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La estación olvidada

Este barrio eldense ha pasado del esplendor de la primera mitad del siglo XX al olvido y deterioro actual

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Salvo alguna familia que se mantiene en el «callejón», hoy la Estación de Mónovar, en el término municipal de Elda, pervive por algunas actividades comerciales, pero la situación de abandono que presenta la escuela, la antigua ermita dedicada a la patrona del barrio, la Casa Frater y la propia estación ferroviaria son ejemplos de esta decadencia. Y es que la Estación, en su esplendor de la primera mitad del siglo XX no solo era el edificio ferroviario. Un amplio entorno a ella albergaba, y aún perduran muchas de ellas, numerosas casas veraniegas de familias eldenses, monoveras y alicantinas, principalmente. Algunas de estas casas presentan rasgos comunes debido a que tuvieron el mismo constructor, «el mestre Caneu». Se trata de las casas, también llamadas chalets, como el de la familia Vidal-Maestre, Villa Paca (familia Corbí) o el chalet de Luis Marhuenda. Estas dos últimas tuvieron su protagonismo durante la Guerra Civil. Villa Paca acogió varios campamentos de verano para niños acogidos de la zona centro; mientras la casa de la familia de Luis Marhuenda acogió a familias que huyeron de Madrid por los bombardeos de la capital.

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Las otras eran La Casita (familia García-Romeu), con su pozo y su balsa que abastecía de agua de riego a las fincas colindantes; la Casa Francisquet; La Angelina con su ermita de las misas dominicales; la Casa Molera; la Casa Sanchiz Bonastre; y un poco más alejadas Casa Telésforo, Valparaíso y la Casa Lacy y su finca, hoy polígono industrial de Elda.

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La puesta en funcionamiento de la línea ferroviaria Madrid-Alicante en 1858 trajo consigo la construcción de la Estación Monóvar-Pinoso y con ello una salida a los productos que se producían en la zona. El mármol, el vino, los jabones, el mimbre, las harinas, entre otros, vieron florecer fábricas y trabajo. El tren creó riqueza en la zona y dio origen al establecimiento en la estación de varias fábricas de mármol (Carlos Tortosa), una alcoholera y una bodega (Bilbaínas), bares, servicio de autobús («Botitos») todos ellos a la sombra del ferrocarril.

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Aquella época de esplendor fue decayendo. Las fábricas de mármol cerraron y el tren dejó de parar en la estación. Y así llegamos a la situación actual con el olvido de muchos y, especialmente, el de los gobiernos municipales de Monóvar y Elda.

En junio de 1990 se apearon en la Estación de Monóvar los últimos viajeros. Fueron los restos de Azorín y de su esposa Julia los últimos en llegar en tren a Monóvar. Desde entonces el cierre es total.

A lo largo de esta legislatura se han producido algunos amagos, por parte de los políticos, de devolverle la actividad. Una campaña de la coalición local de Podem-Compromis incluida, «Recuperem l´Estació»; la visita del senador Cales Mulet (Compromis), en octubre 2019; y la visita del diputado en el Congreso, el ilicitano Alejandro Soler (PSOE), en octubre 2020, acompañado por el también diputado y Alcalde de Pinoso, Lázaro Azorín.

Pero estas iniciativas no han dado sus frutos. La Estación permanece cerrada y abandonada y Monóvar-Pinoso continua sin servicio en la línea de cercanías Villena-Alicante.

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