No hubo conejo en la chistera. Después de los informes de las acusaciones y de la defensa del autor material confeso del asesinato, fue el turno para que el bautizado por algunos medios como el mago de la toga, Javier Boix, realizara su alegato en favor de María Jesús M., Maje, presunta inductora del asesinato de su marido, el ingeniero de Novelda Antonio Navarro. El letrado no sorprendió con ninguna triquiñuela jurídica de última hora y se centró en rebatir algunas de las afirmaciones de las acusaciones y en tumbar la principal prueba de cargo contra su patrocinada, el testimonio de Salvador.

Alegato de la defensa de Maje

Alegato de la defensa de Maje

Así, ilustró a los miembros del jurado con los requisitos que se deben dar para que el testimonio de un coacusado sea valorado como prueba. Por un lado, que esa declaración sea persistente en el tiempo, amparándose en que en un primer momento Salva trató de tapar a su amante asumiendo toda la responsabilidad del crimen, y que sea suficientemente detallada. «Cambia detalles esenciales», apuntó Boix. Por otro, que el coacusado no busque un beneficio con su declaración incriminatoria. El letrado obvió que el fiscal no bajó ni un grado la solicitud de pena hacia el autor confeso. Y por último que haya pruebas periféricas que lo corroboren, como si en el juicio los testigos, las documentales y las periciales no hubieran confirmado muchos de los aspectos manifestados por Salva.

El letrado de Maje también apeló al sentido común ya que, a su entender, «no es normal que si han acordado matar a alguien queden ese mismo día —en casa de la hermana de ella— para decirte que lo he matado».

«No hay ninguna prueba de que mi patrocinada acordara matar y cómo lo tenía que hacer», remarcó Boix, insistiendo en que en las numerosas intervenciones telefónicas y los chats recuperados por la policía «no hay ninguna conversación o chat en el que se diga que concertaron el crimen». También trató de hacer ver la ausencia de móvil en el caso de Maje para matar a su marido.

Asimismo, se dejó para el final de su informe una de las pruebas que más daño puede hacerle ante un hipotético veredicto de culpabilidad, la conversación en la cafetería donde Maje y Salva discuten por las llaves que ésta le dio para supuestamente cometer el asesinato. «Que esté preocupada por las llaves es claramente comprensible, lleva encima que lo ha encubierto, pero eso no acredita que lo matara».