, y de éste con un amigo suyo, donde se escuchan sus fanfarronadas y su continua e histriónica risa, todas ellas a propuesta de la defensa de ella, se convirtieron ayer en una especie de tortura para el acusado, quien estuvo cabizbajo en todo momento y al borde del colapso con un fuerte temblor en el lado derecho prácticamente toda la sesión.

«Soy un trocito de pan», «ya sabes lo perspicaz que soy», «tú tranquila que me encargo yo». Así se mostraba con su amante Salvador, quien según se desprende de los audios reproducidos ayer ante los miembros del jurado, se presentaba como el solucionador de problemas y chico para todo de Maje, desde llevarla en coche a una fiesta, buscarle asiento en un autobús junto a ventanilla, hacer unas gestiones de la declaración de herederos o descargarle una aplicación de móvil para la elíptica, a otros deseos mucho más complejos y delicados como ejecutar presuntamente un asesinato.