“Sin regadío estómago vacío”. Ese es el eslogan que encabezaba la manifestación de los regantes este 20M en Madrid. Y más que una frase, es un pensamiento cierto y oportuno. Para garantizar la seguridad alimentaria en nuestro país, y como es deseable en estos tiempos tan difíciles, hace falta que al regadío no le falte el AGUA.

 

Debido a los problemas con el Tajo-Segura, la solución de las desaladoras es una DESOLACIÓN. En el Júcar – Vinalopó, vislumbramos una posible solución; y deseamos que esta ESPERANZA no sea ficticia.

 

Con la ilusión de que los Planes Hidrológicos, próximos a salir publicados, hayan recogido las preocupaciones de los regantes, intentemos que el agua por lo menos sea un problema a resolver -ya que los demás: energías, abonos, etc... son lamentables y no esperamos más- pero en el agua, que depende de la capacidad reguladora de un gobierno comprometido, esperamos se actúe con lealtad al objetivo de garantizar la producción agrícola en este país.

 

Ángel Urbina en la manifestación del 20M en Madrid.

 

En nuestra tierra, el agua produce alimentos, mantiene el medio ambiente y sin ella no se puede vivir. Estamos en una situación límite: la sequía amenaza nuestros cultivos y los fertilizantes, el gasóleo y la energía se encuentran a precios históricos y en alza.

 

Es una situación delicada ante la que el Gobierno no debe permanecer impasible, ya que el riesgo del desabastecimiento y la ausencia de alimentos en las estanterías de nuestros supermercados, es una prioridad en un Estado de Derecho.

 

El otro día, Lucas Jiménez, Presidente del Sindicato de Regantes del Tajo-Segura, dijo: “está ardiendo Roma; que el Gobierno deje de tocar la lira.”