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Otra decepción para la memoria histórica en Elda

El estudio destinado a exhumar los restos de cuatro vecinos represaliados por el franquismo revela que la fosa común se destruyó en los años 90 durante la ampliación del cementerio viejo

Los panteones que se construyeron a comienzos de los años 90 sobre la fosa común del cementerio Santa Bárbara de Elda. | ÁXEL ÁLVAREZ

La fosa común del cementerio viejo de Santa Bárbara de Elda donde se enterró a cuatro represaliados del franquismo ya no existe. La investigación que la concejalía de Memoria Histórica que dirige Amado Navalón encargó a Gabriel Segura, historiador y cronista oficial de la Ciudad de Elda, ha determinado la ubicación exacta de la fosa pero también ha podido averiguar que sobre la misma se construyó una veintena de panteones al comienzo de los años 90, durante unas obras de ampliación del camposanto. Los panteones se encuentran concretamente en la calle Santo Domingo, entre los números 21 y 43, y bajo ellos deben estar posiblemente sepultados los restos mortales de dos de los cuatro fusilados, por lo que resulta ya del todo imposible recuperar sus cuerpos. Son concretamente Evedasto Molina Albert, nacido en Pinoso y residente en Elda. Era zapatero y tenía 32 años cuando murió en la cárcel militar de Elda el 4 de noviembre de 1939. La otra víctima nació en Almoradí pero también vivía en Elda. Se llamaba Manuel Gómez López y fue fusilado el 16 de noviembre de 1939 en la tapia del cementerio viejo de Elda. De ninguno de los dos se ha conseguido localizar a ningún descendiente ni recabar datos que permitan dar con antepasados o conocidos. De ahí que Gabriel Segura haga un llamamiento para que cualquier persona que tenga información contacte con él a través del Ayuntamiento.

Al menos con su estudio se ha podido determinar el lugar donde se encuentran los restos de los otros dos fusilados. Tanto de Elías Ibáñez Morcillo, zapatero de 35 años nacido en Almansa y residente en Elda, como de María Belló Pérez, de 27 años, también zapatera y muy conocida en la localidad por aquel entonces al ser la hija de María «La curandera». En ambos casos sus familiares pudieron recuperar sus restos mortales en los años 90, antes de que se construyeran los panteones sobre la fosa común donde yacían. Cabe señalar al respecto que el Gobierno Civil de Franco permitió, a partir de los años 50, que los restos de los asesinados fueran extraídos de las fosas por sus familias.

Tres de los represaliados en Elda fueron juzgados por un tribunal militar en Monóvar y conducidos a la tapia del cementerio de Santa Bárbara para ser ejecutados y enterrados el 16 de noviembre de 1939. La cuarta víctima, el pinosero Evedasto Molina Albert, falleció en la cárcel militar de Elda el 4 de noviembre y acabó en la misma fosa. Eran defensores de la República. No lo negaron. Pero ninguno tuvo un destacado protagonismo en la vida política y social de la época. Fueron, además, los únicos fusilamientos que se realizaron en Elda porque a partir de 1940 todas las ejecuciones e inhumaciones se llevaron a cabo en Alicante ciudad. Precisamente con la búsqueda de once fusilados por la dictadura entre mayo y junio de 1940 daba comienzo el pasado 22 de febrero la primera exhumación de represaliados del franquismo en el Cementerio Municipal Nuestra Señora del Remedio de Alicante. Los trabajos se realizaron durante el pasado mes de marzo en la fosa X pero las excavaciones finalizaron el 24 de marzo sin encontrar restos completos. Algo parecido a lo que ocurrió en Monóvar en septiembre de 2020 cuando se comprobó que los restos de los 26 fusilados de la fosa común del cementerios fueron removidos en 1988 durante la construcción de nichos. Otra decepción que se suma a la que también sufrió el eldense Antonio Gisbert Pérez, enlace en el Alto y Medio Vinalopó de la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo del Cementerio de Alicante. Durante meses estuvo tratando de localizar la fosa común donde podría estar enterrado su abuelo, Antonio Gisbert Miró, miembro de la CNT fusilado el 20 de junio de 1939. Con la supuesta intención de realizar unas obras los cadáveres que había en la fosa donde yacía su abuelo se trasladaron al osario general. «Ya es imposible que pueda cumplir con el deseo familiar de ofrecerle un acto de verdad, justicia y reparación», indicó a este diario mostrando el mismo abatimiento que han sentido los descendientes de los represaliados de la fosa X. «Todo esto duele mucho -se sincera- pero vamos a seguir adelante hasta el final porque queremos conocer la verdad». Una opinión que comparten todos los miembros de la asociación.

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