Expectación por comprobar las crías de las 25 parejas de águila real en la provincia de Alicante

Ciclo vital. Los ornitólogos están expectantes en estas fechas por comprobar si el ciclo de la vida continúa con las próximas generaciones de águila real. En la provincia hay 25 parejas que ahora están en período de cría pero hasta que los pollos no surquen el cielo la supervivencia no está garantizada.

Pérez Gil

Pérez Gil

La incubación de los dos huevos que cada pareja de águila real suele poner a finales de marzo ya ha finalizado. Ahora es el momento de la crianza y de la espera impaciente de los ornitólogos para comprobar si, al menos, uno de los dos pollos consigue sobrevivir. Normalmente el que nace unos días más tarde suele morir si escasea la caza. En ocasiones por inanición y en otras porque el otro pollo le arrebata el alimento que les trae el padre y, al debilitarse, consigue arrojarlo al vacío desde el nido. La nueva generación de águila real es, por tanto, una incógnita hasta que en un par de semanas comiencen a surcar los cielos en familia. Una comitiva especialmente ruidosa por la escandalera que monta el pollo al piar machaconamente reclamando a sus padres que le pongan la comida en el pico.

Será entonces cuando se pueda saber con certeza con cuantos nuevos ejemplares se amplía el reducido y selecto censo. En la provincia hay 25 parejas reproductoras muy repartidas por el territorio. Todas ellas en zonas rocosas de montaña alejadas de la civilización. Son muy esquivas con la presencia humana y apenas se dejan contemplar gracias a su extraordinaria visión. Pueden observar a una presa a tres kilómetros de distancia y suelen cazar cuando despunta el alba salvo en época de cría. En tal caso el macho busca presas a todas horas -conejos, palomas, lagartos, gallinas, zorros y jabatos- para alimentar a los pollos y a la hembra, que no abandona el nido en ningún momento para evitar el ataque del búho real, el único enemigo del águila real. Pero es depredador solo de los pollos porque con los ejemplares adultos la derrota es segura.

En las más de 15.000 hectáreas de extensión del Paisaje Protegido de la sierra del Cid-Maigmó hay dos parejas que muestran el peculiar comportamiento que caracteriza al águila real. Antes del apareamiento, en el mes de enero, el macho y la hembra realizan unas espectaculares piruetas por el cielo. Son los vuelos nupciales. Ambos sexos simulan ataques en los que entrechocan sus garras mientras se lucen con acrobacias en el aire. La cópula dura un mes y posteriormente arreglan con nuevas ramas uno de los cuatro nidos que poseen en su territorio.

El fotógrafo naturalista Néstor Rico Campos lleva más de veinte años inmortalizando con su cámara a la espectacular rapaz. «Con fortuna las dos parejas que tenemos en el Cid-Maigmó habrán sacado adelante por lo menos un pollo, con mucha suerte dos, pero deberán ponerse las pilas rápidamente para aprender a cazar porque en noviembre sus padres les obligarán abandonar su territorio», explica el experto. Tendrán que buscar nuevo hogar y el invierno será duro para encontrar alimento. Aprenderán que en la naturaleza solo sobreviven los más fuertes.

Parejas fieles que echan a sus pollos del territorio

El águila real es un portento de la naturaleza. Mide 2,20 metros y puede superar los 280 km/h. A pesar de su gran tamaño es muy ágil, lo que la convierte en uno de los depredadores alados más temidos del planeta. Forman parejas fieles para toda la vida -a no ser que macho o hembra mueran- y alimentan, adiestran y protegen a sus polluelos dando su vida por ellos. Pero a partir del cuarto mes, cuando ya saben cazar, los expulsan del territorio de malas formas para que se busquen un nuevo hogar.