El ADN de la Memoria Histórica

El Ayuntamiento de Aspe abre un laboratorio para identificar los restos de todos los represaliados del franquismo exhumados en las fosas del cementerio de Alicante

Así es el laboratorio de Aspe donde se analizan los restos de los represaliados del franquismo exhumados en el cementerio de Alicante

Áxel Álvarez

Pérez Gil

Pérez Gil

Los restos mortales de todos los fusilados del franquismo enterrados en el cementerio municipal de Alicante entre los años 1939 y 1945 se estudian y custodian en un laboratorio de Aspe, pionero en la provincia de Alicante, que el Ayuntamiento mantiene con sus propios recursos para contribuir a la Ley de la Memoria Histórica.

En las instalaciones del antiguo centro de salud de esta localidad del Medio Vinalopó los técnicos limpian los huesos, estudian los objetos personales descubiertos en las fosas, realizan un detallado estudio antropológico y extraen las muestras para que Fisabio, la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana, pueda determinar el ADN. Una tarea que en el caso del laboratorio de Aspe ya ha comenzado, aunque los resultados pueden demorarse entre ocho y doce meses debido a las numerosas exhumaciones que se están realizando en toda la Comunidad Valenciana.

El arqueólogo Jorge García en el laboratorio habilitado por el Ayuntamiento de Aspe en las dependencias del antiguo centro de salud.

El arqueólogo Jorge García en el laboratorio habilitado por el Ayuntamiento de Aspe en las dependencias del antiguo centro de salud. / Áxel Álvarez

De este modo el equipo que encabeza el arqueólogo Jorge García Fernández, gerente de Drakkar Consultores y director de las exhumaciones en el cementerio de Alicante, consigue averiguar la edad aproximada del represaliado, su sexo, las lesiones que presentaba o las patologías que sufrió en vida, los signos de violencia previos a la ejecución y el impacto de las balas durante el fusilamiento.

Las piezas dentales suelen ser los restos más fiables para extraer el ADN.

Las piezas dentales suelen ser los restos más fiables para extraer el ADN. / Áxel Álvarez

Tanto el informe elaborado por los arqueólogos y antropólogos como el resultado de las pruebas de ADN se coteja con los testimonios y las muestras genéticas de los familiares de las víctimas para que tengan la completa certeza de que los restos recuperados pertenecen a sus descendientes. Es el último paso que les separa de la digna sepultura que no tuvieron durante la represión de la dictadura.

Ataúdes

Tras juicios sumarios en los que se les acusaba de "adhesión a la rebelión" eran fusilados en el cuartel de Rabasa. A continuación los cadáveres eran trasladados en camiones hasta el cementerio municipal de Alicante, donde eran inhumados en fosas comunes con una veintena de personas apelotonadas aunque de forma ordenada, todos boca arriba y sin ataduras en las manos, siguiendo un patrón para ganar espacio. Excepcionalmente también han aparecido algunos dentro de un ataúd. Los familiares que tenían el "privilegio" de conocer la fecha del fusilamiento los compraban y aguardaban todo el día, en la puerta del cementerio, para entregarlos a los sepultureros cuando llegaba "el camión de los muertos" y reconocían a su marido, padre, tío o hermano.

El ojo de cristal del aspense fusilado en el cuartel de Rabasa y enterrado en el cementerio de Alicante.

El ojo de cristal del aspense fusilado en el cuartel de Rabasa y enterrado en el cementerio de Alicante. / Áxel Álvarez

Balas

En el primer año de actividad del laboratorio de Aspe se han estudiado los cadáveres de 73 represaliados -22 de ellos aspenses- extraídos de las fosas número 14, 36, 33 y 20, aunque se prevé que la cifra supere el centenar porque las exhumaciones continuarán en la fosa 18 una vez que concluyan las que se están realizando actualmente en la fosa 4.

En las pequeñas cajas que se entregan a los familiares también se encuentra el ajuar del ajusticiado. Botones, lápices, anillos, una petaca de tabaco, el ojo de cristal del aspense Francisco Alcolea Cremades, y la pulsera de alambre que el eldense Vicente Machirán Milla se ató al tobillo con sus iniciales, estando preso en el Reformatorio de Adultos de Alicante, con la esperanza de que en el futuro próximo su esposa e hijo pudieran identificar su cadáver. Tal y como ha sido 80 años después.

Los arqueólogos también han descubierto muchas balas. Algunas de ellas alojadas en el cráneo, con orificio de entrada pero no de salida, probablemente por efecto del tiro de gracia tras la descarga del pelotón de fusilamiento.

Una de las numerosas balas encontradas en los cadáveres de los fusilados.

Una de las numerosas balas encontradas en los cadáveres de los fusilados. / Áxel Álvarez

Lápices

Uno de los vestigios más comunes son los lápices que aparecen durante el cribado de la tierra que rodea a los cuerpos en las fosas. Una tarea imprescindible para recuperar los huesos más pequeños, que suelen encontrase en los dedos. "Exactamente lo que se conserva son las minas de grafito porque la madera después de 80 años ya está podrida. Esto se debe a que antes de la ejecución a los condenados les daban un lápiz y una hoja para que pudieran enviar una carta de despedida a sus seres queridos. Al finalizar muchos de ellos se guardaban el lápiz en el bolsillo y por eso encontramos tantas minas de grafito durante las exhumaciones", explica Jorge García.

La Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo del Cementerio de Alicante que preside María José Pérez está haciendo un gran esfuerzo para tratar de identificar y recuperar los restos de sus ascendientes. Pero no todos los familiares actúan de la misma manera. Algunos quieren recibir la caja pero no participar en el acto de dignificación que la consellera de Calidad Democrática, Rosa Pérez Garijo, y su director general, Iñaki Pérez, suelen hacer en el mismo camposanto. También los hay -aunque son minoritarios- que no quieren hacerse cargo de los huesos y reniegan del pasado familiar.

Los restos óseos son limpiados y sometidos a un estudio antropológico antes de la extracción de muestras para el ADN.

Los restos óseos son limpiados y sometidos a un estudio antropológico antes de la extracción de muestras para el ADN. / Áxel Álvarez

En este sentido Jorge García recuerda un caso excepcional ocurrido mientras realizaba una exhumación en otra zona de España. "Contactamos con el nieto del fusilado y nos dijo que no quería saber nada de su abuelo porque él era simpatizante de Vox y estaba totalmente de acuerdo con que las fuerzas franquistas lo hubieran fusilado".

La decisión del alcalde de Aspe -Antonio Puerto de IU- de ayudar a todas las familias de los represaliados de las fosas de Alicante es pionera en la provincia. "El Ayuntamiento de Aspe se ha implicado por completo en la causa de la Memoria Histórica y ha dado un paso al frente que demuestra su espíritu solidario y su compromiso democrático", ha señalado el director de las excavaciones.

Hasta la actualidad el número de represaliados exhumados en el camposanto de Alicante supera los 200. Pero la cifra total de víctimas se aproxima a las 600. Si la Generalitat Valenciana sigue aportando subvenciones, como lo viene haciendo hasta la fecha, es más que previsible que en el año 2024 ya no quede ningún fusilado en las fosas de Franco.