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La Audiencia archiva los cargos contra el acusado del crimen de Rabosa

El homicidio de Petrer queda cerrado ante la inconsistencia de los indicios aportados contra el único detenido, que siempre ha defendido su inocencia

El hermano del fallecido mostrando el lugar exacto donde se produjo el crimen.

El vigilante del parque de montaña de Rabosa en Petrer, detenido en abril de 2019 como presunto autor de la muerte violenta del gerente del bar del mismo complejo, ha quedado libre del cargo de homicidio al no acreditarse que participase en el crimen de Fernando Millán Chocero, suceso ocurrido el 23 de septiembre de 2017 y que conmocionó a los vecinos de Elda y Petrer al ser la víctima muy conocida.

La Audiencia Provincial acaba de ratificar el sobreseimiento y archivo de las actuaciones que el Juzgado de Instrucción Número 2 de Elda ya dictó en noviembre de 2019, con carácter provisional, por falta de pruebas contra el único investigado. El archivo del caso podría ser revocado, no obstante, si los investigadores lograsen aportar nuevos datos, testimonios, indicios o pruebas incriminatorias sólidas. Tras ser detenido el sospechoso compareció en dos ocasiones en el Palacio de Justicia de Elda porque el juez decidió prorrogar su detención. Quería dar más tiempo a los investigadores para que pudiesen practicar diligencias complementarias. El objetivo era buscar nuevas pruebas y, con tal fin, se realizaron varios registros en las instalaciones de Rabosa. Sin embargo, según pudo saber este diario por fuentes judiciales, los investigadores no consiguieron reunir ninguna prueba contundente contra el sospechoso, un eldense de unos 60 años, casado y con domicilio en Petrer, que trabaja desde hace años como vigilante del refugio de montaña del Centro Excursionista Eldense. Siempre ha mantenido su inocencia y en el escrito de alegaciones sus abogados, Alejandro Jover y María Monzó, del estudio jurídico Brotsanbert, han rebatido de forma pormenorizada todos los detalles aportados por la investigación policial para demostrar la inocencia de su defendido. Es más, los dos letrados mantienen que «se da la paradoja de que son los propios indicios utilizados por los agentes los que han motivado la solicitud del sobreseimiento y archivo del caso».

El lugar donde se produjo el crimen cuando la víctima estaba retirando los pivotes para acceder al parque de montaña. ÁXEL ÁLVAREZ

La víctima también era de Elda, tenía 57 años, estaba casado y era padre de un hijo de 29 años. Llevaba muchos años al frente del bar-restaurante de montaña propiedad del Centro Excursionista Eldense y no se le conocían enemigos, adicciones ni problemas.

Este diario pudo averiguar, por fuentes del entorno familiar de la víctima, que el fallecido y el detenido estaban enemistados desde que el primero le negó el uso de unas sombrillas al segundo. La discusión se produjo seis meses antes del crimen y a partir de la misma ambos dejaron de dirigirse la palabra.

Según consta en las diligencias, el gerente del bar también detectó en varias ocasiones que le habían sustraído pequeñas cantidades de género -sobre todo botellas de alcohol- e incluso 1.800 euros que guardaba en la planta superior del restaurante. En un primer momento sospechó de sus empleados, concretamente de un camarero, pero finalmente pensó que podría tratarse del vigilante. Un extremo que no ha podido acreditarse como tampoco se ha aportado ningún estudio científico que avale el «carácter huraño y conflictivo» que también se le atribuyó al detenido.

No interpuso denuncia pero, según las mismas fuentes, Fernando Millán decidió expresar sus quejas por éstos y otros hechos a los responsables del Centro Excursionista Eldense, como entidad propietaria del parque de Rabosa, para que adoptasen las medidas disciplinarias si determinaban que había fundamento para ello. Otro aspecto que llamó la atención del hermano de la víctima fue la insistencia del arrestado en señalar, en la misma escena del crimen, que la muerte había sido accidental debido a la caída de una piedra del talud que se encuentra pegado al camino. Sin embargo, al fallecido le propinaron un golpe directo en la cabeza con un objeto que no ha podido ser determinado y que le arrancó parcialmente la oreja. Aunque en el lugar apareció una piedra de unos 30 kilos no parece probable que fuera el objeto empleado para acabar con su vida. De hecho, no aparecieron fragmentos ni restos de tierra de la piedra en el cráneo de la víctima. Y respecto a la fractura que presentaba en la tibia y el peroné el examen forense indicó la posibilidad de que se la hubiera producido por la propia caída. El crimen ocurrió sobre las 6 horas cuando retiraba los pivotes de acceso al enclave y una de sus empleadas lo encontró moribundo en el suelo una hora más tarde. Desde entonces han pasado más de tres años y el caso se cierra sin culpables.

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