Las abundantes y persistentes lluvias registradas en las comarcas del Alto y Medio Vinalopó en lo que va de año, especialmente en los meses de marzo y abril, han dado lugar a imágenes que no se producían desde hace al menos treinta años. Ramblas convertidas en ríos, lagunas surgidas en zonas completamente áridas, fuentes naturales que brotan tras permanecer secas durante décadas, surgencias que afloran a la superficie anegando sendas y caminos, saltos de agua en tórridos barrancos y manantiales rebosantes que llenan pozos y pozas donde antes solo había sol y tierra.
La avalancha de agua también ha teñido de verde y vida el paisaje, ofreciendo estampas más propias de la cordillera cantábrica que de la zona mediterránea. Y la transformación también es apreciable en el río Vinalopó, que ha triplicado su caudal y baja irreconocible desde el curso alto.
De momento el registro puvliométrico en los 50 puntos de observación de MeteoVinalopó alcanza los 311 mm de lluvia y, según explica el meteorólogo Lluís Francés, ya se ha llegado a la media climática anual en el Alto y Medio Vinalopó a falta de siete meses para acabar el año.
Hablamos de surgencia cuando el líquido elemento brota de forma espontánea en la capa superficial, pero hay que puntualizar que es un término mucho más amplio que el de un mero manantial.
"Existen diferentes surgencias en base al tipo de flujo que las originan, pero en nuestra zona del Vinalopó hemos tenido estos días surgencias de flujo local, con un caudal variable, muy relacionado con las precipitaciones en un reducido tiempo de resistencia al terreno", aclara el experto añadiendo que estos flujos indican que las zonas de carga y descarga están próximas.
Las afloraciones de agua presentes en las montañas del ambas comarcas se originan cuando el nivel freático corta a la superficie del terreno, de manera que el agua de un acuífero fluye al exterior. "Pero las circunstancias geológicas que determinan estas descargas son muy diferentes y también muy variables los caudales que aportan a la superficie: con frecuencia son salidas casi imperceptibles y difusas, mientras que en otros casos forman espectaculares surgencias", apunta Lluís Francés, presidente de MeteoVinalopó.
Lo cierto es que la vida del ser humano y todas sus actividades sociales y económicas giran alrededor del agua pero, además, la pandemia del covid-19 ha demostrado que también es esencial para evitar la propagación de enfermedades. Un gesto tan sencillo como lavarse las manos a menudo con agua y jabón puede mantener a raya virus y bacterias pero, según los datos que maneja la ONU, 2.200 millones de personas todavía carecen de acceso a un bien tan preciado como escaso.
En el Alto y Medio Vinalopó la recarga de los acuíferos ha sido tan potente durante los meses de marzo y abril que durante el próximo verano podría repetirse el fenómeno que ya se produjo en el año 2020. En ese año Aemet calificó la primavera de la Comunidad Valenciana como «la más húmeda de los últimos quince años y la cuarta más húmeda desde 1950». Prueba de ello es que en el sofocante mes de julio todavía emergía a la superficie el aporte hídrico de algunos acuíferos. Si bien nada comparable con la actual situación.
La presencia activa de los manantiales naturales que cruzan ambas comarcas en pleno periodo estival de 2020 fue completamente inusual. Un fenómeno que no se producía desde hacía décadas y que mantuvo la presencia de pequeñas fuentes que se convirtieron en auténticos oasis. Reductos de vida para la subsistencia de la fauna y flora en los meses más tórridos del año por las olas de calor y un déficit hídrico cada vez más acentuado.
En la sierra del Reconco, que se extiende entre los términos de Biar y Onil, sigue manando agua de la Font del Xorro y la Font de Soriano se muestra exuberante, siendo ésta última especialmente sensible a los periodos secos. En la Peña Rubia de Villena hay surgencias en muchos enclaves y la Font de San Joan, en plena sierra del Fraile de Biar, es otro oasis renacido.
Y en la zona montañosa de Petrer ocurre lo mismo en el Xorret de Catí, en la rambla de Puça, en la cueva del Pantanet y en el barranco del Rincón Bello, un paraje relativamente cercano a Rabosa, El Cid y El Calafate, desde donde se contempla la línea azul de la costa alicantina. Son algunos de los puntos de afloramiento de agua, con caudales continuos, que se mantienen activos actualmente en el Alto y Medio Vinalopó. Pero no son los únicos porque en Biar también están los manantiales de Patirás y Fontanelles.
En el caso de la sierra del Reconco estos oasis reciben el aporte de las masas de agua subterráneas de los acuíferos Villena-Benejama, Els Viverets y Jurásico de la Sierra Mariola. Los tres son permeables y cubren una área de 224, 80; 75,62 y 23,69 kilómetros cuadrados respectivamente. Sin embargo, en el sistema montañoso de Petrer los acuíferos de Caprala, Ponce, Castalla, Caballo-Fraile y Rullo pertenecen a la unidad hidrogeológica de Argueña-Maigmó mientras que Puça, donde está el salto de agua y la poza que frecuentan numerosos bañistas, forma parte de la unidad hidrogeológica del Cid.
El agua es vida y su escasez ya afecta al 30% de la población mundial, un porcentaje que sigue aumentando...
