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La excavación de la necrópolis morisca de Elda eleva a veinte las fosas descubiertas

Los estudios confirman que los enterramientos datan de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII y se encontraban fuera de la villa

Los enterramientos moriscos encontrados en las obras de la Plaza Joan Miró de Elda. INFORMACIÓN

Las obras de reforma de la plaza Joan Miró de Elda han permitido descubrir una necrópolis morisca datada entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. Tras un mes de excavaciones el equipo de arqueólogos que dirige el eldense José David Busquier Corbí ha exhumado veinte fosas de mujeres, hombres y niños. Los cadáveres fueron enterrados siguiendo el rito cristiano y han aparecido a medio metro de la superficie del suelo. Todos presentan la cabeza girada hacia La Meca y una piedra sobre ellas para asegurarse de que no volvían a su posición original. Evidencias que, junto a la ausencia de ajuar funerario, apuntan a un claro origen morisco.

El lugar del hallazgo, situado en el extremo sur del barrio de La Purísima, se encuentra fuera del muro que delimitaba la antigua villa medieval y moderna, la «Elda Murada» que es objeto de un ciclo de visitas guiadas por parte del cronista oficial Gabriel Segura dentro de la actividad «Éldase una vez».

El arqueólogo Busquier Corbí, encargado del seguimiento de la obra, sigue excavando en la zona e inspeccionando las sepulturas para realizar un trabajo de información, documentación y catalogación. "Algunos cadáveres están muy arrasados, no ha aparecido nada de ajuar ni tampoco hemos encontrado ningún elemento que se salga de lo normal", ha comentado.

Los arqueólogos han descubierto una veintena de enterramientos moriscos en la Plaza Joan Miró. INFORMACIÓN

Precisamente, al no hallarse ningún otro vestigio de interés arqueológico, los restos óseos serán extraídos para depositarlos en el Museo Arqueológico de Elda y los enterramientos serán protegidos. Los trabajos pueden prolongarse durante varias semanas más, pero no están impidiendo que las obras de reforma de la plaza puedan seguir con normalidad en los lugares no afectados por el hallazgo.

Busquier pensaba en un primer momento que aparecerían alrededor de quince enterramientos. De momento ya van por veinte y la cifra puede ser incluso mayor. Todas las sepulturas pertenecían a una necrópolis de la que ya se tenía conocimiento por medio de la «Historia de Elda», de Lamberto Amat, que incluso le dió el nombre de cementerio de las afueras o cementerio de Daroca.

Los arqueólogos no han encontrado ningún objeto de ajuar funerario en las fosas.

Los arqueólogos no han encontrado ningún objeto de ajuar funerario en las fosas. INFORMACIÓN

«Sabíamos de la existencia de esta necrópolis pero desconocíamos el lugar exacto donde estaba ubicada. De hecho, durante la construcción de algunas viviendas próximas ya aparecieron años atrás restos humanos que pertenecían al mismo cementerio», puntualizó el arqueólogo de Elda añadiendo que este cementerio morisco fue destruido en su práctica totalidad, en décadas pasadas, durante los trabajos de cimentación de las construcciones próximas.

La plaza Joan Miró es un acceso emblemático para el casco antiguo. Es una de los principales entradas al centro histórico que conecta con la calle Nueva y da entrada a todo el casco antiguo, por lo que su remodelación supone un importante paso a la hora de seguir con la recuperación del patrimonio eldense. 

Los trabajos de reforma en la Plaza Joan Miró. ÁXEL ÁLVAREZ

Respecto a los moriscos cabe señalar que el 11 de septiembre de 1609 el conde de Elda, Antonio Coloma, recibió la carta del rey Felipe III ordenándole que los expulsara. La villa contaba entonces con 2.200 habitantes y se deportaron 1.760, es decir, un 82,3%, quedando habitada Elda por tan sólo 480 cristianos. La decisión del monarca trajo crisis económica y pérdida de acervo y riqueza cultural, desapareciendo los nombres y oficios de los moriscos.

La expulsión morisca

En 2009 el arqueólogo municipal Antonio Poveda hizo mención a la expulsión morisca de Elda en un artículo publicado por este diario:

"Hace 400 años se produjo un auténtico drama humano, social y económico en el Condado de Elda, sus súbditos moriscos de Elda y Petrer fueron acompañados por su titular al puerto de Alicante, para su expulsión a Berbería, dejados desamparados en Tlemecén y Mostaganem (Argelia). Fue un ejemplo más de que la Monarquía de España y la Valencia regnícola, eran intolerantes y represivas con comunidades de cultura diferente, en este caso la musulmana de entonces, y ello a pesar de estar presente durante casi 900 años, es decir, esos moriscos eran más eldenses y petrerenses que los pocos cristianos que se quedaron habitando esas poblaciones. Pero esta decisión, que después se mostró como un clamoroso error económico (también cultural), tenía una causa múltiple: Políticamente se consideraba peligrosa su presencia en áreas litorales ante la ayuda que pudieran ofrecer a una hipotética invasión islámica desde el Norte de África; y la intolerante iglesia aprovechaba cada conflicto con moriscos para implantar la conversión en masa al cristianismo. En 1601, el arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, pedía la expulsión morisca por herejes pertinaces y traidores a la Corona Real. El movimiento de rebelión social de las clases medias urbanas y campesinas cristianas frente a la nobleza, en el siglo XVI, no fue secundado por moriscos, servidores obligados de ésta, ello incrementó su odio. Con este clima el duque de Lerma convenció al rey Felipe III de su expulsión. El 11 de septiembre de 1609, el Conde de Elda, Antonio Coloma, recibe carta real justificándole la expulsión, ofreciéndole compensaciones por las pérdidas económicas derivadas de ella. El 22 de septiembre, el marqués de Caracena firma la Crida de expulsión en el reino de Valencia, que implicaba la deportación de 130.000 personas, que era el 30 % de la población valenciana. En Petrer fue peor, se marchó el 97% de su población, en Elda, con 2200 habitantes, se deportan 1760 de los mismos, es decir, un 82,3%, quedando habitada por tan sólo 480 cristianos, cuando el Conde salía de su residencia en el castillo-palacio de Elda, para conducir a sus súbditos musulmanes al exilio definitivo. Conclusión: descenso brutal de la población del Valle y Condado de Elda; colapso y crisis económica, y pérdida de acervo y riqueza cultural, desapareciendo nombres y oficios de aquéllos. Esta tragedia nuestra debiera haberse conmemorado este año con más repercusión cultural y social de la prevista".

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