Nació el 10 de abril de 1918 en plena pandemia de la gripe española y esta semana la han vacunado contra el covid-19 cuando solo le queda mes y medio para cumplir los 103 años de edad. Nieves Asensi Cerdán es de Aspe y puede presumir de ser una de las pocas personas que ha sobrevivido a dos pandemias y una Guerra Civil tras una vida llena de sacrificio, privaciones y dificultad.

De la primera pandemia no tiene recuerdos porque era una recién nacida. Sin embargo ha marcado el resto de su vida porque en ella falleció su madre, Teresa Cerdán, a la que no conoció porque cuando murió rondando los 30 años ella solo tenía dos meses. Su padre contrajo la gripe española y su madre lo estuvo cuidando hasta que logró superarla. Pero entonces fue ella quien se contagió del virus -influenza A del subtipo H1N1- y su enfermedad tuvo un fatal desenlace.

La gripe española mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo y, aunque no se sabe con certeza si se originó en Francia, China o EE UU, terminó recibiendo el apelativo de española porque España no ocultó su existencia como sí hicieron los países involucrados en la I Guerra Mundial. El padre de Nieves fue uno de los ocho millones de españoles infectados y su madre una de las 300.000 víctimas mortales.

"La pandemia está durando mucho porque la gente no hace caso a las normas y yo quiero ver ya a mis once nietos y a mis once biznietos"

De ella se hicieron cargo su padre Paco y su abuela paterna. Pero fue una vecina de Aspe, conocida en el pueblo con el apodo de «La Jabonera», la que se ofreció a darle pecho junto a su bebé recién nacido. «Ella fue como mi madre y sus hijos como mis hermanos», recuerda Nieves que mantiene una gran lucidez y muy buena memoria. «Lo mejor que tengo es la cabeza y lo peor que estoy sorda», indicaba este viernes con la ayuda sonora de la mayor de sus hijas, Nieves Pérez Asensi.

Hasta hace tres meses se encargaba de cuidar y podar todo el huerto de la casa de campo de la zona del Castillo en la que vive desde hace dos años con su hija. Pero sufrió un ictus que dejó sus piernas paralizadas. Un «pequeño achaque» que ya ha superado porque sigue caminando sola y cada día se encarga de asearse y limpiar su habitación sin ninguna ayuda. Dice su hija que «es muy fuerte física y mentalmente porque ha trabajado y sufrido mucho. Tanto en el campo, como en la fábrica de armas, como en el bar Los Tambores que abrió en 1951 con mi padre, del que enviudó hace más de tres décadas cuando ella tenía 69 años».

La vida no se lo ha puesto fácil. Una de sus cinco hijas falleció a los 47 años y ella se hizo cargo de cuidar a sus dos nietos -que entonces tenían 12 y 14 años- con la ayuda de su yerno. También recuerda las vicisitudes que pasó durante el franquismo porque su marido era comunista. Al finalizar la Guerra Civil fue apresado y llevado al campo de concentración de Albatera y, tras ser liberado, sufrió represalias durante muchos años.

Esperemos que la vacuna nos ayude a que esto pase pronto y volvamos a vernos, abrazarnos y besarnos como antes

«Pero a pesar de todo la vida es un regalo de Dios. Tenemos que adaptarnos a los tiempos de cada momento y, sobre todo, vivir sin hacer mal a nadie», dice admitiendo estar cansada «porque la pandemia está durando mucho y yo quiero ver ya a mis once nietos y a mis once biznietos». Desde marzo de 2020 solo habla con ellos por vídeo llamada y no ha podido acudir a la misa matinal del domingo, algo que hacía siempre y que también le servía para mantener contacto con otras personas mayores después de que todas sus amigas hayan fallecido. «Yo soy socialista y creyente -se define con orgullo- pero me gustaban más los políticos de antes porque tenían más valores y eran más honrados». Cree que la crisis sanitaria que sufrimos se está alargando más de la cuenta. «Y es porque la gente no hace caso y no respeta las normas» dice elevando la voz y recordando que «todo esto que estamos pasando ahora es lo mismo que pasó España cuando yo nací».

Administrándole la primera dosis de la vacuna Pfizer. NIEVES PÉREZ ASENSI

La histórica vacunación de la «superbisabuela» ha sido todo un acontecimiento para el personal sanitario del centro de salud de Aspe. De hecho, para administrarle la primera dosis de la Pfizer acudieron a su casa una doctora, una enfermera y la coordinadora de Enfermería. Todas ellas posaron con la «heroína» para inmortalizar un momento que volverá a repetirse dentro de tres semanas cuando le inyecten la segunda dosis. «Yo estoy contenta con la vacuna y no he sentido ningún efecto malo. A ver si nos ayuda a que todo esto pase bien pronto y podamos volver a vernos, besarnos y abrazarnos como antes», comenta sonriendo mientras dirige la mirada hacia la fotografía en la que aparecen sus once biznietos. «Los echo mucho de menos porque verlos y hablar con ellos por teléfono no es lo mismo», suspira.

A Nieves Asensi Cerdán ni la gripe ni el coronavirus le dan miedo. Ha sobrevivido a las dos grandes pandemias de la última centuria y a una Guerra Civil. Es historia viva de dos siglos que han marcado el devenir de la humanidad.