La moral de los profesionales del Hospital General Universitario de Elda se resiente en esta segunda oleada de la pandemia. La mayoría da síntomas de agotamiento y estrés emocional ante la avalancha de pacientes que llevan atendiendo durante las tres últimas semanas. El personal de enfermería, auxiliares, celadores y médicos admite sentir cansancio físico y mental ante una situación que al igual que ocurrió entre los meses de marzo y mayo, cuando se registró el pico más alto de contagios de la primera oleada, comienza a desbordarles.

La actual situación no invita, desde luego, a pensar en una vuelta rápida a la normalidad. Ayer el Hospital de Elda tenía ingresados 151 enfermos positivos -uno de ellos un niño aislado en Pediatría- y 18 pacientes sospechosos de portar el virus. En la Unidad de Críticos de Reanimación había 16 enfermos graves y en la UCI otros 8 más, junto a un caso sospechoso. Las plantas tercera y cuarta están llenas de ingresos covid así como el ala izquierda de la segunda y la zona nueva de Traumatología. Para disponer de más camas se han habilitado las Unidades Polivantes de Ingresos. La habitual y las del sótano y el departamento de docencia que acogen actualmente a 13 positivos. El gimnasio de Rehabilitación se ha cerrado para disponer de más espacio y, aunque la actividad quirúrgica se mantiene únicamente en situaciones graves y urgencias, las consultas externas siguen activas y las habitaciones de Cirugía y Traumatología de la zona nueva se han duplicado. Un entorno laboral asfixiante en el Departamento de Salud que registra la mayor incidencia acumulada de casos de toda la Comunidad Valenciana.

«Nos sentimos abandonados porque falta personal para atender todo el trabajo que tenemos que sacar adelante ahora. La dirección no está doblando la plantilla sino parcheándola. Sabemos que no quedan profesionales en nuestra bolsa de trabajo pero se podría echar mano de las de Alcoy y Alicante. Pero, eso sí, ofreciendo contratos de seis meses y no suplencias de diez días para que decidan venir a trabajar a nuestro hospital», comentaba ayer una enfermera que prefiere no identificarse. Otra compañera también se quejaba de la falta de asistencia psicológica. «Nuestro trabajo es muchas veces muy duro pero somos personas y cuando se nos muere algún paciente también sufrimos. Así que necesitamos el apoyo emocional que se nos prestó en la primera oleada y que ahora no sabemos porque se ha suprimido».

Síndrome de burnout

El personal sanitario también se contagia a pesar de las medidas preventivas que adopta en su trabajo y, como el resto de personas, experimenta preocupación y miedo al poder trasmitirle el virus a sus hijos, padres, abuelos o esposos. En la Unidad de Traumatología se han registrado en los últimos días un total de 11 contagios entre los profesionales. Es un ejemplo pero hay más. «Nosotros también corremos el riesgo de contagiar a nuestros familiares y amigos pero lo asumimos porque forma parte de nuestro trabajo», señala un técnico en cuidados auxiliares de enfermería lamentando, no obstante, que cada vez hay más compañeros que comienzan a desarrollar los típicos síntomas del síndrome de burnout, también llamado síndrome del trabajador quemado, por un estrés que se ha venido manteniendo desde que estalló la pandemia. Otra de las situaciones que contribuyen a generar un clima de «desánimo y tristeza» en la plantilla es no poder cumplir con todas las funciones encomendadas para prestar una asistencia de calidad.

«No todas las bajas de compañeros se han podido cubrir en las últimas semanas porque la bolsa de trabajo de enfermería está agotada y, mientras tanto, el número de ingresos covid no deja de aumentar día tras día. En el hospital vamos a destajo y estamos saturados así que necesitamos que la plantilla se refuerce lo antes posible», reclama un enfermero que también pide acabar con la incertidumbre que existe sobre la fórmula elegida para compensar las horas extraordinarias que están realizando, y también para disipar las dudas acerca de la suspensión de permisos y vacaciones.