Un monolito funerario en la montaña de Salinas. J.C.P.G.

Dos placas en homenaje póstumo a dos británicos en el mirador del Xorret del Catí. J.C.P.G.

Placas, hitos y monolitos en memoria de seres fallecidos son cada vez más habituales en los parajes naturales y sierras de la provincia. Desde Aitana y Mariola hasta el pico del Águila de Orihuela incluyendo al Puig Campana y las sierras del Cid-Maigmó, Bèrnia, Serrella, Salinas, Cabeço d’Or, Sax, Onil y Biar.

Los amantes de las montañas quieren ser recordados en ellas. Algunos expresan su voluntad antes de morir y en otros casos -la mayoría- son sus familiares, amigos o compañeros los que deciden rendirle un homenaje póstumo de carácter íntimo en el entorno donde más felices fueron.

La colección es tan singular como variopinta. Se pueden encontrar desde placas que solo llevan inscrito el nombre de los fallecidos hasta otras en las que hay poemas, dibujos, reflexiones, imágenes, fotografías y pequeñas semblanzas biográficas de los difuntos y de su pasión por la naturaleza o por los deportes de montaña. También las hay de ciudadanos extranjeros afincados en la provincia y de célebres como el escalador noruego Håkon Fredsvik Hansen, fallecido en julio de 2013 en el pico Store Skagastølstind. Su paso por Biar queda inmortalizado en el campo de escalada que él mismo fundó en la sierra del Frare. En una de las peñas donde abrió varias vías se halla su placa RIP sellada con las banderas de plegaria habituales en los pasos montañosos y picos del Himalaya. Y precisamente en el pico sajeño de Cabreras otra placa recuerda al montañero José Luis Herrero, fallecido al descender del Mont Blanc.

En la sierra El Frare de Biar en memoria de un aficionado de la bicicleta de montaña. J.C.P.G.

Sorprende igualmente la presencia de pesados monolitos, que son transportados a mano hasta las escarpadas cimas y presentan todo tipo de inscripciones. También forman ya parte del paisaje pequeñas cruces de metal ancladas al suelo, y monumentos funerarios formados con piedras y rodeados con pequeños jardines e incluso árboles.

Placa en una peña del Reconco de Onil en recuerdo de un amante de esta montaña. J.C.P.G.

Pero lo que pocos saben, incluyendo a muchas concejalías de Medio Ambiente, es que cualquier elemento, hito o símbolo que se coloque en una zona forestal tiene que contar con la expresa autorización del titular de ese espacio, que en el caso de los montes públicos es la Conselleria de Medio Ambiente. Pero si son fincas o montes privados será el propietario quien deberá conceder o denegar el permiso. No obstante, advierten los ecologistas sobre el efecto dañino que pueden tener estos ritos funerarios privados si se extienden sin control, como viene ocurriendo en los últimos años. Sobre todo en aquellas peñas rocosas donde hay especies botánicas de gran valor ecológico por su rareza o por hallarse en riesgo de extinción. Y ello sin obviar el impacto paisajístico que pueden generar en parajes de especial protección. Algo parecido ocurrió años atrás con las cruces que se colocaban en las carreteras donde se habían producido accidentes mortales y, al final, la Administración tuvo que regularlo. Pero desde las montañas el cielo está más cerca y brilla más la luz eterna.

Una cruz en la cima de los Chaparrales de Petrer. J.C.P.G.